Amigas, lesbianas y feministas: “Somos cada vez más fuertes contra los fundamentalismos”
Un grupo de mujeres en Bogotá busca hacer visibles la vida de las lesbianas con la casa cultural Libres, un espacio de reunión en el que hablan de sus propias batallas
Laura Torres dice que la última amenaza que recibieron fue tan simbólica y al mismo tiempo tan violenta que decidieron denunciarla públicamente. Junto a Torres, Natalia Correa y Eliana Riaño lideran casa cultural Libres, un espacio de reunión para las mujeres lesbianas en el barrio La Soledad de Bogotá, que el martes de esta semana amaneció con una pintada en la fachada que decía “asesinas”. En Twitter, contaron que no era la primer...
Laura Torres dice que la última amenaza que recibieron fue tan simbólica y al mismo tiempo tan violenta que decidieron denunciarla públicamente. Junto a Torres, Natalia Correa y Eliana Riaño lideran casa cultural Libres, un espacio de reunión para las mujeres lesbianas en el barrio La Soledad de Bogotá, que el martes de esta semana amaneció con una pintada en la fachada que decía “asesinas”. En Twitter, contaron que no era la primera que se sentían intimidadas y llamaron a las autoridades a investigar.
“A veces creemos que hemos ganado todas las batallas. Tenemos un nuevo Gobierno, tenemos aborto libre, pero se sigue notando el poder de los fundamentalistas”, dice Laura. Cuenta que desde que llegaron al barrio, en junio del año pasado, las han hostigado varias veces. Tener una casa a la que solo entran y salen mujeres, en un sector residencial, les ha costado persecución y rumores sobre lo que hacen. La han señalado de tener un negocio de webcamers o de practicar brujería. Pero ellas solo quieren cultivar un espacio donde las lesbianas tengan un lugar. “Creo que es necesario ponerles la cara. Acá estamos, existimos. Somos una red cada vez más fuerte en contra de los fundamentalismos y estamos dando muchas batallas”, asegura la activista.
Hacerse notar como mujeres feministas y lesbianas, que se reúnen en un espacio a ver películas o partidos de fútbol, o simplemente a hablar, les ha demostrado que ser libres y visibles todavía no tan fácil. “¿Dónde estamos? Nos preguntamos asustadas cuando vimos que en la esquina de la cuadra habían puesto un letrero para anunciar que la calle era monitoreada por un servicio de seguridad privada”.
La casa, que se sostiene con autogestión, busca crear un lugar donde las lesbianas puedan hablar sobre sus propias luchas. “Hemos estado en muchos lugares de la historia en la defensa de los derechos humanos, pero en muy pocas oportunidades lo hemos hecho por nuestras apuestas como lesbianas”, dice Laura.
Libres ha abierto un espacio para que mujeres de cualquier edad tengan un lugar en el que puedan reconocerse como lesbianas sin sentir miedo. Natalia dice que pensaron en crear un espacio “tan lésbico”, que sirviera para promover diálogos que muchas nunca han tenido. “Cuando pensamos en este lugar, éramos conscientes de que también queríamos hacer una acción directa. La queríamos hacer porque amarse entre mujeres y resistir en un espacio, es un dolor para la gente fascista”.
Según la organización Colombia Diversa, las mujeres lesbianas están entre las principales víctimas LGBT en Colombia. Un informe de 2021 llamaba la atención sobre el considerable aumento de casos de violencia policial en los últimos tres años en contra de hombres trans y mujeres lesbianas, las dos poblaciones que también son las más amenazadas por prejuicio. La ONG señala que son las lesbianas y las mujeres bisexuales las que más conflictos afrontan con la definición de custodia o patria potestad y régimen de visitas de los hijos
Las activistas ven en Claudia López, la alcaldesa de Bogotá abiertamente lesbiana, una representación importante, que sin embargo no ha sido suficiente para cambiar la difícil que todavía viven. “Es una representación política y simbólica muy grande para todas, para las infancias, para las que vienen detrás. Pero Bogotá no es un lugar seguro para nosotras”, dice Eliana Riaño, que denuncia la falta de un registro oficial de las violencias que sufren como una muestra del desinterés estatal hacia sus denuncias. “Se tienen relatos en el informe de la Comisión de la Verdad sobre como también las mujeres lesbianas vivimos el conflicto armado y las guerras, pero en general se habla muy poco de nosotras. No solamente falta información en términos de datos, también nos han faltado reflexiones profundas de lo que implica la lesbofobia”. Se habla poco de la violencia que sufren las mujeres lesbianas. “Una noche, salimos de la casa y en la esquina unos tipos le dieron una paliza a una de nuestras compañeras”, cuenta Eliana, que cuestiona que en casos como ese, la policía, que patrulla constantemente la cuadra, no apareciera.
“Hemos estado luchando por la paz, por el espacio público, acompañamos a las mujeres en el aborto, ahora también queremos luchar por nosotras, las mujeres lesbianas”, dice la activista, que este viernes se reunía con sus compañeras en la casa desde donde prometen seguir resistiendo.
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