Ni Manila, ni Ciudad de México: Bogotá tiene el peor tráfico del mundo

Cada año, los conductores de la capital colombiana y de su región metropolitana pierden en promedio cinco días y medio en trancones en horas punta, según el índice TomTom de 2022, recién publicado

Vista aérea del tráfico en una avenida de Bogotá (Colombia), en septiembre de 2022.ALBERTO GONZALEZ (AFP)

La imagen ya es parte del paisaje: una romería infinita de vehículos que copan todos los carriles de alguna vía arteria, mientras luchan por avanzar en plena hora pico a la velocidad que un tráfico insufrible lo permite. Y visto desde atrás, una cantidad incontable de las luces rojas que indican que el conductor tiene el pie sobre el pedal del freno. Es la descripción somera de un trancón de Bogotá, la ciudad que tien...

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La imagen ya es parte del paisaje: una romería infinita de vehículos que copan todos los carriles de alguna vía arteria, mientras luchan por avanzar en plena hora pico a la velocidad que un tráfico insufrible lo permite. Y visto desde atrás, una cantidad incontable de las luces rojas que indican que el conductor tiene el pie sobre el pedal del freno. Es la descripción somera de un trancón de Bogotá, la ciudad que tiene el peor tráfico del mundo según el índice TomTom, que ha revelado sus cifras de 2022. Los números son rotundos: los conductores de la capital colombiana y su región metropolitana pierden en promedio cinco días y medio (132 horas) cada año en los atascos de las horas pico.

TomTom es una fabricante neerlandesa de sistemas de navegación, y se vale de varias fuentes de datos para ofrecer sus servicios. Parte de esos datos los usan para crear su índice anual de tráfico, en el que, en 2022, evaluaron a 390 ciudades de todo el mundo con dos listas paralelas: una para el tráfico central de las ciudades y otra para el de las áreas metropolitanas. En la primera lista, la ciudad peor evaluada fue Londres, con 139 horas en atascos. En la segunda lista, fue Bogotá donde, por otra parte, el tiempo promedio anual que invierte un vehículo en las horas punta son 244 horas (algo más de 10 días, el tiempo suficiente para leer 48 libros, dice TomTom), a una velocidad de 19km/h. Otras de las urbes del mundo que no salieron bien libradas del escalafón fueron Manila (Filipinas), Lima (Perú), Recife (Brasil) y Ciudad de México.

Para Darío Hidalgo, profesor de la Universidad Javeriana, buena parte del problema de Bogotá está en su falta de infraestructura, sobre todo en los accesos a la ciudad desde los municipios aledaños. “Estamos avanzando en la ampliación de la autopista norte y de la carrera séptima, en la construcción de la avenida longitudinal de occidente (ALO), se están contratando las obras para el acceso en la calle 13. Eso nos va a ayudar, pero no es todo lo que se necesita”. La otra gran dificultad, dice, tiene que ver con la gestión, con que haya muchos bloqueos en las intersecciones, choques simples que provocan atascos, carros estacionados en vías arterias… todo eso, sumado, ocasiona el monstruo de la congestión vial en la ciudad.

En su opinión, también es necesaria una gestión de la velocidad, pero hacia abajo: “Las personas piensan que la velocidad siempre hay que subirla, pero si se gestiona bien la velocidad, 50km/h en vías arterias y 30 km/h en locales, mejoran los tiempos de viaje”. Parece un contrasentido, concede, pero explica que una velocidad moderada evita que haya incidentes y que todo fluya mejor. No ocurre así cuando la velocidad es mayor, hay mucha aceleración y frenado y los incidentes aumentan.

Un índice lejano a la complejidad

Mientras Hidalgo recuerda que el índice de TomTom no incluye a todas las ciudades del mundo, César Ruiz, profesor de la facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional, hace énfasis en que el escalafón está lejos de abarcar la complejidad de la movilidad en Bogotá. En su opinión, el gran problema de la ciudad no es la congestión vehicular, sino cómo lograr que la gente que no tiene acceso a un carro particular se pueda mover de manera segura, rápida, económica y confortable. “Si las personas tienen su lugar de trabajo muy lejos de donde viven, va a haber problemas de desplazamiento en todos los modos de transporte”, opina, y complementa su idea con un dato: hay quienes tardan más de dos horas en hacer ese recorrido cada día.

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Por otra parte, considera que depender de las vías arteriales es otro de los grandes defectos de la movilidad bogotana: hay que usarlas para recorrer distancias cortas o para moverse de un barrio a otro. En ellas confluye la gran mayoría de medios de transporte, público y privado: autobuses, particulares, motocicletas, camiones… “Hay una altísima dependencia de las vías arteriales que no dan abasto y jamás lo harán”, dice. Añade que la solución no es ampliarlas, porque “está demostrado que cada vez que se invierte en alguna solución de vías arteriales, lo que se hace es atraer más tráfico”. Entonces menciona una alternativa de transporte que en su opinión debería robustecerse, sobre todo para liberar a las vías de los vehículos que hacen recorridos cortos o medios: la bicicleta.

La bicicleta, la gran virtud bogotana

Bogotá es reconocida en todo el mundo por ser una de las ciudades donde el uso de la bicicleta es masivo. Y no solo para ejercitarse, sino para hacer recorridos todos los días, en reemplazo de cualquier vehículo automotor. Tanto Ruiz como Hidalgo coinciden en que esa es una de las grandes virtudes que tiene la movilidad de la ciudad, incluso a pesar de que su uso sea en parte producto de las enormes dificultades que implica ir por las calles en otro medio. Según la encuesta de movilidad hecha por la Alcaldía de la ciudad en 2019 ―la más reciente―, cada día se hacen 880.367 viajes en bicicleta en la ciudad. Y si se suman los que se hacen en los municipios aledaños, la cifra llega a 1.177.868.

Ese uso tan difundido de la bicicleta ayuda a que, como observa Hidalgo, la distribución de la manera en que se viaja en la ciudad se pueda “considerar sostenible”: el 69% de los viajes que se hacen en Bogotá, dice, obedecen a la suma de quienes se mueven en bicicleta, a pie o en transporte público. Sin embargo, los recorridos en vehículo particular se siguen midiendo en siete cifras: de nuevo según la encuesta de movilidad, cada día, sumando a Bogotá con su región metropolitana, se hacen 2.291.877 viajes por ese medio.

Para Ruiz, la única manera de lograr que quienes se mueven en sus carros cada día los cambien por el transporte público es haciendo que sea lo suficientemente atractivo. Eso se mide, por lo general, en tiempo. “Si una persona sabe que se va a demorar dos o tres horas de Chía (al norte) a Bogotá un sábado, pero en cambio en un transporte público, en un tren, son 40 minutos, eso es un atractivo”, asegura. Aunque esa posibilidad hoy en día no existe: avanzan, pero con lentitud, los proyectos para los trenes de cercanías que conecten a Bogotá con los municipios que están en el norte y en el occidente. Se habla de ellos desde hace más de 20 años. Y en una frase trata de resumir el núcleo del problema que da al transporte bogotano su mala fama que ya es mundial: “La causa es un rezago estructural de un muy buen transporte público masivo y colectivo en la ciudad”.

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