Nuevos Justos

Ajustemos la lista de justos de la Cábala a los tiempos que vivimos con el abecedario completo de los llamados trabajadores sanitarios

Una ilustración de Jorge F. Hernández.

Vuelvo a la Cábala mística en la secreta línea donde afirma que cada generación humana sobre esta Tierra se salva de la condena eterna gracias a la existencia de 33 justos que por vivir como viven salvan a la humanidad entera sin que nadie se dé cuenta de ello. Como son cabalísticos, esos 33 pueden ser 3333 o tres millones o simplemente tres que se reúnen a tomar un té en la neblina feliz de una atardecer anónimo. Jorge Luis Borges dedicó un poema al atrevido intento de enumerarlos y mencionó al hombre que convierte al barro en ave o los dos amigos que se reúnen para una partida de ajedrez tod...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Vuelvo a la Cábala mística en la secreta línea donde afirma que cada generación humana sobre esta Tierra se salva de la condena eterna gracias a la existencia de 33 justos que por vivir como viven salvan a la humanidad entera sin que nadie se dé cuenta de ello. Como son cabalísticos, esos 33 pueden ser 3333 o tres millones o simplemente tres que se reúnen a tomar un té en la neblina feliz de una atardecer anónimo. Jorge Luis Borges dedicó un poema al atrevido intento de enumerarlos y mencionó al hombre que convierte al barro en ave o los dos amigos que se reúnen para una partida de ajedrez todos los días, sin importarles quien gane o pierda; habla de quien descubre por primera vez la prosa de Stevenson habiéndolo leído toda la vida y las humildes manos callosas que cuidan un jardín quizá escondido con el callado afán de cuidar la extensa y fugaz vida de una sola rosa en flor.

Ajustemos la lista de posibles Justos a los tiempos que vivimos con el abecedario completo de los llamados trabajadores sanitarios: la enfermera que se desinfecta al final de una jornada de 20 horas para no contagiar a sus propios hijos y al camillero que se forra las manos en bolsas de plástico a falta de guantes para intentar levantar en vilo el peso de un paciente que agoniza conectado a un respirador artificial. Agreguemos a los ancianos todos en esta pandemia que parece diseñada para su extinción y a todos los niños que no saben si son inmunes al raro bicho invisible que dicen invade los pulmones de los adultos con un sofoco que ahoga y sumemos a los médicos y doctoras, los anestesistas y las que lavan las batas, los que manipulan jeringas y las que intentan cambiar la mascarilla de los mancos y la bacinica de los mudos y las gafas de los ciegos.

Hemos de sumar a quien evita aglomeraciones y guarda distancia, pero también al que calla por prudencia ante la estupidez ajena como quien guarda silencio ante el dolor o las pérdidas de todos los prójimos; sumemos a quienes se lavan las manos con el afán de no contagiar a los demás y respirar hondo y para sí en vez de escupirle al mundo sus flemas o insultos y agreguemos a la nómina de Justos a quien continua intentando hacer lo que hacía de siempre ahora que parece imposible hacer algo o quienes evitan no hacer nada en medio de tantísima gente que precisamente no hace nada y sume Usted a quien lee en la madrugada sin prisa y quien intenta cuajar un párrafo en tinta o delinear la silueta de la mujer que ama de lejos sin importarle fijar una reunión o el hombre que evoca el último beso como una efeméride increíble o una de esas raras escenas que se proyectan en pantallas donde todos se abrazan y se ven las carcajadas sin telones de por medio en el ruido maravilloso de un concierto polifónico y policromado como biombo del mundo extendido donde miles de millones de caras esconden entre ellas el rostro incógnito y anónimo de un Justo… que no sabe que con solo insinuar una sonrisa nos salva a todos desde el delicioso refugio de su cuna o envuelto en la vieja bufanda de su anciana edad o la silueta irreconocible de media nariz y labios ocultos tras la delicada telilla de una mascarilla ajustada. Nunca mejor dicho.

Archivado En