Un documental destapa el lado más íntimo de Selena Quintanilla: “Su legado es una herramienta de poder”
El 17 de noviembre llega a Netflix el largometraje de la cineasta Isabel Castro que revive la esencia de la ‘reina del Tex-Mex’, símbolo de identidad latina


Corpus Christi no ha cambiado tanto desde que Selena Quintanilla cantaba Como la flor en los rodeos y ferias del sur de Texas. El viento del golfo sigue arrastrando olor a gasolina y algodón, y en la estatua del malecón se ve su sonrisa intacta, como si la tragedia no la hubiera alcanzado.
Ahora, tres décadas después de su asesinato, cuando tenía solo 23 años, un nuevo documental vuelve a abrir los archivos de la familia Quintanilla. Pero no lo hace con nostalgia, sino con una intimidad inédita. La responsable del proyecto es Isabel Castro (Ciudad de México, 35 años), cineasta mexicana criada en Connecticut, conocida por su documental Mija (2022), sobre jóvenes latinas que sueñan con triunfar en la industria musical.
“Cuando la familia de Selena decidió que por fin estaban listos para hacer un documental, ya conocían mi trabajo. Mija tocaba muchos de los temas que ellos querían explorar: la identidad, la música, la herencia mexicana. Y así nos conocimos”, recuerda Castro sobre cómo se gestó la creación de este nuevo documental, Selena y Los Dinos: A Family’s Legacy, que llegará a Netflix el 17 de noviembre. Fue Suzette Quintanilla, hermana mayor de Selena y baterista de esa banda, Los Dinos, quien la buscó primero. “Tuvimos muy buena química desde el inicio. Poco después, viajamos todos los integrantes del equipo a Corpus y, al llegar, ella abrió su archivo familiar. Era un clóset lleno de VHS, DVDs, grabaciones caseras... En ese momento entendí que había una oportunidad para hacer algo distinto, algo auténtico”.
Ese clóset se convirtió en la base del documental. Durante más de dos años, Castro y su equipo catalogaron y digitalizaron todo el material. “Fue un proceso muy largo, pero también muy íntimo”, reconoce Castro. “En ese tiempo se construyó la confianza con la familia. Ellos entendieron que no quería hacer una película más sobre la tragedia, sino sobre la vida, la alegría y la fuerza creativa de Selena”.
A lo largo de la conversación, Castro alterna el inglés con el español sin darse cuenta, como si ambas lenguas se entrelazaran igual que sus identidades. “Soy mexicana, pero también crecí en Estados Unidos. Nunca me sentí completamente de aquí ni de allá”, dice. “Y justo eso me conectó profundamente con Selena. Ella fue una de las primeras figuras que vi siendo completamente ella misma, sin disculparse por no encajar del todo. La criticaban por no hablar español perfecto, y no le importaba. Ella nos enseñó a no disculparnos por ser quienes somos. Esa seguridad fue vital para mí como mexicoamericana”.

Castro habla con calma, pero con la pasión de quien sabe que está tocando una herida cultural compartida. En Selena y Los Dinos, la directora se aleja del retrato hollywoodense y se centra en la mujer detrás de la reina del Tex-Mex. “Lo que más me sorprendió al revisar los archivos fue el nivel de involucramiento familiar”, explica la cineasta. “Sabía que habían trabajado juntos, pero no imaginaba hasta qué punto. A.B. III [Abraham Isaac Quintanilla, el hermano de Selena] era un productor brillante; Suzette, una pieza clave en la banda; Marcella [su madre], el corazón que sostenía todo. Entre todos construyeron ese sonido que aún se escucha en todas partes. Selena tenía solo 23 años, pero en ese breve tiempo crearon más éxitos que muchos artistas en toda su carrera”.
Antes de terminar la entrevista, Castro accede a una pregunta ligera: su canción y su atuendo favoritos de Selena. Se ríe. “Mi canción es Como la flor, sin duda. Y mi look favorito no es un outfit, es el cow print“. De hecho, durante la conversación con EL PAÍS, ella misma lleva puesto un cinturón con estampado de vaca.
El filme, que llega a Netflix tras pasar por varios festivales, entre ellos el de Sundance, donde logró el premio al mejor documental, no solo rescata la memoria de una artista. También devuelve a Selena su voz en un idioma universal: el de la autenticidad. En una época en que las identidades siguen siendo puestas a prueba, Castro logra lo que parecía imposible: hacer que Selena, 30 años después, vuelva a cantar para todo su público en 109 países y más de 32 idiomas.
A tres décadas de aquella pérdida que marcó a toda una generación, el nombre de Selena, sin necesidad de apellido, sigue resonando en todo el continente. Mientras el documental revive su voz en la pantalla, la exposición temporal Selena: De Texas al mundo abrirá sus puertas en el Museo Grammy de Los Ángeles entre el 15 de enero y el 16 de marzo de 2026, mostrando por primera vez fuera de Texas el Porsche rojo, decenas de retratos, vestuarios, discos de oro y los premios originales de la leyenda, corta y joven, que fue Selena Quintanilla-Pérez.
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