Las mujeres ayudarán a Kamala Harris a romper el techo de cristal

La esperanza en estas elecciones en Estados Unidos, más que nunca, está puesta en la fuerza del voto femenino

Kamala Harris llega a la Convención Nacional Demócrata, en Chicago, Illinois, en agosto de 2024.Win McNamee (Getty Images)

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Cuando Amanda Zurawski, Hadley Duvall y Kaitlyn Joshua aparecieron en el estrado en el primer día de la Convención Nacional Demócrata en la que Kamala Harris aceptó su cargo como candidata a la Casa Blanca, pocos imaginaban que las historias de estas tres mujeres harían saltar las lágrimas de los asistentes. Estas residentes de Texas, Louisiana y Kentucky —tres de los Estados más restrictivos en cuanto al aborto— dieron sus testimonios de sufrimiento y dolor: una por tener que seguir adelante con un embarazo no viable, incluso a costa de su propia salud, otra por haber quedado embarazada a los 12 años tras la violación de un familiar y la tercera por la falta de atención médica ante un aborto espontáneo.

“Un segundo periodo de [Donald] Trump nos quitaría todavía más derechos”, advirtió sobre el escenario Zurawski, donde contó junto a su esposo el calvario que sufrieron por tener que seguir adelante con un embarazo que sabían que no llegaría a término. “Tenemos que votar como si nuestras vidas dependen de ello, porque así es”.

A lo largo de su carrera, Harris ha sido una firme defensora del derecho a decidir de las mujeres, cercenado en los últimos años en su país. Probablemente fue esa batalla por la que muchos estadounidenses la vieron por primera vez. “¿Puede pensar en alguna ley que le dé al Gobierno la posibilidad de decidir sobre el cuerpo de un hombre?”, le espetó en 2018 la entonces senadora de California a un enmudecido juez Brett Kavanaugh al preguntarle por su postura sobre el fallo Roe v. Wade, que garantizaba el derecho al aborto en Estados Unidos. Sucedió en la audiencia de confirmación del nominado por Donald Trump a la Corte Suprema.

Amanda Zurawski, con su esposo Josh, Kaitlyn Joshua y Hadley Duvall el 19 de agosto durante la convención demócrata.Mike Segar (REUTERS)

Por episodios como ése, la candidatura de Harris ha adquirido en poco tiempo una especie de furor esperanzador, especialmente entre las mujeres, convirtiéndola en una abanderada de sus causas. La candidata trajo un aire fresco a una elección que se preveía letárgica. Logró en pocos días alcanzar el umbral de los mil millones de dólares, la donación monetaria a una campaña más veloz de la historia. Y que las mujeres se volcaran a su paso, abriendo rápidamente la “mayor brecha de género que jamás hayamos visto”, según FM3, una firma de investigación de opinión orientada a políticas públicas.

Las estadounidenses que en 2017 salieron en millones a las calles de Washington y de otras ciudades en una marcha histórica de protesta ante la toma de posesión del presidente Donald Trump para defender los derechos que veían amenazados, podrían ahora ayudar a romper el mayor techo de cristal a Harris, una política que ya ha quebrado casi todos.

A la primera fiscal general de California, la primera persona de color elegida para el Senado por ese Estado, la primera vicepresidenta, y la primera candidata de color a la Casa Blanca la respaldan principalmente las mujeres. Según la encuesta de CBS News/YouGov, ellas la apoyan en porcentajes mayores que a Trump, e incluso al propio presidente Joe Biden. Y aunque se sabe que el voto femenino tradicionalmente es demócrata, la brecha crece gracias al giro repentino de las votantes indecisas, según reflejan los sondeos.

En torno a esa ola de esperanza han cerrado filas políticas como Alexandra Ocasio-Cortez, Elizabeth Warren, Nancy Pelosi, Hillary Clinton o Michelle Obama. La ex primera dama se refirió a ese furor tangible en la segunda jornada de la convención demócrata en Chicago: “Algo mágico está pasando, ¿no lo notan?”, exclamó. “No solo en esta arena, también en todo el país. Es la fuerza contagiosa de la esperanza”, aseguró.

“Hemos abierto muchas grietas en el techo de cristal más alto y más duro”, recordó por su parte la exsecretaria de Estado Hillary Clinton en un poderoso discurso el primer día de la convención. Ella, que se enfrentó a Donald Trump en 2016 como primera mujer en postularse oficialmente a la presidencia por uno de los principales partidos, confía ahora en que Harris pueda terminar el trabajo iniciado. “El futuro está aquí”, reiteró.

Y haciendo uso de la mejor oratoria de sororidad, Clinton extendió su mano asegurando que, en esta ocasión, la que estará del otro lado será Kamala Harris asumiendo la presidencia de EE UU. Porque, exclamó con voz vibrante, “cuando una barrera cae para una, cae -y abre el camino- para todas”.

Pero, como muy bien sabe Clinton por experiencia, para ellas, las barreras son más. Harris, por ejemplo, ha debido enfrentar cuestionamientos que nada tienen que ver con su capacidad para el cargo. Trump la llama “desagradable”, “despiadada” y “ambiciosa”, un término que sabemos que va cargado de negatividad cuando se usa en femenino.

También ha tenido que encarar un escrutinio por su forma de vestir o de reír. Y luego están las declaraciones de 2021 del candidato republicano a la vicepresidencia, J.D. Vance, que cuestionó el derecho al voto de las personas sin hijos en una entrevista viralizada en redes con la nominación de Harris, que no tiene hijos propios, aunque es madrastra de los dos de su esposo. En esa entrevista, Vance también lamentaba que EE UU estuviera gobernado “por un puñado de señoras con gatos y sin hijos —entre las que mencionaba a Harris— que se sienten desgraciadas de sus propias vidas y de las decisiones que han tomado, y por eso quieren que el resto del país también se sienta desgraciado”.

La candidata demócrata no ha respondido a esas declaraciones, pero sí lo han hecho la actriz Jennifer Aniston o los seguidores de la cantante Taylor Swift —sin hijos y con gatos— con todo el poder de movilización que eso implica. Lo cierto es que parte de la generación Z parece estar viendo en Kamala Harris su aliada, así como otras fuerzas de la cultura pop como Beyoncé, Pink y la rapera Megan Thee Stallion, aunque no sabemos qué tanto se convertirán en votos.

Pero no debemos olvidar que entre la fallida elección de Hillary Clinton y la candidatura de Kamala Harris han pasado el movimiento #MeToo, una desastrosa presidencia de Trump, un amenazante triunfo de Javier Milei en Argentina, la elección de una mujer al frente del Gobierno de México y otros momentos clave para las mujeres y el feminismo.

“En este momento, Kamala Harris, lo queramos o no, es la mujer al frente de todas las mujeres. (Espero)… seamos capaces de rodearla y sostenerla, porque nos estaremos sosteniendo a todas nosotras”, escribió la periodista feminista Angeles Caso en su columna en Artículo14.

“Históricamente decirse feminista cuando estás en una carrera presidencial ha sido una mala idea, algo que se supone espanta al electorado”, explica, por su parte, la escritora feminista Catalina Ruíz-Navarro. Sin embargo, ahora podría darle vuelta al escenario. “La llegada de Kamala llenó esta campaña de energía (...) de una esperanza muy necesaria para ganar una elección”, asegura.

El apoyo a Harris parece ahora casi una demostración de principios frente a un candidato republicano que no oculta sus tendencias misóginas, dispara frases machistas a quemarropa y que ha sido declarado culpable de abuso sexual, además de otros 34 delitos y que, de llegar a la presidencia, promete penalizar el aborto en todo el país.

En frente tendrá el 5 de noviembre a una hija de inmigrantes, que es la cara del sueño americano y criada en el seno de una familia progresista que ha mantenido siempre en su agenda la libertad reproductiva de las mujeres entre sus causas, especialmente tras la derogación de la sentencia Roe v. Wade en 2022 por la Corte Suprema de mayoría conservadora, tras varios nombramientos hechos por Trump.

En marzo de este año, Harris se convirtió en la primera vicepresidenta en visitar una clínica abortista de Planned Parenthood, una declaración de intenciones que contrastó con el tibio apoyo mostrado hasta entonces por Biden. Y el hombre que ha elegido como ‘número 2′, Tim Walz, fue el primer gobernador que garantizó el derecho al aborto, anticoncepción y tratamientos de fertilidad en su Estado, Minnesota.

Pero, atendiendo a sus declaraciones públicas, su lucha por la igualdad va más allá. “El estatus de la mujer es el estatus de la democracia”, dijo Harris en su primer discurso ante Naciones Unidas como vicepresidenta de EE UU en 2021. “Nosotros confiamos en las mujeres”, reafirmó en su discurso de aceptación de la candidatura demócrata este jueves. Y, de llegar a la Casa Blanca, tiene claras sus prioridades. “Cuando el Congreso apruebe una ley para proteger los derechos reproductivos, yo, como presidenta de EE UU, la firmaré con orgullo”, aseguró.

Pero antes, como advertía Zurawski en Chicago, hay que votar “como si la vida dependiera de ello”. La esperanza en estas elecciones, más que nunca, está puesta en la fuerza del voto femenino.

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