Víspera

Quien ocupe la silla del águila hereda no pocas madejas enrevesadas: la dolorosa nómina de miles de muertos, miles de desaparecidos, cientos de miles de deudas y fastos espectaculares, promesas empeñadas y demás daños colaterales

Jorge F. Hernández

Quien camina directamente de frente al sol puede cegarse en un ocaso que parece amanecer; hay sueños al alba que son en realidad pesadillas de medianoche y la centella hundida en las retinas vuelve dolorosa la lágrima que parecía feliz.

El resplandor luminoso aunque nuboso parece insuflar un entusiasmo verbal entre miles de mexicanos al ansia de ...

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Quien camina directamente de frente al sol puede cegarse en un ocaso que parece amanecer; hay sueños al alba que son en realidad pesadillas de medianoche y la centella hundida en las retinas vuelve dolorosa la lágrima que parecía feliz.

El resplandor luminoso aunque nuboso parece insuflar un entusiasmo verbal entre miles de mexicanos al ansia de la primera elección presidencial que tendrá candidata ganadora, inminente jefa de Estado… Señora presidenta. Quien ocupe la silla del águila hereda no pocas madejas enrevesadas, mentiras y obnubilaciones, hereda la dolorosa nómina de miles de muertos, miles de desaparecidos, cientos de miles de deudas amén de aún invisibles deudas de gastos y fastos espectaculares, promesas empeñadas y demás daños colaterales que deja húmedamente sobre la silla del águila su actual ocupante, habiendo adelantado que pretende retirarse literalmente a La Chingada.

Quien llevará en breve la otrora heroica banda tricolor sobre sus pechos contemplará con o sin el método científico el enrarecido paisaje de calles y carreteras mexicanas pobladas por gasolinerías de logotipo extranjero (a contrapelo del cívico discurso que glorificaba la Expropiación Petrolera de 1938) y celebrará los resultados de una jornada electoral que acumula más de 30 aspirantes asesinados durante los meses de las sucias campañas, las toneladas de basura de pancartas desinformativas y los mensos aforismos advenedizos en una danza de mercadotecnia que empapa el escenario donde la inmensa mayoría de voces clamantes son de los jóvenes y la amnesia, la esperanza de me late tan cerca de la ignorancia y un galimatías de gentrificación o masificación donde ya consta que en la colonia Condesa de la Ciudad de México ya no pican las salsas.

Quien llega a la silla como calendario tallado en piedra con una cara que le saca siempre la lengua al sol de quinta o a la supuesta transformación de cuarta o al campeonato de tercera, la oferta de segunda y un olvido de primera.

Quien llega trenzada su inteligencia con las mejores intenciones de mejorar el llamado contrato social de este México tan Méxicos merece un minuto de silencio por toda la sangre que transpira la nefanda cuadrícula del narcotráfico y el crimen que llaman organizado, la exagerada presencia del color verde olivo tan lejos de sus cuarteles, la monumentalidad simplona de un trenecito de circuito circular como en los parques de diversión, el candado hierático de puertos y aduanas, trasiego y tranzas y hasta la inexplicable inauguración de un megarefinería de combustibles en un país moteado por el huachicol, esa mágica palabra que parece clonada de un códice prehispánico.

Por mínimo respeto a la inteligencia de ancianos y niños exijo que se pida perdón por descarrilamientos abominables, falsificaciones a partir de los sismos y sobre todo la imperdonable simulación de un tren inexistente, sobre un vagón zarandeado por esclavos y sobre rieles que venían de ningún lado con destino a la nada; es decir, el fantasmal aeropuerto del llano en llamaradas.

Quien llegue ahora de elegante huipil y poco maquillaje a la silla de Pancho Villa, Porfirio Díaz o Gustavo Díaz Ordaz entre otros, deberá abandonar el discurso cantadito y otros dengues tropicales impostados, debe romper los sutiles enredos que han fertilizado polarizaciones necias y defender por encima de toda forma de adoctrinamiento el placer de leer, gozar de la polifonía sinfónica de la armonía y no sólo el sonsonete trasnochado de Silvio, la recuperación y defensa de la ley allende el populismo de abrazos fingidos.

Pido por piedad que no bese la mano de la madre de un capo asesino y que ya no se finja la integridad ante las pruebas irrefutables de la mordida, el cohecho o desvelar ese silogismo donde la corrupción se ha redefinido precisamente como combate a la corrupción o el sonriente nepotismo tan ligado a la obesidad por engreimiento y sí, ¡por piedad! Y sin encuestas o consultas de pantomima a todos, absolutamente todos los machos alfa, gobernatores y diputables, cenadoras y desrepresentantes o exmandamases que no será la primera vez en sus vidas que ponga los ponga en orden una voz femenina en medio de sus desmadres y el tiradero que ya dábamos como inevitable y deseo de corazón que todos los tiranillos e imputados que se creen intocables caigan de rodillas ante el milagro mexicano donde hasta las judías son guadalupanas y la inmensa luna brille como un sol.

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