El viceministro Rojas llega a donde el canciller Murillo solo se asoma: Colombia confirma su presencia en la posesión de Maduro
El vicecanciller afirma que por ahora se prevé que asista el embajador, pero no descarta que acudan funcionarios de mayor rango, mientras el ministro rechaza reconocer una victoria mientras no se revelen las actas electorales
Jorge Rojas Rodríguez, el vicecanciller de Colombia, ha ido más allá de su jefe, el ministro Luis Gilberto Murillo. El canciller ha evitado dar respuestas sobre la posibilidad de que el Gobierno envíe un representante a una posible ceremonia de inauguración de Nicolás Maduro en Caracas, el 10 de enero, y ha reiterado que sin conocer las actas electorales, su Gobierno no reconocerá un vencedor en Venezuela. En cambio, el viceministro ha dicho este martes “inicialmente está previsto que vaya el señor embajador” y que “el presidente está evaluando la situación para saber si manda otro funcionario”. Es un paso más en una paulatina ampliación del rango de acción del viceministro justo cuando crecen los rumores de una inminente renuncia de Murillo.
El anuncio de Rojas no hizo parte de una declaración preparada, un discurso o un comunicado. Fue una respuesta a una pregunta del periodista Juan Camilo Cortés en una entrevista que parecía de trámite, en la mañana de un lunes previo a Navidad. “Voy a ver si puedo tener la primicia”, dijo el reportero, antes de preguntar qué va a ocurrir el 10 de enero. El vicecanciller, con desparpajo y tras bromear con la pregunta —“El 10 de enero es antes del 20 de enero [fecha de la instalación de Donald Trump en Estados Unidos]”—, dio entonces la mayor noticia del día, en un aparente giro frente a una postura más cauta de Murillo. Ante la pregunta de quién representará a Colombia en la toma de posesión, respondió a este diario “No hemos llegado a eso”, y explicó que él no irá, pues no ha sido invitado.
Rojas es muy cercano al presidente Gustavo Petro. Con larga trayectoria en la izquierda en la que se hizo a un espacio como fundador y director de la oenegé Consultoría para los derechos humanos y el desplazamiento, Codhes, saltó a los cargos de representación política cuando el hoy presidente llegó a la Alcaldía de Bogotá, en 2012. Fue su secretario privado, el interino de la neurálgica secretaría de Gobierno y, durante año y medio, el encargado de la de Integración Social, creada por los mandatarios de izquierda antecesores de Petro y fundamental en la construcción de redes de asistencia social que se convirtieron en la marca de esas Administraciones. Sobre todo, fue uno de los funcionarios más cercanos al entonces alcalde cuando éste fue destituido por el procurador de la época y, en largos discursos desde el balcón del despacho distrital, Petro movilizó a miles de ciudadanos y creó uno de los momentos épicos de su narrativa como líder de la izquierda colombiana.
En las últimas semanas, el vicecanciller ha ido ganando visibilidad y presencia. Tras haber sido durante casi dos años el embajador de Petro en Bruselas —lugar simbólico en la historia personal del actual presidente, pues fue a allí a donde el presidente Ernesto Samper lo envió a mediados de los años noventa, cuando su vida corría peligro como reciente desmovilizado del M-19—, llegó a la Cancillería en junio. Desde entonces se ha atribuido la vocería de la relación con el vecino más cercano a Colombia, sin que Murillo lo desmienta; ha liderado el manejo de asuntos tan sensibles como la decisión del Reino Unido de volver a pedir visa a los colombianos y la posibilidad de que Alemania busque lo mismo; y fue el encargado de anunciar el mayor giro en la política exterior colombiana en décadas, la decisión de deslindarse de Estados Unidos al sumarse a la gran estrategia geopolítica china.
Mientras Rojas representa así una voz desde la entraña del petrismo, por el que aspiró a la alcaldía de Bogotá en 2019, Murillo aparece más distante al mandatario. Fórmula vicepresidencial del centrista Sergio Fajardo en 2022, antiguo gobernador del Chocó por el hoy opositor partido Cambio Radical, aparece reiteradamente en las encuestas de intención de voto para 2026, como un potencial aspirante que acercaría a la izquierda con el centro político. El ingeniero, educado en la antigua Unión Soviética y con extensos vínculos en Washington, ciudad en la que ha vivido de forma intermitente durante los últimos 25 años, no ha negado ni ha confirmado esa intención. “Diciembre es tiempo de reflexionar, pero queremos seguir trabajando por el país, desde donde toque trabajar” dijo a EL PAÍS en una entrevista publicada este lunes.
La postura frente a lo que ocurra en Venezuela puede marcar en buena media el 2025 en Colombia. La situación del vecino país ha impactado la cultura política hasta acuñar términos como el castrochavismo, ha convertido a Colombia en receptor significativo de migración por primera vez en su historia, ha impactado su economía. Con Murillo y Rojas, tras las elecciones venezolanas del 28 de julio, el Gobierno hizo una difícil apuesta por buscar una salida negociada de Maduro, una apuesta a todas luces fallida. La postura que asuma el Gobierno el 10 de enero definirá la luz a la que se lea ese intento y el manejo que le de a la relación bilateral. La duda es si será Murillo, Rojas o alguien más quien se encargue de ello, en el estrecho margen que en todo caso suele dejar Petro.