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La campaña en ciernes y las malas noticias siembran el nerviosismo en la izquierda

Mientras Gustavo Bolívar habla de senadores traidores en la coalición oficialista, Susana Muhamad y María José Pizarro lideran las críticas a un Consejo Nacional Electoral que da largas a decisiones clave para el Pacto Histórico

Gustavo Bolívar, uno de los más visibles precandidatos presidenciales de la izquierda colombiana, ha denunciado que la coalición oficialista incluye traidores. “Varios senadores y senadoras, incluso del Pacto Histórico, se voltearon a última hora. ¿Les llegaron al precio? El nido de ratas no defrauda a la hora de envilecer la política y la justicia", ha escrito este jueves en X, en una de las reacciones más estridentes a la sonada derrota del presidente Gustavo Petro en la elección de un magistrado de la Corte Constitucional. Bolívar no dio nombres, y difícilmente lo podría hacer, pues la elección se hizo con votos confidenciales, y así deja un amplio manto de duda. Y lo hace cuando compite con otra docena de políticos por el aval del Pacto Histórico, aunque para lograrlo no solamente requiere vencerlos en las urnas, sino varias decisiones favorables del Consejo Nacional Electoral (CNE). Pero ese organismo ha tomado recientemente varias resoluciones que ensombrecen esa posibilidad y han aumentado el nerviosismo en buena parte de la izquierda, que ha convocado a sus seguidores a hacer un plantón frente a su sede, este viernes a las 11 de la mañana.

El Consejo Nacional Electoral es un usual protagonista de los debates por la mecánica política y electoral colombiana, porque suma un gran poder en momentos puntuales y de alta tensión, como son las elecciones y las campañas, con un perfil bajo y muy político. Sus nueve miembros, que tienen el título de magistrados aunque no sean jueces ni formen parte de la Rama Judicial, son elegidos por las bancadas de la Cámara de Representantes cada cuatro años. Como representan a los partidos, sus decisiones se leen bajo el tamiz de los intereses políticos; además, muchos de sus miembros son excongresistas o salen de allí a desarrollar una carrera política. Encargado de la regulación de los partidos políticos y las elecciones, el CNE tiene en sus manos el futuro de la unidad formal de la izquierda y de sus objetivos de hacer consultas populares a finales de octubre, además de la sonada investigación a la campaña presidencial de Petro por supuestas irregularidades en su financiación.

Es en todos esos frentes en los que ha tomado decisiones que afectan a la izquierda. La que menos ha sonado hasta ahora, pero que es central a un proyecto que busca tener una lista potente al Senado y un candidato único para la Presidencia, es la fusión de varias colectividades en una sola. El Pacto Histórico es formalmente una coalición, que como tal podría tener un único aspirante —pero en ese caso debería elegirlo en las consultas entre partidos que la ley determina que se harán el mismo día de las votaciones al Congreso, en marzo de 2026—. Además, sus listas al Congreso no podrían ir unidas, pues las normas determinan que las coaliciones para las corporaciones solo se pueden hacer cuando sus miembros han tenido una votación baja en el pasado, y la izquierda, convertida en alternativa real de poder, ya supera esos topes. Por eso, su aspiración es hacer una consulta interna el 26 de octubre para elegir tanto candidato presidencial como una lista al Senado que esperan que sea tan amplia, representativa de sus fuerzas y potente como sea posible.

El problema está en que el Consejo Nacional Electoral debe aprobar su fusión, y le ha dado largas a ello. Eso pese a que ya la han tramitado internamente la Colombia Humana de Petro, el tradicional Polo Democrático, el partido que representa ese sueño de fuerza en la unidad y que llevó a la izquierda a conquistar la Alcaldía de Bogotá por primera vez hace dos décadas; o la Unión Patriótica, el recuerdo vivo de la violencia política del siglo XX, pues sobrevivió a un genocidio. Además, la que sería la cuarta gran fuerza en la convergencia, y que incluye a congresistas representativos como la precandidata María José Pizarro o al expresidente de la Cámara David Racero, enfrenta otro escollo, uno previo, en el mismo CNE. Estos políticos son miembros del MAIS; un partido de origen indígena que forma parte de la coalición oficialista, pero que se ha negado a perder esa identidad. La solución, conversada y aprobada internamente, fue aprobar una división formal, para permitir una salida hacia el nuevo partido a quienes lo deseen. Pero el CNE, que también debe dar su aval a esa escisión, lo ha dejado en suspenso: esta semana ha determinado que sí se pueden separar pero que esa decisión solo tendrá efectos cuando él mismo termine cualquier investigación contra miembros del partido. Como tiene varias, y como es la primera vez que usa este argumento, las críticas han crecido.

Todo ello sustenta lo que la precandidata Susana Muhamad, exministra de Ambiente de Petro, ha llamado “movilización para defender la democracia”, el plantón que prometer ser un capítulo de una creciente presión. Ya el presidente Gustavo Petro, quien se encuentra en Japón desde el miércoles, había lanzado una fuerte alerta: “La mayoría de oposición en el CNE busca impedir que el Pacto Histórico tenga personería jurídica y no pueda participar en las elecciones que vienen. Se trata que la primera fuerza del país no esté en las elecciones. Una acción dictatorial del uribismo y sus aliados. Todas las fuerzas internacionales y de justicia mundial deben moverse. Toda la movilización en Colombia”, ha escrito en X, en un pronunciamiento que pasó desapercibido pero que, tras la derrota en el Senado y los señalamientos del exsenador Bolívar de un doble juego entre colegas de la izquierda, aumenta el nerviosismo. Y más cuando Petro ya ha acusado al CNE de ser parte de un golpe blando en su contra, por investigar las finanzas de su campaña. Ese proceso sigue andando, con una ponencia de un magistrado uribista y otro liberal contra los directivos que puede llevar a alguna decisión explosiva a meses de las votaciones.

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