El guionista de Petro regresa a las telenovelas
Gustavo Bolívar, libretista de ‘Sin Tetas No Hay Paraíso’ y ‘El Capo’, abandona su trabajo en el Senado de Colombia. La razón, dice, es ganar más dinero. Pero no descarta lanzarse a la alcaldía de Bogotá
Gustavo Bolívar es un político de 57 años que nació pobre pero se hizo millonario con la televisión. Es el premiado guionista de narconovelas como Sin Tetas No Hay Paraíso o El Capo, un narrador que dedicó más de 25 años a dramas para la pantalla chica antes de saltar a los dramas del escenario político. De la mano del hoy presidente Gustavo Petro, Bolívar se lanzó a elecciones legislativas en 2018 y 20...
Gustavo Bolívar es un político de 57 años que nació pobre pero se hizo millonario con la televisión. Es el premiado guionista de narconovelas como Sin Tetas No Hay Paraíso o El Capo, un narrador que dedicó más de 25 años a dramas para la pantalla chica antes de saltar a los dramas del escenario político. De la mano del hoy presidente Gustavo Petro, Bolívar se lanzó a elecciones legislativas en 2018 y 2022, y ganó. Pero el 31 de diciembre, seis horas antes de que acabara el año, y solo 6 meses después de posesionarse en su segundo periodo como legislador, anunció que renunciaba para irse de nuevo a la televisión. Su salario en el Congreso, explicó, no le permite cubrir sus gastos, y por eso debe volver a su rol de guionista por un tiempo. La nueva telenovela que escribirá, explica, trata de un hombre adinerado pero solitario. Se titulará Millonario Sin Amor.
“No es autobiográfica”, aclara Bolívar a EL PAÍS. “Es sobre un hombre que tiene varias novias y se entera que ninguna lo quiere, sino que están ahí por su poder y su dinero. Entonces él decide buscar el verdadero amor en barrios populares haciéndose pasar por persona pobre”. Una telenovela romántica con la desigualdad de clase de fondo. Y esta vez, una novela sin narcos.
Bolívar se excusa con sus votantes, dice que son justas las críticas que ha recibido por su renuncia, y entiende que muchos no crean que un senador con un salario de 37 millones de pesos mensuales (unos 7.700 dólares, uno de los mejor pagados en el Estado colombiano) tenga problemas financieros.
“Pero cuando uno tiene un nivel de vida alto, los gastos son superiores al salario”, explica el exsenador con propiedades en varias ciudades. “Yo tengo que pagar prediales en Estados Unidos, que ya son la tercera parte de mi salario anual en Colombia, además de los prediales en Colombia y el impuesto a la riqueza. ¿Entonces de qué vivo? Mi sueldo lo uso para obras sociales, no me da para cubrir y esa es mi realidad”, añade.
¿Por qué aceptó ser congresista de nuevo si iba a renunciar? Bolívar se defiende diciendo que esta era una renuncia anunciada. En elecciones, cuenta, le explicó a Petro que tendría que abandonar la curul, si ganaba, por sus obligaciones financieras. Pero el partido le pidió de todas formas que se lanzara como cabeza en la lista al Senado. “Ellos hicieron mediciones y me dijeron que yo era la persona con más tirón popular”, añade. Así que aceptó, “pero le dije a Petro: ‘voy pero luego sáqueme a un cargo ad honórem en el gobierno, porque yo llevo 5 años sin poder hacer una serie por el régimen de inhabilidad en el Congreso, y eso es complicado para mi’.”
No recibió un sí, tampoco un no. El cargo nunca llegó. Existe la teoría de que Bolívar renunció al Senado porque quiere ganarse su propio puesto ejecutivo: ser candidato a la alcaldía de Bogotá, que se elegirá en octubre. “No lo descarto”, repite el guionista que debía renunciar al Senado para lanzarse, pero aclara que primero debe hacer dinero con un par de guiones. Mientras tanto, comparte en Twitter propuestas si compitiera por la alcaldía: una sede de la universidad distrital en cada localidad de la ciudad, por ejemplo.
No es claro si Gustavo Bolívar tiene posibilidades de ganar el segundo cargo ejecutivo más importante del país. Algunas son buenas señales para él, como que en 2018 consiguió 116.505 votos—es decir, estaba en el top 10 de los senadores más votados ese año, y más de la mitad de esos (60 mil) fueron votos bogotanos. Pero en 2022, después de sus primeros 4 años como congresista, no fue posible medir cuántos votos consiguió o perdió: la lista del Pacto Histórico fue cerrada, y los votantes marcaban su apoyo por el partido y no por candidato.
Gustavo Bolívar deja un legado ambivalente en su corta carrera como congresista. Si bien intentó introducir debates importantes —como la legalización de la marihuana o de la cocaína en el país—le costó hacer coaliciones para presentar y aprobar proyectos de ley. También ha tenido disputas amargas con sus colegas del Pacto Histórico, como los senadores Roy Barreras y María José Pizarro; y fue visto por otros congresistas como un político más preocupado por narrar la vida de Gustavo Petro en el Congreso que trabajar en este.
“A mí me impresionaba que Gustavo Bolívar transmitía todo lo que decía Gustavo Petro, como un fan, como un activista”, dice una persona que también estaba en el Senado cuando los dos Gustavos eran senadores, del 2018 al 2022. “Me pareció una muy buen persona, una persona que ha cultivado una gran conexión popular en las series y en la política. Pero también me pareció una persona con una inmensa falta de comprensión del estado que sería pésimo candidato a la alcaldía”.
Bolívar dejó las telenovelas cuando se lanzó al Senado en 2018 pero no dejó de ser un guionista. Además de publicar cada intervención de Petro a las redes sociales, en las suyas llamaba al Congreso “un nido de ratas” —una expresión que luego se volvió el título de uno de sus libros. Esas expresiones de indignación en redes, o en su medio digital Cuarto de Hora, le permitieron ganar miles de seguidores. También es de los políticos del Pacto Histórico que más le dio resonancia a la indignación de los manifestantes durante las protestas del 2019 y 2021, aunque fue criticado por financiar cascos y escudos a los integrantes de la Primera Línea. Y en algunos eventos de la campaña presidencial a los que fue EL PAÍS, cuando los dos Gustavos viajaban juntos, el segundo político más aplaudido después de Petro era Bolívar.
“Ser comunicador me ha facilitado tener una conexión más cercana con la gente, y creo que mucha gente del Pacto Histórico adolece de eso”, dice Bolívar, que estudió la carrera de comunicación social en la Universidad La Sabana. No siempre sus estrategias en redes sociales salen bien —fue criticado en campaña por escribir un trino racista contra Francia Márquez cuando intentaba defenderla. Pero en el mundo de la televisión no dudan que Bolívar tiene una gran sensibilidad para conectar con lo popular.
“Es un tipo que conoce muy bien el gusto del público, y que tiene una enorme facilidad para escribir”, dice a EL PAÍS Mario Mitrotti, un reconocido director de televisión que trabajó con Bolívar al principio de su carrera en los años noventa. Primero trabajaron en un exitoso docu-drama llamado Unidad Investigativa, que en 100 episodios relataba momentos macabros de la historia reciente de Colombia, como un homicidio cometido por el cantante Diomedes Díaz, o el asesinato al excandidato Luis Carlos Galán. Luego trabajaron en el primer gran éxito de Gustavo Bolívar: Pandillas, Guerra y Paz, una cruda novela con más de 300 capítulos sobre pandilleros en la localidad bogotana de Ciudad Bolívar.
“Mi trabajo como guionista y mi trabajo como político terminaron alimentándose el uno del otro”, cuenta Bolívar a EL PAÍS. “Mi amor por los jóvenes sin oportunidades no es nuevo, no empezó con la Primera Línea, sino que pueden verlo ya en Pandillas, Guerra y Paz. O muchas veces traslado lo que pienso a mis personajes. En El Capo 3 por ejemplo, cuando el capo está preso, le preguntan qué podría acabar con el narco, y él responde que hay que legalizar las drogas. Y ese fue el primer gran tema que yo llevé al Senado”, añade Bolívar.
No siempre lo quisieron los críticos. Tres de sus grandes éxitos, Sin Tetas No Hay Paraíso, El Capo, y Los Tres Caínes, fueron vistas como telenovelas que hacían dinero glorificando la violencia del narcotráfico más que cuestionando su sangrienta historia. “Es un hombre muy criticado, siempre hay puristas que dicen que escribe mal, pero un tipo que tiene ese éxito es porque logró una conexión con el público”, dice Mario Mitrotti, el director de televisión. “Y aparte de eso, o por eso, él es de las personas que mejor sabe negociar en televisión: pide lo que quiere, y por eso es difícil contratarlo. Yo entiendo hoy que diga que su sueldo de senador no le da, porque él puede ganar 10 veces más haciendo libretos de televisión”.
Samuel Duque es presidente de Telecolombia, la productora que ha apoyado grandes éxitos de Bolívar desde Unidad Investigativa hasta El Capo, y coincide en que Bolívar era uno de los libretistas mejor pagados de Colombia antes de que saltara a la política. Ahora que abandonó el Senado tendrá que volver a medir su poder de negociación como guionista. “Nosotros lo admiramos muchísimo, tiene un talento natural en la industria, y siempre le he dicho que mejor que se salga de la política para volver a contar con su talento”, dice Duque. “Me alegra mucho, la verdad, haberlo recuperado”.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS sobre Colombia y reciba todas las claves informativas de la actualidad del país.