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El “Doctor Muerte”, el periodista que ha sido testigo de 105 ejecuciones en Florida

Desde 1989, John Koch ha visto morir a todas las personas condenadas a la pena capital en su Estado natal, que este año marcó una cifra récord, con 19 ejecuciones

Para cubrir una ejecución en Florida, John Koch, un corresponsal de radio de 76 años, gasta exactamente 56 dólares y 73 céntimos. Esto es cuando, para ahorrar gasolina, conduce por caminos rurales desde su casa al norte de la península hasta la prisión estatal cerca de Starke (unos 100 kilómetros al sur) sin acelerar su viejo Honda por encima de 70 kilómetros por hora —unas 1.600 revoluciones por minuto.

Koch ha documentado todas las ejecuciones en el Estado en los últimos 37 años. Su primera fue la ejecución en la silla eléctrica del asesino en serie Ted Bundy en 1989 y la última la de Frank Athen Walls con una inyección letal la semana pasada. En total, 105 ejecuciones, calcula. Este año, Florida marcó un récord de ejecuciones, con 19 —cerca de la mitad de las 47 que se realizaron en todo el país. El mayor número registrado anteriormente en el Estado fue de ocho en 1984 y 2014.

La cifra también representa cerca de una quinta parte del total de las ejecuciones que Koch ha cubierto a lo largo de su carrera. Desde hace tres años, la cadena de radio para la que trabajó como corresponsal especializado en la pena de muerte por más de tres décadas le informó que prescindiría de sus servicios, por lo que ahora cubre las ejecuciones de manera independiente.

Koch ve cada vez menos reporteros realizando este tipo de cobertura y considera su trabajo más relevante que nunca. Sigue enviando sus despachos, aunque no sabe si algún medio terminará pagándole por ellos. No confunde molinos con gigantes, pero está resuelto a seguir informando al público sobre cómo se ejecuta, en su nombre, “el castigo más extremo que la sociedad puede imponer a una persona”.

“¿Por qué cubro ejecuciones? Bueno, primero, porque soy bueno en mi trabajo. Y segundo, porque el verdadero problema es la falta de noticias en las comunidades, el embrutecimiento de la gente y la dependencia de las redes sociales, donde todo el mundo es reportero, todo el mundo busca la verdad y todo el mundo tiene razón”, afirma.

Su compromiso tiene un peso particular este año, cuando Florida ha acelerado el uso de la pena de muerte como nunca antes. En contraste con las 19 de este año, entre 2023 y 2024 el gobernador Ron DeSantis firmó apenas tres órdenes de ejecución. El Estado no ejecutó a nadie entre 2020 y 2022. El aumento se produce tras cambios legales impulsados por el gobierno estatal que permiten a los jurados recomendar la pena de muerte sin unanimidad —una excepción compartida solo con Alabama— y otra que amplió los supuestos para imponerla.

El giro en Florida ocurre en un clima nacional de reactivación de la pena capital. A finales del año pasado, el presidente Joe Biden conmutó las sentencias de casi todos los presos del corredor de la muerte federal, una decisión duramente criticada por Donald Trump, quien al volver a la Casa Blanca firmó una orden ejecutiva para alentar a fiscales estatales a buscar nuevas condenas a muerte.

Abraham Bonowitz, de la organización Death Penalty Action, opina que la motivación de DeSantis está relacionada con que “está postulando a la presidencia y ha sido criticado por fiscales de los condados por no llevar a cabo suficientes ejecuciones”.

En Florida, el aumento ha reavivado las críticas de organizaciones de derechos civiles, que denuncian procesos judiciales irregulares y arcaicos, así como la ejecución de personas con posibles discapacidades intelectuales, como en el caso de Walls, el último ejecutado. El grupo Floridanos por Alternativas a la Pena de Muerte sostiene que Walls presentaba una discapacidad intelectual y que su caso debía haber quedado excluido de la pena capital tras el fallo del Tribunal Supremo de Estados Unidos de 2002, que prohíbe ejecutar a personas con ese tipo de discapacidad.

“El espíritu se va antes que el cuerpo”

Koch comenzó su carrera como reportero en la década de 1970 y fue corresponsal de la Florida News Network entre 1989 y 2022. Ahora trabaja como freelance para una estación de radio local. Las ejecuciones las cubre por su cuenta y envía los paquetes de radio a su antiguo empleador y a otros medios: “Se los envío, me paguen o no, solo para ser una espina en su maldito costado, para que sepan que hay alguien ahí afuera, especialmente en el ámbito audiovisual. Tengo audios que nadie más tiene, cosas que les interesan,

Koch, a quien sus colegas han apodado “Doctor Muerte”, bromea sobre las fuentes que ha cultivado a lo largo de su extensa carrera. “Tengo amigos en el Departamento de Correcciones. Puedo sobornar a los guardias y salirme con la mía”, dice entre risas.

El acceso a una ejecución es limitado. Solo pueden asistir familiares de las víctimas, testigos legales y funcionarios del Estado, y un sacerdote o ministro. Hay una docena de puestos para la prensa acreditada, pero en los últimos tiempos, Koch ha visto que apenas asisten un puñado de periodistas, en ocasiones solo un reportero de la agencia AP y él.

Koch produce concisos despachos de audio con el poder de síntesis de quien lleva medio siglo en el oficio. “El asesino dice que está arrepentido: 19.ª ejecución en Florida. Frank Athen Walls, de 58 años, recibió los últimos sacramentos de un sacerdote católico y expresó arrepentimiento al afirmar: ‘Lamento todo el sufrimiento que causé’, antes de ser ejecutado mediante inyección letal”, comienza su informe del jueves pasado, de 63 segundos.

Explica que durante la ejecución toma notas “minuto a minuto” de lo que está observando. “¿Está respirando? ¿Se mueve? ¿Se levanta de golpe? ¿Grita?”. También apunta lo que hacen los funcionarios, el sacerdote o asesor espiritual.

“Hay mucha energía. El espíritu se va antes que el cuerpo y el alma está destinada a irse. Soy muy sensible a eso”, señala. Después de una ejecución, tiene que dar un paso atrás y calmarse, “para no llevar a casa nada de eso. Los efectos en mí se van disipando desde el momento en que salgo de la prisión hasta que regreso a la entrada de mi casa, a casi 100 kilómetros”.

“Tienes que poner las cosas en perspectiva. Tienes que entender que lo que viste, lo que pasó, ya se acabó, y sigues con la siguiente historia. El mayor impacto para mí es económico. Tengo que asumir el costo de la gasolina, el transporte. Tengo que comer al menos algo, porque pueden pasar 10 horas antes de que pueda volver a comer. Todo eso tengo que pagarlo, y sale en 56,73 dólares por ejecución. Eso es lo que tengo que gastar para hacerlo. Así que tengo que ver de dónde saco esos 57 dólares. Esa presión también es fuerte”, agrega.

Koch peleó en Vietnam en los sesenta —una etapa a la que alude con frecuencia mientras habla con una energía contagiosa cargada de bromas y metáforas— y es receloso del Gobierno. Después de servir en el ejército hizo activismo contra la guerra y dice que fue víctima del programa de contrainteligencia del FBI de aquel entonces. “Fueron tras nosotros porque no estábamos de acuerdo con la postura de Estados Unidos en Vietnam. Nos estaban matando. Nos estaban encarcelando”.

Koch cree que EE UU cometió un error con la elección de Donald Trump, y hace alusión a la República de Weimar en Alemania, que derivó en el Tercer Reich. “Estamos siguiendo ese camino otra vez. Y [Trump] no hace nada más que fomentarlo”, señala.

Para explicarse hace un chiste sobre la diferencia entre un comunista y un fascista que concluye que ambos son extremos, “y no podemos existir en los extremos”, y luego echa mano a una metáfora sobre la democracia: “Yo la comparo con un coche elegante. Esa es nuestra república constitucional. El motor de ese coche es la democracia: es el medio por el cual el coche se mueve. Y el combustible y los lubricantes es el pueblo”.

Koch no piensa decir lo que opina sobre la pena de muerte mientras siga trabajando. “Es la ley y, si a la gente no le gusta la ley, entonces tiene el derecho de cambiarla. Si alguien lee mi trabajo y puede averiguar de qué lado estoy, renuncio. Hasta el día de hoy, la gente no sabe de qué lado estoy, si a favor o en contra. Cualquier buen periodista, si realmente vale lo que pesa en sal, dirá algo parecido”.

Asegura que cree “en el Creador.” “Creo que es mi responsabilidad amar a los demás como a mí mismo y ser un buen administrador de lo que se me ha dado como dones”, agrega.

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