Noboa pone a prueba su popularidad con un referéndum tras la crisis con México

El presidente de Ecuador cuenta con respaldo popular por su lucha contra el crimen, pero el desafío a López Obrador y un problema brutal energético se cruzan en sus intenciones de allanar la victoria para las presidenciales de 2025

Daniel Noboa en el Quinche, Ecuador, el 8 de abril.Foto: KAREN TORO (REUTERS) | Vídeo: EPV

Daniel Noboa pondrá a prueba su popularidad este domingo en el que Ecuador vota para introducir reformas legales a su Constitución en materias de seguridad, justicia y empleo. El presidente, que lleva seis meses en el cargo, ha cosechado en este tiempo un gran respaldo popular por su lucha contra el crimen organizado, pero el asalto que ordenó a la embajada de México violando el derecho internacional y una crisis energética producto de la inacción de su ...

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Daniel Noboa pondrá a prueba su popularidad este domingo en el que Ecuador vota para introducir reformas legales a su Constitución en materias de seguridad, justicia y empleo. El presidente, que lleva seis meses en el cargo, ha cosechado en este tiempo un gran respaldo popular por su lucha contra el crimen organizado, pero el asalto que ordenó a la embajada de México violando el derecho internacional y una crisis energética producto de la inacción de su Gobierno pueden haber modificado esa percepción triunfalista de semanas atrás. El resultado de esta consulta demostrará el nivel de fortaleza de Noboa, que de conseguir un respaldo unánime podría encarar las próximas elecciones presidenciales de 2025 como favorito indiscutible.

Noboa llegó al poder en noviembre del año pasado tras vencer en las elecciones presidenciales al partido del expresidente Rafael Correa, la Revolución Ciudadana. Este empresario de 36 años, hijo del hombre más rico del país, ni siquiera estaba entre las opciones más realistas durante la campaña: su victoria fue una verdadera sorpresa. Y supuso una gran incógnita en ese momento. Nadie sabía cómo iba a gobernar alguien que no contaba con ninguna experiencia y cuyas decisiones económicas afectarían de lleno a su fortuna familiar, construida desde hace tres generaciones con la exportación de banano. Medio año después, ya no queda duda de quién es Noboa.

El presidente no ha evadido la confrontación. Al poco de llegar, decretó el estado de excepción, una medida de emergencia con la que pudo sacar a los militares a las calles y tomar el control de las prisiones, que hasta ese momento estaban en manos de las pandillas. En los dos años anteriores, Ecuador había sido noticia recurrente por los motines y las decenas de muertes ocurridas en el interior de las prisiones. Desde ahí operaban —operan— las bandas locales que, en alianza con los carteles mexicanos de la droga, utilizan el puerto de Guayaquil para distribuir droga por el resto del mundo.

Las instituciones, en apenas dos años, han sido cooptadas por el crimen organizado, que tiene en nómina a jueces, funcionarios de aduanas, políticos y policías. La medida extraordinaria redujo a la mitad la tasa de homicidios y expandió la sensación de una mejora de la seguridad. Noboa ha querido mostrarse como un presidente de hierro a la manera de Nayib Bukele en El Salvador, pero la violencia sigue activa en Ecuador y su Gobierno comete algunas torpezas, como incluir en la lista de objetivos militares a abatir a tres líderes de bandas que se encuentran hoy en prisión.

En esa terna de los más buscados, Ecuador incluyó a Ismael El Mayo Zambada, uno de los líderes históricos del cartel de Sinaloa, que a sus 76 años sigue al frente de un emporio de la cocaína. Era una forma de decirle a Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, que ellos debían de ocuparse de los grandes capos de la droga. El día anterior, Noboa había hablado de gobiernos “que ayudan y cooperan con estas estructuras criminales transnacionales”. Ahora mismo no existe la relación entre los dos países.

En un hecho sorprendente, Noboa le pidió el 5 de abril a sus fuerzas de seguridad que asaltaran la Embajada mexicana en Quito y se llevaran a la fuerza a Jorge Glas, vicepresidente de Correa, que días antes había recibido un asilo político de México. En teoría, las autoridades ecuatorianas debían expedirle un salvoconducto para que pudiera llegar al aeropuerto y volar a Ciudad de México, pero en lugar de eso ordenaron la captura de Glas.

El asalto en territorio mexicano, por tratarse de la Embajada, ha causado un shock internacional. La Organización de los Estados Americanos (OEA) condenó días después de forma unánime a Ecuador, que se quedó solo en su defensa. Pero queda por ver lo que ha supuesto esto de puertas para adentro. Noboa ha acusado a López Obrador de inmiscuirse en sus asuntos nacionales otorgándole a Glas un asilo ilegal e inmerecido, ya que el político ha sido dos veces condenado por corrupción y estaba a punto de ser procesado por tercera vez en diciembre de 2023, cuando decidió instalarse en la embajada mexicana. Correa le había conseguido ese privilegio por su amistad con la canciller mexicana, Alicia Bárcena. Aunque el pueblo ecuatoriano ha vivido con asombro todo lo que ha ocurrido, no se puede descartar que esto haya aumentado la popularidad de Noboa, al presentarse como un perseguidor incansable de los corruptos, un mal asociado al correísmo.

Eso deberá comprobarse este mismo domingo. Los ecuatorianos votan algunos asuntos clave. Por ejemplo, el permitir de forma legal que los militares apoyen a los policías en labores de seguridad, lo que supondría una militarización de facto del país. Hasta ahora, Noboa ha recurrido al estado de excepción para poder aplicar esta medida, pero ahora quiere dejarla por escrito en la Constitución. Se propone, también, legalizar el código de trabajo para legalizar el contrato de trabajo a plazo fijo y por horas, cosa que ahora no es posible. Los sindicatos han sido críticos con esta iniciativa.

Pero este referéndum sirve sobre todo como termómetro para Noboa, que ya ha dicho que se presentará en 2025. Si obtiene un resultado holgado, la oposición tendrá muy difícil contrarrestar el relato que está imponiendo desde la jefatura de Estado.

En su propósito se cruzan problemas de última hora, como la grave crisis energética que vive el país. Se han producido apagones de hasta seis horas al día y el jueves y el viernes de esta semana se decretaron días sin servicio eléctrico. Noboa no fue capaz de prever lo que se le venía encima, a pesar de que ahora se ha sabido que los expertos habían anticipado la crisis. De todos modos, ha actuado con celeridad y contundencia. Ha echado a la ministra de Energía, Andrea Arrobo, la primera baja de su Gabinete. Asegura que detrás de los apagones hay saboteadores que quieren perjudicarle, aunque de eso no ha presentado ninguna prueba por ahora. Falta por saber qué responsabilidad le achacan los ecuatorianos en este caso y si se lo demostrarán en el referéndum. Su popularidad está a prueba.

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