El águila calva es ya oficialmente el ave nacional de Estados Unidos
El presidente Biden eleva a los altares a la rapaz, presente en escudos, sellos y billetes de dólar, aunque hasta ahora sin reconocimiento formal
El águila calva es oficialmente el ave nacional de Estados Unidos después de que el presidente Joe Biden firmara en Nochebuena una ley para reconocer formalmente el emblema estadounidense, hasta ahora informal. “El águila calva ha simbolizado los ideales estadounidenses desde que apareciera en el Gran Sello en 1782″, explicó Preston Cook, copresidente de la Iniciativa Nacional de Aves del Centro Nacional del Águila, después de que el Congreso aprobara a principios de diciembre el proyecto de ley que fue rubricado por Biden en la víspera de Navidad.
El Gran Sello se usa para la certificación de documentos y equivale a un escudo heráldico en un país que no cuenta con ninguno propiamente dicho. En el Gran Sello aparece el ave (Haliaeetus leucocephalus, también conocida como águila americana o águila de cabeza blanca) con las alas abiertas, o explayada en términos heráldicos, con un grupo de 13 flechas (por los 13 Estados originales) en su garra izquierda y una rama de olivo en la derecha. El águila vuelve su cabeza hacia el símbolo de la paz.
Aunque parece un simple alarde navideño, la designación del ave reviste su importancia. “Con esta ley, honramos su papel histórico y consolidamos su lugar como ave nacional y emblema de nuestra identidad nacional”, dijo Cook, que lideró la iniciativa legislativa junto con un grupo de congresistas de ambos partidos, entre ellos la senadora demócrata Amy Klobuchar.
El águila calva ha sido extraoficialmente el ave nacional desde su aparición en el Gran Sello, que simboliza la soberanía de Estados Unidos como nación. La rapaz, una de las aves más grandes de América del Norte, de donde es originaria, también aparece en la bandera del presidente, el mazo de la Cámara de Representantes, las insignias militares y en “miles de millones de billetes de un dólar”, según un mensaje del Departamento de Asuntos de Veteranos felicitándose por la iniciativa.
Pese a su presencia en los signos de poder, al águila, que tiene una vida media de entre 20 y 30 años, le faltaba la designación oficial como emblema. Como dato curioso asociado a su historia, recuerda el portal informativo Axios, el padre fundador Benjamin Franklin (1706-1790) se opuso a la aparición del águila en una carta a su hija, en la que la describía como “un ave de mal carácter moral”, según el Instituto Franklin. “No se gana la vida honradamente... [es] demasiado perezosa para cazar por sí misma”. Según el instituto que vela por el legado del padre fundador, este prefería al pavo (“un pájaro mucho más respetable, y además un verdadero nativo original de América... Es además, aunque un poco vanidoso y tonto, un pájaro con coraje”), aunque nunca llegó a proponerlo como emblema nacional.
La población del águila calva estadounidense se ha cuadruplicado desde 2009, cuando solo había unas 72.000 en el país. El símbolo nacional de Estados Unidos y especie sagrada para las tribus indígenas americanas estuvo en su día al borde de la extinción debido a la caza, la contaminación por insecticidas y la destrucción de su hábitat. En 2021, había 316.700 águilas calvas y más de 71.400 parejas reproductoras en la América continental, es decir, el territorio comprendido entre la frontera de Canadá y la de México, según los expertos del Programa de Aves Migratorias del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos. Las águilas calvas alcanzaron en 1963 un mínimo histórico de 417 parejas reproductoras.
La hiperactividad de Biden en Nochebuena le llevó a estampar su firma en 50 proyectos de ley que ponen fin a su mandato en la Casa Blanca, cuando faltan apenas 25 días para la toma de posesión del republicano Donald Trump. Además de elevar al águila calva a símbolo nacional, el presidente rubricó una ley surgida de una iniciativa de Paris Hilton para proteger de abusos a los jóvenes vulnerables acogidos en instituciones; una ley que obliga a las universidades a informar de los incidentes relacionados con novatadas en sus informes anuales de seguridad y a establecer programas de educación y prevención de las mismas, y la ley contra legisladores corruptos, para impedir que los congresistas condenados por corrupción reciban pensiones de jubilación. Esta iniciativa surgió tras la condena en julio por corrupción del senador demócrata Robert Menendez, el otrora poderoso responsable del comité de Exteriores de la Cámara alta.