Petro lanza un firme alegato en la ONU para acabar con la guerra contra las drogas
El presidente de Colombia considera que la política de EE UU ha provocado un genocidio en América Latina
El mensaje ecologista y a contracorriente de Gustavo Petro se ha oído con más fuerza que nunca este martes en la Asamblea General de la ONU, en Nueva York. El presidente ha utilizado en todo momento un tono desafiante y antiestablishment ante los líderes de todo el mundo. Sin rodeos, ha calificado de fracaso la guerra contra las drogas y la lucha contra el cambio climático. Su discurso ha estado regado de críticas veladas a EE UU por las inv...
El mensaje ecologista y a contracorriente de Gustavo Petro se ha oído con más fuerza que nunca este martes en la Asamblea General de la ONU, en Nueva York. El presidente ha utilizado en todo momento un tono desafiante y antiestablishment ante los líderes de todo el mundo. Sin rodeos, ha calificado de fracaso la guerra contra las drogas y la lucha contra el cambio climático. Su discurso ha estado regado de críticas veladas a EE UU por las invasiones a otros países, la dependencia mundial del petróleo y los estragos del capitalismo especulador. “El desastre climático matará centenares de millones de personas y oigan bien, no lo produce el planeta, lo produce el capital”, dijo.
Cuando se bajó del atril, estaba azorado. Unas gotas de sudor le bañaban el rostro: acababa de pronunciar el discurso más contundente desde que llegó al poder hace mes y medio. Había explicado unos minutos antes que el problema del tráfico de drogas no solo es de los países productores como Colombia, sino de las naciones consumidoras como EE UU. “Nosotros les servimos para excusar los vacíos y las soledades de su propia sociedad que la llevan a vivir en medio de las burbujas de las drogas. Les ocultamos sus problemas que se niegan a reformar”, repitió, por si a alguien no le había quedado claro. Desde su posesión, insiste en la necesidad de cambiar el paradigma de la lucha antidrogas, que en los últimos 40 años ha dejado millones de muertos en América Latina sin grandes éxitos a la vista.
El poder de las organizaciones dedicadas al tráfico de drogas ha ido a más en la región y ha permeado otras naciones como Ecuador, donde se ha disparado la violencia. “Si no corregimos el rumbo y esta se prolonga otros 40, Estados Unidos verá morir de sobredosis 2,8 millones de jóvenes por fentalino, que no se produce en América Latina. Verá millones de afroamericanos en cárceles privadas. Verán morir el sueño de la democracia”, prosiguió.
En tono provocador, ante gobernantes de naciones productoras de combustibles fósiles, se preguntó: “¿Qué es más venenoso para la humanidad, la cocaína, el carbón o el petróleo? El dictamen del poder ha ordenado que la cocaína es el veneno y debe ser perseguida, así ella solo cause mínimas muertes por sobredosis. En cambio, el carbón y el petróleo deben ser protegidos, así su uso pueda extinguir a toda la humanidad”.
Considera que debe preponderar un enfoque ecologista en la lucha antidrogas. Por eso, cree fundamental salvar la Amazonía con ese propósito. Ha aprovechado el momento para pedir que los países consumidores financien la protección de la selva, el primer paso dentro de un plan mayor para frenar las muertes por el negocio de la cocaína. Espera recibir del resto de naciones una tasa de 1.000 millones de dólares al año por la contribución que Colombia hace al mundo con la Amazonía, que absorbe el C02 que emite del resto de naciones y emana oxígeno.
Petro planteó que ese dinero salga del que se destina a la lucha contra las drogas, y que una alternativa es no recibirlo, sino compensarlo con la deuda externa. “Si no tienen la capacidad para financiar el fondo de la revitalización de las selvas, si pesa más destinar el dinero a las armas que a la vida, entonces reduzcan la deuda externa”, propuso. También dijo que destruir la selva se convirtió en un negocio para comerciantes y Estados, a pesar de que los científicos la consideran un pilar fundamental en la lucha contra el cambio climático. “A las relaciones de poder las azota la adicción al dinero, a perpetuarse, al petróleo, a la cocaína y a las drogas más duras para anestesiarse más”, continuó por la misma senda.
La política de Estados Unidos que empezó Richard Nixon en los años setenta ha producido, según Petro, un genocidio en el continente. Entonces ha elevado la voz para hacer una exigencia: “Yo les demando desde aquí, desde mi Latinoamérica herida, acabar con la irracional guerra contra las drogas”. Y para lograrlo ha convocado a todos los países del entorno para dar este giro a una política muy arraigada en todos los gobiernos. Petro, además de tratar de transformar Colombia, aspira a ser un líder regional.
Acabó su intervención con un alegato para frenar la invasión rusa en Ucrania muy similar al que enarbola el presidente López Obrador en México, y que le ha valido duras críticas de Volodímir Zelenski. Petro llama al resto de países a un diálogo que acabe con la guerra: “No nos presionen para alinderarnos en los campos de la guerra”. Esta postura despierta resistencias en algunas naciones, incluida la propia Ucrania, porque supone colocar al mismo nivel a la nación invasora y a la invadida.
Fue lo último que dijo. Después bajó y se ajustó el traje azul. El vértigo que sintió por un discurso que llevaba años esperando pronunciar se le reflejaba en la cara.
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