Carlos Fernando Galán abre la puerta a prohibir los parrilleros en moto en Bogotá
El alcalde de la capital colombiana estudia la medida, impopular entre el gremio ‘motero’, ante la creciente percepción de inseguridad entre los ciudadanos
La restricción de llevar un parrillero o acompañante en moto en Bogotá vuelve a estar sobre la mesa. El alcalde, Carlos Fernando Galán, ha asegurado “no estar cerrado” a implementar esta alternativa, una respuesta a la alta sensación de inseguridad en la capital de Colombia, que en muchos casos se debe a robos en los que el ladrón huye en una motocicleta. La medida, que rige en otras ciudades del país y que Bogotá aplicó hace unos años, genera amores y odios. Los expertos señalan que esa restricción puede provocar una fuerte reacción social y resultar contraproducente.
“Le he pedido al equipo de seguridad que revise alternativas, bien sea una medida limitada, en zonas o por horarios (...), pero que tomemos la decisión con base en si eso puede llevar a cambiar la dinámica de delitos”, ha afirmado Galán en una rueda de prensa. Uno de los detonantes fue el robo que sufrió a mediados de mes el concejal Rolando González en el norte de Bogotá. Dos hombres lo amenazaron con un arma de fuego en la entrada de su casa, como muestra un video que compartió en las redes sociales. “Necesitamos acciones contundentes y claras: que la gente se sienta segura”, manifestó.
González admite que la restricción “no puede ser permanente”, pues los delincuentes se adaptan, por lo que propone un uso más preciso. “Puede funcionar en polígonos puntuales, especialmente en los puntos críticos dentro de las zonas financieras y de alto flujo comercial; la mayoría de casos de fleteo [robo a quien retira dinero en efectivo de un banco] y hurtos no son al azar. Perfilan a la víctima para seguirla y luego atacarla”, afirma por mensaje. Para el cabildante, la propuesta no “criminaliza” ni afecta los miles de viajes diarios de los motociclistas.
Pero varios factores incentivan la cautela. El primero es la historia. La exalcaldesa Claudia López aplicó durante varios meses esta medida, aunque únicamente restringió al parrillero hombre y durante algunos días de la semana en horas de la noche y la madrugada, lo que provocó múltiples roces entre López y el gremio, con manifestaciones de miles de motociclistas. Para los moteros, la norma estigmatiza a quienes usan este vehículo para trabajar o como medio de transporte familiar. Bogotá, con una población que ronda los ocho millones de personas, tiene cerca de 1,5 millones de motociclistas, en su gran mayoría de clase media o media-baja
La segunda cuestión, que ha recalcado el alcalde, son las dudas sobre su efectividad. Un estudio realizado por el Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas (Cesed) de la Universidad de los Andes, en 2022, apunta que las restricciones del parrillero en Bogotá no reducen los robos y, por el contrario, representan una carga adicional a la policía. Además, las cifras indican que 70% de los hurtos en la capital los comete una persona que se desplaza a pie.
Aun así, la norma se ha impuesto durante algunos años en ciudades como Santa Marta o Cali. En la capital del Valle del Cauca, ningún hombre mayor de 14 años puede ir de parrillero, una medida prorrogada la semana pasada por un año más. El alcalde Alejandro Eder ha fundamentado su decisión en la reducción de delitos como los homicidios y los hurtos, más una advertencia del Observatorio de Seguridad de Cali. “Durante 2024 aumentó en 23% la participación de un acompañante hombre en moto en la comisión de homicidios”, señaló la entidad.
Los ‘moteros’, en contra
Para Felipe Mariño, director del centro de pensamiento Bogotá Cómo Vamos, la medida ha sido ineficiente en la capital colombiana, “teniendo en cuenta la baja capacidad policial”. Además, afirma, “restringe las libertades personales y estigmatiza a miles de ciudadanos”. Para Hugo Acero, experto en seguridad y secretario de esta cartera con Claudia López, el alcalde debe “estar preparado” ante el descontento del gremio, que cada vez gana más fuerza. “Hay que advertirle de los riesgos de protestas, paros, marchas, bloqueos e inclusive algunos desórdenes”, avisa.
Varios líderes han alzado la voz contra la posible medida. Uno de ellos es Julián Forero, cabildante que se hace llamar “el concejal de los conductores” por su estrecha relación con las agrupaciones de aficionados a las motos y los carros. “Soy el primero en salir a marchar”, publicó en Instagram. “No estamos de acuerdo con una medida que en múltiples ocasiones ha quedado demostrada como inefectiva. Tampoco estamos de acuerdo que nos usen como cortina de humo para tapar la falta de gestión de la Administración”. Publimotos, un blog especializado y seguido por miles, concuerda: “Estamos en total desacuerdo con cualquier medida restrictiva que afecte a padres, hermanos e hijos, quienes dependen de la moto para trabajar y estudiar”.
Los hurtos bajaron durante el último año en Bogotá, según la Secretaría de Seguridad. Cayeron de 159.000 a 130.000 en la categoría de personas (-18,2%) y de 8.200 a 6.000 en la de residencias (-26,6%). No obstante, la percepción es negativa. Una de cada dos personas se siente insegura en la ciudad, según la última encuesta de Bogotá Como Vamos. Para Mariño, Galán está en el “peor escenario” pues cualquier decisión que tome será muy “polarizada”. “Solo buenos resultados podrían contrarrestar la gran impopularidad que tiene esta medida en varias capas de la población”, argumenta.
Galán está en una encrucijada con las motos. Por un lado, si cede a las peticiones, principalmente de sectores de la derecha, tendrá un gran costo político en un gremio decisivo y cada vez más fuerte para cualquier elección local. El concejal Forero —apodado Fuchi— fue el más votado en los comicios de 2023, casi 20.000 votos por encima de los siguientes en la lista. Por otro, si no implementa la medida —“de tinte populista”, apunta Mariño— puede quedar con la imagen de un alcalde sin mano dura para combatir la delincuencia. Las alternativas, como lograr un aumento la cantidad de policías o incentivar el trabajo de inteligencia para desarticular las bandas, no dependen solo de él y tardan más en implementarse.