Limpiando las lupas: observación, justicia y elecciones

Las autoridades electorales nos enfrentamos a indicadores desafiantes sobre el nivel de satisfacción de la ciudadanía con las elecciones y la democracia en México

Un hombre deposita su voto para la gubernatura del Estado de Coahuila, el 4 de junio de 2023.Mónica González Islas

De cara al proceso electoral que se anuncia como el más grande en la historia de México, las autoridades electorales nos enfrentamos a indicadores desafiantes sobre el nivel de satisfacción de la ciudadanía con las elecciones y la democracia en México.

Los datos de la encuesta Latinobarómetro 2023 muestran que la proporción de ...

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De cara al proceso electoral que se anuncia como el más grande en la historia de México, las autoridades electorales nos enfrentamos a indicadores desafiantes sobre el nivel de satisfacción de la ciudadanía con las elecciones y la democracia en México.

Los datos de la encuesta Latinobarómetro 2023 muestran que la proporción de quienes consideran a la democracia como la mejor forma de gobierno aumentó del 60% al 71%, pero que también incrementó quienes están dispuestos a aceptar un gobierno autoritario al pasar de un 22% a un 33%.

El reporte del Instituto V-Dem sobre el estado de la democracia de 2022 deja ver que la polarización en el país ha ido al alza en la última década.

Los resultados de la encuesta de Percepción de Integridad Electoral de 2021 reflejan una evaluación apenas aprobatoria.

Estos indicadores se deben a diversos factores como los desafíos que enfrentan las democracias para combatir la corrupción y tener sociedades de mayor igualdad, impulsar el diálogo de posturas contrarias y combatir la desinformación, así como la persistencia de conductas antidemocráticas como el incumplimiento de la ley, el uso indebido de recursos públicos, el financiamiento ilícito a partidos y candidaturas, las amenazas y desacato a las instituciones y las prácticas electorales nocivas como la compra y coacción del voto, la intervención de funcionarios en elecciones, el uso político de programas sociales y el sesgo en la comunicación de la información.

Estos factores reflejan algunas de las condiciones en las que las personas toman la decisión de por quién votar y valoran la legitimidad de las elecciones y sus resultados. Sí, la justicia es ciega, pero no puede serlo frente a las prácticas que limitan la libertad del sufragio. La justicia electoral siempre debe ver a la ciudadanía como la única dueña de la democracia. Es por eso que, frente a este contexto, el Tribunal Electoral fortalecerá su trabajo durante el proceso electoral con un proyecto de observación y acompañamiento electoral de sus sentencias. De esta manera, se robustecerán sus misiones de:

1) Pacificar las diferencias político-electorales para contribuir a la estabilidad democrática;

2) Garantizar elecciones justas y el ejercicio de los derechos político-electorales de la ciudadanía; y

3) Arbitrar la transmisión pacífica del poder público.

México destaca en este tema porque ha liderado distintos esfuerzos de realizar misiones de acompañamiento en el ámbito judicial. En ese sentido, el Tribunal Electoral está abierto al escrutinio internacional, por lo que la inversión en su observación es una inversión en la legitimidad de los resultados electorales, en la confianza ciudadana en estos y en un sistema de elecciones de calidad.

Con el proyecto de observación y acompañamiento electoral, se busca cumplir con los más altos estándares internacionales en integridad y evaluar el impacto que tienen las sentencias del Tribunal en la calidad de las elecciones. Esto gracias al acompañamiento especializado de la impartición de justicia electoral, que abarcaría el trabajo de la Red Mundial de Justicia Electoral (RMJE), la Unión Interamericana de Organismos Electorales (UNIORE) y una misión conformada por expertos internacionales.

Su labor consistirá en observar las distintas etapas del proceso electoral —desde la preparación del proceso hasta la jornada de votación— para estudiar temáticas como:

- La neutralidad de las y los servidores públicos,

- La paridad y la violencia política de género,

- El financiamiento y la fiscalización,

- La compra y coacción del voto,

- El funcionamiento independiente e imparcial de las autoridades electorales, de entre otros temas.

Todo ello con el objetivo de elevar el nivel de exigencia a todo el sistema de justicia y de elecciones, a través de:

- El análisis de las sentencias del Tribunal Electoral para prevenir, sancionar y disuadir malas prácticas;

- La atención a la defensa de los derechos y a la calidad de todo el ciclo electoral. No solo el día de la elección, sino revisando aspectos relevantes como la cobertura de los medios de comunicación, la fiscalización y la igualdad para participar por una candidatura;

- La aplicación de estándares internacionales como una garantía de los derechos humanos que deben prevalecer en todo régimen democrático; Para, con todo ello, analizar la independencia e imparcialidad que debe regir en la labor de las autoridades electorales.

Las elecciones son una condición necesaria, pero no suficiente de la democracia. Se requiere de cortes que mantengan el Estado de derecho, de actores políticos comprometidos con las reglas del juego democrático, con medios de comunicación que informen de manera responsable y, sobre todo, de una ciudadanía activa, vigilante y participativa. El acompañamiento y la observación son un paso más en este camino para abonar a la confianza y legitimidad de las elecciones y de las y los representantes que surjan de ellas.

Alfonso Reyes, decía que “la paz, como la democracia, solo puede dar todos sus frutos donde todos la respetan y aman”. La democracia de hoy necesita, más que cualquier cosa, una ciudadanía que crea en la democracia y demócratas que le den vida y la protejan. Desde la justicia electoral reconocemos la responsabilidad que tenemos en esta tarea. Por eso, durante 27 años, nos hemos consolidado como un tribunal abierto y de derechos en el que las personas tengan un garante para defender su voto y proteger su elección. Hoy la apuesta del Tribunal Electoral es clara: la estabilidad política, la paz social y la democracia ciudadana.

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