Renace la industria del secuestro en Colombia

Entre enero y marzo de 2022 se registraron 35 secuestros. En el mismo periodo de 2023 la cifra se duplicó. Entre los secuestrados actuales está el rehén más viejo del mundo, con 87 años

Heriberto Urbina en una fotografía compartida por sus familiares en redes sociales.Cortesía

Un hombre vestido de negro, descalzo y sentado en una silla de plástico habla frente a la cámara del teléfono de sus secuestradores. Es la prueba de supervivencia. Dice que está bien y le pide a la familia que consiga el dinero que piden sus captores para comprar su libertad, así tengan que acudir a Mandrake. Heriberto Urbina tiene 86 años y desde abril pasado está padeciendo su tercer secuestro. La familia teme por su salud. El fenómeno del secuestro nunca ha dejado de presentarse en Colombia y este último año se ha duplicado.

Heriberto ha dedicado toda su vida a la ganadería. Hasta el...

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Un hombre vestido de negro, descalzo y sentado en una silla de plástico habla frente a la cámara del teléfono de sus secuestradores. Es la prueba de supervivencia. Dice que está bien y le pide a la familia que consiga el dinero que piden sus captores para comprar su libertad, así tengan que acudir a Mandrake. Heriberto Urbina tiene 86 años y desde abril pasado está padeciendo su tercer secuestro. La familia teme por su salud. El fenómeno del secuestro nunca ha dejado de presentarse en Colombia y este último año se ha duplicado.

Heriberto ha dedicado toda su vida a la ganadería. Hasta el día del secuestro, a su edad, trabajaba en la finca de sol a sol. Estaba comprando un combustible en Curumaní, en el norteño departamento del Cesar, y, de repente, aparecieron varias motos: tres hombres armados se bajaron y se dirigieron al vehículo que transportaba a Urbina y lo encañonaron. Él pensó que se trataba de un robo y descendió sin oponer resistencia. Con amenazas, lo metieron en la parte trasera; dos hombres le apuntaban, uno a cada lado. El vehículo arrancó por el camino angustiante, sin que ninguna autoridad se percatara. Seguidos por las tres motos, se adentraron en las montañas de la Serranía del Perijá y, ya en la cordillera, se detuvieron, incineraron el carro y siguieron el recorrido en las motos. La familia se contactó con las autoridades militares y, esa misma noche, sobrevolaron el sector con aviones Tucano; al día siguiente utilizaron un helicóptero, pero la zona es tan vasta que no divisaron rastros.

El 24 de abril fue el inicio de un tránsito tortuoso, no solo para Urbina, sino para su familia. La mayor preocupación es que su salud ya deteriorada pueda agravarse debido a las enfermedades preexistentes que lo aquejan. “La angustia es que estos señores tienen secuestrada a una persona que tiene sus días contados”, dice uno de sus familiares. Bajo intimidaciones, los secuestradores exigen una suma de dinero que la familia no tiene: “Se les va a morir y va a ser culpa de ustedes”, dicen amenazantes. Aunque los captores se han identificado como el Clan del Golfo, la comunidad señala al ELN como el autor del secuestro; la guerrilla aún no se ha pronunciado. Miembros del Clan del Golfo extraoficialmente niegan que lo hayan secuestrado.

En 1997, Urbina había padecido el primer secuestro por la guerrilla del ELN: duró en cautiverio nueve meses y 21 días. Un año después, fue interceptado por hombres de las FARC en una pesca milagrosa, una denominación para referirse a retenes ilegales que montaban en las carreteras. El secuestro también era extorsivo y podía durar desde horas hasta días.

Las más recientes estadísticas del Ministerio de Defensa muestran que entre enero y marzo de 2022 secuestraron a 35 personas, mientras que en el mismo lapso de 2023 fue el doble: 71. En esa cifra no se contabiliza el secuestro de Urbina, porque sucedió en abril. El mismo informe señala que en todo 2021 se perpetraron 160 y en el siguiente año fueron 222, lo que significa un aumento de más del 38%.

Hay secuestros con fines políticos, como el caso reciente del policía Dayan Edmundo Poto —que se lo atribuyó el ELN— y otros con fines extorsivos, como el de Heriberto Urbina. Ambas modalidades han aumentado estos últimos dos años. El Gobierno y el ELN mantienen una mesa de negociación de paz, sin que hayan alcanzado un cese al fuego bilateral. De acuerdo con Luis Trejos, profesor de la Universidad del Norte y especialista en violencia y paz, los secuestros políticos se están dando por control de territorios y tienden a extenderse por periodos cortos; mientras que los extorsivos son más prolongados y silenciosos.

En su peor época, Colombia llegó a reportar hasta 3.500 secuestros al año. Con el extorsivo, las guerrillas y los paramilitares buscaron financiarse para crecer militarmente. Las FARC fueron responsables del 33% de los secuestros, de acuerdo con un informe del Centro Nacional de Memoria Histórica. El secuestro no solo implica la pérdida de libertad, sino “la convivencia diaria con la muerte, la reclusión en condiciones indignas, los quiebres en la autonomía, la eliminación de la intimidad, la ruptura con los seres queridos, el abandono de los propios proyectos, los sentimientos de incertidumbre, la soledad, el miedo y desesperanza”, señala el informe final de la Comisión de la Verdad, que encontró que durante el conflicto armado hubo alrededor de 80.000 víctimas de este delito.

Con la firma del acuerdo de paz con las FARC los secuestros, y en general todas las formas de violencia, se redujeron sustancialmente. El Cesar es uno de los departamentos donde más se presenta este fenómeno. En la zona donde secuestraron a Heriberto hacen presencia el Clan del Golfo, las guerrillas del ELN y las disidencias de las antiguas FARC. La Defensoría del Pueblo ha establecido dispositivos informales de seguridad y vigilancia privada al servicio de sectores asociados al latifundio.

La familia de Urbina no ha podido llegar a un acuerdo con los secuestradores porque la cifra que exigen es exorbitante, sobrepasa el valor de los bienes que poseen. Con el terror que generó ese hecho, nadie quiere comprar tierras, ni invertir en el campo, ni comprar ganado, han dicho habitantes de la región. Carlos Camargo, defensor del Pueblo, dijo que le preocupa el secuestro por sus características, como la edad y el estado de salud de la víctima. “El secuestro es una consecuencia de la continuidad del conflicto armado en las regiones, donde los enfrentamientos y la vulneración de los derechos humanos a la población civil se mantienen”, dijo Camargo.

¿Por qué se han disparado los secuestros?

La sobreproducción de hoja de coca en Colombia detuvo su venta en el mercado negro, desató una crisis de miseria en las zonas de cultivo y los grupos armados ilegales que manejan el negocio han acudido a otra fuente de ingresos: el secuestro. Esta es una de las hipótesis de Luis Trejos. “El narcotráfico es una cadena de varios eslabones y todos comen de eso. Cuando se dejó de sembrar y de procesar coca, varios eslabones se quedaron sin ingresos y esto hizo que muchas organizaciones criminales que derivaban el grueso de sus ingresos económicos del narcotráfico recurrieran al secuestro”, explica.

Trejos cree que también ha influido el deterioro de seguridad que comenzó durante el Gobierno de Iván Duque; de ahí que reaparecieran viejas prácticas criminales que parecían superadas. Sin embargo, considera que el secuestro no debe verse separado de la extorsión, otro de los delitos que ha ido en ascenso. El experto recuerda que los secuestros extorsivos están ocurriendo en los territorios donde no se produce coca, por eso los grupos criminales buscan otras formas de financiación.

Hasta hace pocos días, Urbina era el secuestrado más viejo del mundo, pero acaba de ser secuestrado el ganadero y abogado Sanín Mena, de 87 años, también en el Cesar. En los municipios del centro de ese departamento el común denominador es el silencio y hablar bajo anonimato. “Aquí a las siete de la noche ya no hay un alma en la calle. Lo que estamos viviendo es terror”, dijo a EL PAÍS un líder social que prefirió no ser mencionado. En un pasquín, distribuido en redes sociales, se puede leer la siguiente amenaza, y no se sabe de quién ni de dónde proviene: “Comenzamos con la limpieza. Que se prepare Chiriguaná, Curumaní, Pailitas”.

“Pensamos que el secuestro era cosa del pasado y ¡oh sorpresa!”, dijo un poblador de Chiriguaná. Algunos creen que el país ha retrocedido, que la violencia y la guerra están retornando para iniciar un nuevo ciclo y todavía no hay lugar ni tiempo para la paz.

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