Ernesto Samper: “Petro ha cambiado totalmente el espectro político en 50 días”

El expresidente colombiano, convertido en un experto de la región, considera que una victoria de Lula consolidaría el avance del progresismo en América Latina

Entrevista al expresidente de Colombia, Ernesto Samper, durante el desarrollo del foro “El reto social de América Latina”, realizado en Chile.Cristian Soto Quiroz

El expresidente Ernesto Samper (Bogotá, 72 años) fue el único exmandatario colombiano que apoyó abiertamente a Gustavo Petro en la pasada campaña electoral. Su presidencia, entre 1994 y 1998, quedó marcada por las acusaciones de que el cartel de Cali había apoyado su campaña. Ahora, reconoce que se sintió un poco solo durante su mandato para poner en marcha iniciativas progresistas para las que Colombia quizás no estaba preparada en los 90. El liderazgo regional, que abrazó después, lo llevó a la Secretaría General de Un...

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El expresidente Ernesto Samper (Bogotá, 72 años) fue el único exmandatario colombiano que apoyó abiertamente a Gustavo Petro en la pasada campaña electoral. Su presidencia, entre 1994 y 1998, quedó marcada por las acusaciones de que el cartel de Cali había apoyado su campaña. Ahora, reconoce que se sintió un poco solo durante su mandato para poner en marcha iniciativas progresistas para las que Colombia quizás no estaba preparada en los 90. El liderazgo regional, que abrazó después, lo llevó a la Secretaría General de Unasur, desde donde trabajó por la integración latinoamericana y se fue acercando a posiciones más de izquierdas.

Samper recibió a EL PAÍS en el marco del foro El reto social de América Latina, reformas, derechos y diálogo social, organizado por Prisa Media y con la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), que se celebró el pasado 30 de septiembre en Santiago de Chile. Le gusta acudir a este tipo de actos, que lo mantienen en activo. Para él, la política no es una profesión, sino una forma de vida. “El que no aspira a que haya cambios, expira”.

Pregunta. ¿Qué significaría para América Latina una victoria de Lula en Brasil?

Respuesta. Sería un hecho histórico porque consolidaría el avance del progresismo en la región que se ha venido manifestando en los últimos años. Brasil es un actor poderoso de la región hacia el mundo. Las relaciones que tiene con los BRICS, su cercanía a África y a Asia ampliarían el espacio de América Latina y de Sudamérica en el mundo.

R. ¿Por qué es este el momento de la izquierda?

R. La gente está buscando un cambio. El invierno conservador que vivimos entre 2016 y 2021 no salió bien porque no crecimos a los niveles que debíamos crecer y la pobreza aumentó, y eso inclinó la balanza nuevamente hacia la izquierda o centro izquierda. Después de episodios como la pandemia, la gente está buscando nuevos espacios sociales y nuevas formas de financiación de sus problemas diarios. Las propuestas del sector progresista son mucho más claras y pragmáticas de las que podrían hacer los gobiernos conservadores.

P. La gente suele hacerse más conservadora con la edad, pero usted es más de izquierdas hoy que cuando fue presidente.

R. Nosotros estamos rompiendo ese mito. En mi caso es la primera vez que participo en la elección de un partido de izquierda. Además hay figuras como Lula, como Alberto Fernández, que están muy identificados con planteamientos como los que están haciendo Petro en Colombia o Boric en Chile. Temas como el alimentario o la amenaza ambiental son propuestas que están renovando la agenda.

P. ¿Le habría gustado hacer ese tipo de propuestas en su presidencia?

R. Estuve un poco solo en ese sentido en mi mandato, pero yo creo que me empecé a desquitar con la Secretaría General de Unasur. Ahí, los países progresistas pudimos demostrar que con la participación de gobiernos de derecha se podían encontrar comunes denominadores como el tema de la paz. Fueron muy solidarios con la búsqueda de la paz de Colombia, o el tema de una apertura no chauvinista hacia el mundo. Lo que no podemos volver a hacer es ideologizar las relaciones internacionales, que es lo que ha sucedido en los últimos años. Una cosa es que las relaciones internacionales tengan dimensión política y otra muy distinta es que las limitemos a las personas que piensan igual a nosotros, que es una forma de renunciar a la integración, de acabarla.

Samper fue el único exmandatario colombiano que apoyó abiertamente a Gustavo Petro en la pasada campaña electoral.Cristian Soto Quiroz

P. Dice que la región está hoy menos integrada que nunca. ¿Por qué?

R. Unasur no está activo, Mercosur está en dificultades, hay procesos de integración que caminan a media marcha. Y nunca habían sido tan necesaria por ejemplo en el tema de la salud. Unasur tenía un instituto que funcionaba en Río de Janeiro y hubiera sido fundamental para el tema de la compra de vacunas y la homologación de los procedimientos médicos durante la pandemia. Todo esto explica las cifras dramáticas: a pesar de que nosotros representamos el 8% del mundo, tuvimos el 32% de las muertes.

P. ¿Qué opina del Gobierno de Petro?

R. En 50 días ha cambiado totalmente el espectro político. Anuncios como el restablecimiento de relaciones con Venezuela, la reactivación de las negociaciones con el ELN, los contactos exploratorios con otros actores armados, el cambio y el giro en la discusión internacional de la política antidrogas y sus propios proyectos sociales, como el relacionado con las tierras, son buen punto de arranque. En menos de dos meses Petro ha logrado sentar las bases de lo que Duque no hizo en cuatro años.

P. ¿Suele hablar con él?

R. Soy un acompañamiento silencioso. Creo que el papel de los expresidentes no es el de andar poniendo palos en la rueda a los gobiernos ni sirviendo de consejeros oficiosos de los presidentes.

P. ¿Le gustaría formar parte de este Gobierno?

R. No tengo ninguna intención proselitista, pero creo que en esto de la política, los que dicen que ya no tienen nada que ver con la ella son muy mentirosos o muy hipócritas. La política no se sale fácilmente de uno. Uno está esperando todas las ocasiones para exorcizar esos demonios políticos que entran y no se van. En política, el que no aspira a que haya cambios, expira. A mí me pasa que no puedo sentirme indiferente frente a ciertas situaciones, tanto que a veces mi mujer me dice que deje de estar cogobernando. Cuando uno ha sido presidente sale del Gobierno con una sensación rara, que es el dolor de país.

P. ¿Cuál ha sido hasta ahora el mayor acierto de Petro?

R. La relación con Venezuela ha sido su mayor realización concreta. Era absurdo que Colombia tuviera una especie de situación de conflicto inminente con el vecino. Tenemos dos millones de venezolanos viviendo en Colombia, dos millones de colombianos viviendo en Venezuela, inversiones que quedaron estancadas, problemas comunes en las fronteras... Es absolutamente increíble que hubiéramos sostenido esta tensión durante tantos años. De alguna manera, América Latina se puede sentir orgullosa de ser una región de paz en el mundo porque no tenemos conflictos territoriales entre los países, conflictos limítrofes. Y el de Venezuela estuvo cerca de ser la Ucrania de América Latina. Tenemos dificultades sociales, tenemos problemas, pero no hay una guerra planteada. Yo creo que con el proceso de paz que ha relanzado el presidente Petro podemos ser relativamente optimistas de que la región pueda seguir siendo considerada como un oasis de paz en el mundo.

P. ¿Se logrará la paz con ELN?

R. Sí, están dadas las circunstancias, aunque no va a ser fácil ni se puede homologar al proceso con las FARC. Hay elementos que hacen distintos los dos procesos: la del ELN tiene que ser lanzada desde los territorios, con humanización del conflicto mientras llega la paz y metiéndole más pueblo al proceso.

P. ¿Apoya la idea de la paz total de Petro?

R. Como un objetivo, lo entiendo. Uno no puede aspirar a que se solucione la mitad de un conflicto armado y por la otra mitad, que se presenta por cuenta del narcotráfico, pasar agachado. Pero aquí tenemos que trazar una línea muy clara entre lo que son los procesos de violencia negociables políticamente, como puede ser el caso del ELN, y los procesos que tienen que ser negociados a través de, por ejemplo, una política de sometimiento jurídico.

P. Ha trabajado muchos años para la región. ¿Cuál es su relación con Maduro?

R. Tuve una relación más estrecha cuando estuve en la Secretaría General de Unasur. Independientemente de cualquier consideración que se tenga respecto a él, creo que lo hemos subestimado en un aspecto: es un excelente negociador. Esa capacidad de abrir espacios de negociación, de hacer concesiones y de plantear inteligentemente exigencias van a ser las que, a través del diálogo que lamentablemente en este momento se encuentra estancado pero se reactivará, permitirán que Venezuela salga adelante. La veo asomando ya la cabeza en temas económicos. Hay mucho interés en que se reanuden los diálogos. Además, el único responsable de que las cosas no progresen al ritmo que quisiéramos no es solo el Gobierno, sino la oposición, que tiene siete u ocho cabezas que no se ponen de acuerdo ni para salir en una foto. Mientras la oposición no unifique su posición respecto a una alternativa de cambio y la presente coherentemente, va a ser muy difícil encontrar una salida definitiva a la situación de Venezuela.

El expresidente colombiano, considera que una victoria de Lula consolidaría el avance del progresismo en América Latina.Cristian Soto Quiroz

P. Cada vez más voces certifican el fracaso de la guerra contra las drogas. ¿Cuál sería la estrategia?

R. Esto no es un tema de saltar del fundamentalismo prohibicionista a un fundamentalismo legalizador, en el que cada cual consuma lo que quiere. La política tiene que ser descriminalizar a los eslabones débiles de la cadena que representan los campesinos cocaleros, los consumidores recreacionales, los consumidores ancestrales, los adictos y los microtraficantes. Ser más tolerantes con los débiles, pero más duros con los más duros. ¿Dónde están los acuerdos internacionales de inteligencia para perseguir a los carteles, dónde están las redes globales para evitar el narcotráfico, dónde están las normas sobre extinción de dominio y lavado de activos que permitirían controlar el problema en los circuitos financieros internacionales? Eso no lo estamos viendo. Estamos dedicados a perseguir las sardinas del problema mientras los tiburones siguen sueltos. No solo por razones de ética hay que saltar de un lado a otro, hay que reconocer que esto no está funcionando porque a pesar de la prohibición hay 300 millones de consumidores de estupefacientes en el mundo.

P. Usted propuso la legislación de la marihuana en 1979 (antes de entrar en política) y fue señalado por EE UU. ¿Qué piensa ahora cuando Bush hijo y Clinton confesaron haberla fumado y Biden propone discriminalizarla?

R. Es una posición de doble moral que ojalá le hubieran aplicado a mi Gobierno para no perseguirme tanto. Vamos a terminar trayendo cigarrillos de marihuana fabricados por Phillip Morris y entonces va a ser legal, moral y lícito consumir drogas cuya persecución nos ha costado sangre, sudor y lágrimas. Colombia estaría en paz hace 20 años si no hubiera entrado el tema del narcotráfico en los 80 para financiar las distintas formas de lucha armada. Y no estaríamos pensando en el fin del conflicto armado ni cambios en una política internacional de las drogas que convirtieron Colombia en el Vietnam de América Latina, donde los países consumidores vinieron a librar su guerra.

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