Columna

Kumuuny. Algunas ideas en torno de la idea de comunidad

Ante las situaciones absurdas que enfrentan las democracias liberales, se abren preguntas que permiten pensar en otras posibilidades de organizar la vida en común

Simpatizantes de Donald Trump, en el asalto al Capitolio del pasado 6 de enero.Jose Luis Magana (AP)

En el contexto actual en el que el modelo de las democracias liberales que funcionan en el marco del estado nacional se desnudan en situaciones absurdas, se abren preguntas que nos permiten comenzar a pensar en otras posibilidades de organizar la tan imprescindible vida en común. Entre esas diferentes opciones, la idea de comunidad se erige como una de las principales antítesis del modelo del estado. En los territorios más allá del estado, la comunidad pa...

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En el contexto actual en el que el modelo de las democracias liberales que funcionan en el marco del estado nacional se desnudan en situaciones absurdas, se abren preguntas que nos permiten comenzar a pensar en otras posibilidades de organizar la tan imprescindible vida en común. Entre esas diferentes opciones, la idea de comunidad se erige como una de las principales antítesis del modelo del estado. En los territorios más allá del estado, la comunidad parece una alternativa deseable. Pero, pocas cosas tan amplias en el campo del significado como el terreno semántico que puede cubrir la palabra “comunidad”. Ahora sólo plantearé algunas inquietudes sobre esta apasionante categoría. A veces, se utiliza en tantos contextos distintos que parece un concepto que se ha vaciado de tanto usarlo. Una de las categorías más visitadas en la bibliografía antropológica sobre los pueblos de esto que se ha llamado Mesoamérica es la comunidad. El análisis de los pueblos indígenas en este lado del mundo ha estado tan atravesada siempre de esa noción de comunidad que incluso se ha llegado a confundir a tal grado que casi siempre que hablamos de pueblos indígenas implicamos que se habla también de comunidades. Comunidad y pueblo indígena se han vuelto indisolubles en algunos contextos pero no siempre puede establecerse esta equivalencia.

Por un lado, encontramos el uso de comunidad para referirse a conjuntos de personas que establecen relaciones con una preocupación o un objetivo en común. A menudo se habla de la comunidad de artistas de la Ciudad de México, la comunidad LGBTTT+ o de la comunidad de músicos de la misma ciudad. Estas comunidades no comparten un territorio común ni se rigen bajo estructuras de gobierno centralizadas y sus mecanismos de representación son diversos según las necesidades u objetivos planteados y bajo figuras oficiales como las asociaciones civiles. Me parece que este uso de comunidad se refiere a la relación y al trabajo conjunto que se establece en aras de lograr metas comunes. Dentro de las políticas públicas es posible hallar también proyectos gubernamentales para desarrollar cultura comunitaria y de alentar la participación ciudadana. En este caso, entiendo que es crear lazos entre personas que puedan tener mecanismos de representación y coordinación para mejorar la vida en común al amparo de programas institucionales. Este uso de la palabra comunidad me remite a muchas preguntas sobre las semejanzas y diferencias entre la creación de colectivos y la creación de las comunidades. ¿Cuál sería la diferencia entre cultura colectiva y cultura comunitaria? ¿Es el estado o el mercado el que puede alentar la creación de comunidades?

Por otro lado, es posible hallar un uso de comunidad definida como un tipo de organización sociopolítica con estructuras de autogobierno, asamblea como máximo órgano de decisión y relación con un territorio definido que puede encargarse de funciones que, en otros contextos sólo podría hacer el estado, como impartir justicia y determinar el disfrute de bienes naturales como el agua además de otros roles ejecutivos para resolver la vida en común. A este tipo de funcionamiento sociopolítico, los antropólogos y luchadores Floriberto Díaz y Jaime Luna, mixe y zapoteco respectivamente, llamaron comunalidad. Cada vez que me adentro en el territorio de un pueblo indígena hago preguntas que me permitan, de entrada, tener pistas sobre su funcionamiento. La primera pregunta se relaciona con el tipo de relación que establecen con las figuras de gobierno del estado. El estado mexicano contempla la existencia de una entidad local como es el municipio, pero, así como colectivo no es sinónimo de comunidad, el municipio tampoco lo es. En la mayoría de las entidades federativas, la población indígena que está organizada como comunidad, con sus propios sistemas de representación política, se encuentra dentro de municipios cuyas cabeceras municipales y administración están bajo el control de población mestiza que elige gobierno por medio de una elección en la que contienden distintos partidos políticos. En muchos casos, las cabeceras municipales mestizas ejercen relaciones opresivas y racistas con las comunidades indígenas encapsuladas dentro de su territorio. El caso del estado de Oaxaca es particular, en muchos casos aunque no siempre, la figura del municipio está bajo el control de población indígena y en muchos de estos casos, el municipio funciona bajo el mandato de la comunidad: el órgano máximo de decisión es una asamblea, la elección de autoridades municipales que a su vez son comunitarias se hace sin la participación de partidos políticos y el cabildo funciona distinto al resto de los municipios del país pues imprime en esta figura una tradición que la precede como el hecho de que, en muchas comunidades, las funciones en el cabildo no tienen asignado ningún salario. En estos casos, la comunidad precede al municipio. Esta realidad, por supuesto, no está exenta de conflictos cuando bajo una misma figura municipal se agrupan más de una comunidad indígena en la que cada una tiene su propia asamblea y hay que sentar los términos de su participación en las dinámicas municipales. Una vez que mi primera pregunta me ha dado pistas de la relación entre comunidad y municipio, pregunto entonces sobre la tenencia de la tierra. Cuando la tenencia es social, comunal o ejidal, se genera ahí una comunidad agraria con sus órganos de representación que genera una comunidad que puede estar empalmada o no con una comunidad sociopolítica. Una comunidad sociopolítica que precede al estado puede tomar la figura de la comunidad agraria para poder organizar su vida en común. En algunos casos lo que llamo aquí comunidad sociopolítica puede empalmarse con una comunidad agraria a tal punto que se vuelva casi indistinguible como sucede en mi comunidad. En otros casos, la figura de la comunidad agraria arropa prácticas comunitarias que pueden resistir a la figura de los municipios controlados por mestizos. La tercera pregunta que hago se relaciona con las prácticas identitarias, la diferencia en la vestimenta tradicional y lo que el lingüista Leopoldo Valiñas ha planteado como comunalecto, la variante de lengua que es propia de cada comunidad.

Las respuestas a estas preguntas me permiten tener las primeras pistas para comenzar a leer la situación de los pueblos indígenas que voy conociendo. Las respuestas son muy distintas entre sí, no todos los pueblos indígenas se organizan bajo la figura de la comunidad ni en la actualidad ni históricamente, no todas las organizaciones comunitarias se encuentran en pueblos indígenas. Las respuestas en las grandes ciudades son más sencillas, las estructuras de gobierno se eligen siempre por medio del voto en urnas con la participación de partidos políticos hasta el nivel municipal, la propiedad de la tierra es privada y la única lengua que se habla es el español. ¿Cómo podemos, en estos contextos, recrear comunidad?


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