Clara Brugada o la estudiante perfecta de Morena
EL PAÍS acompaña a la candidata guinda al Gobierno de la capital en un día de campaña, por eventos formales y asambleas vecinales
Clara Brugada se para. Se estira el vestido, se acomoda el pelo, ahora más lacio, y da un paso al frente. Está impecable, ha hecho la tarea y se siente segura. Toma aire y se dispone a hablar. Los próximos 30 minutos expondrá a detalle su propuesta para atajar el problema de la inseguridad en Ciudad de México. Al finalizar, se disculpará por haberse extendido tanto. Era necesario desarrollar cada arista, justificará. Luego se tomará la foto, sonriente, abrazada de aquellos que la acompañaron desde el primer día y los que se fueron subiendo al barco luego. Pero le resta importancia, tiene en su cabeza fijada la meta. Lo importante es pasar el examen del próximo 2 de junio, y para eso tirará de todo lo que tenga a mano. Y se muestra tranquila. Si la ansiedad la carcome por dentro, no se puede saber, porque tanto ella como quienes están a su alrededor lo saben: si estuvieran en un lugar llamado Morena, Brugada sería la estudiante perfecta para aquella misión.
El patio del antiguo convento de San Hipólito la abraza. Un centenar de personas alegres le aplauden y sacuden sus teléfonos con calcomanías de una versión pincelada de la candidata que les han pegado al ingresar. Son unos días intensos para Brugada, que lleva la delantera en las encuestas, frente a sus rivales Santiago Taboada y Salomón Chertorivski. Toda la semana ha encadenado un evento detrás de otro. El día que se le avecina es largo, por eso los tenis que ha elegido a tono con su vestido primaveral parecen una buena elección. Se mira los pies al bajar del escenario, unos pocos escalones la separan de las cientos de preguntas que tiene la prensa para ella. Responde poco y sigue adelante con la agenda.
Los números de las encuestas la tranquilizan, pero no la detienen, cuenta poco después a este periódico a un costado de su camioneta, en el estacionamiento del exconvento. Está comiendo bien, durmiendo un poco menos. “El cansancio fue al inicio, ahorita ya agarré la dinámica”, dice. Y qué bueno, porque después de la presentación de su estrategia de seguridad tendrá dos reuniones privadas, dos mítines por la tarde y atenderá entrevistas de los medios de comunicación por la noche. Estará todo el día rodeada de sus compañeros del partido, algunos, como la exfiscal Ernestina Godoy, que también compiten por algún cargo público. Así ha sido desde que le ganó la interna a Omar García Harfuch el año pasado, y así será hasta que lleguen las elecciones. Sin familiares a la vista.
La nominación de Brugada como candidata fue un alivio para el núcleo duro de Morena. El proceso estuvo rodeado de polémica por las fuertes críticas de ese sector ortodoxo del partido que no veía con buenos ojos que un policía fuera el candidato. La alcaldesa de Iztapalapa con licencia ha tildado todos los requerimientos para ser una buena elección. Entre ellos, quizá el más importante, está el hecho de que no carga sobre sus espaldas ninguna gran mancha de corrupción, una de las principales cruzadas retóricas del presidente. Si se pudiera ser más obradorista que López Obrador, ella estaría en esa categoría. Aunque no sería la única. Pese a su disciplina y lealtad a la Cuarta Transformación —antes de anunciar sus aspiraciones pidió luz verde en Palacio Nacional—, es una mujer de ideas propias. Con una voz fuerte. Algo que no se ve mucho estos días en los que abundan los repetidores.
Brugada elige sus batallas y sus discursos. “Lo que yo digo con la gente, eso es mío”, asegura. Las decenas de asesores que tiene en su equipo le recomiendan más sobre lo que debe contener la propaganda que inunda la ciudad o lo que deben decir los spots en las redes sociales, cuenta. Pero lo que dice en cada mitin es de su “ronco pecho”.
Cada vez que sale a un escenario está preparada para convencer a todos. No tiene ningún ritual de la suerte que la acompañe. Solo ser ella, ser 100% Clara. Aunque sus asesores han contado otra versión a este periódico. Algunos han explicado que el cambio de imagen que ha tenido, ropa más formal y cabello alaciado, tiene una raíz electoral: es la réplica a la estrategia elegida por la candidata presidencial de Morena, Claudia Sheinbaum. Detrás subyace la idea de que el pelo crespo y el estilo informal no calan en las clases medias y altas. De hecho el principal rival de Brugada se pasea cada día de camisa y saco, sin importar el destino.
— Ha cambiado el look en campaña, ¿por qué?
—¿En campaña? No, ya desde un tiempecito atrás.
—¿Y por qué lo cambió?
—Porque creo que me veo bien— dice y sonríe.
En la lista de alcaldías a conquistar con su nuevo estilo, la candidata tiene un pendiente muy puntual, la alcaldía Benito Juárez, la casa de su principal contrincante y una delegación que lleva 20 años eligiendo a la derecha. Pero la Benito Juárez fue también en algún momento el hogar de Brugada, allí nació. Luego se marchó y concentró su carrera política en Iztapalapa, una de las zonas más pobres de la ciudad. “Desde hace mucho tiempo decidí que a mi vida la iba a hacer en otro lugar e iba a trabajar con la gente que menos tiene”, dice parada junto a su vehículo. “Nunca lo hice por una cuestión política, eran otras mis razones, era combatir desigualdades desde el territorio, la opción por los pobres. En fin, esas fueron mis razones y así lo hice, no me importó”.
El ajetreado día transcurrirá casi sin inconvenientes. Casi. Mientras la candidata presenta su estrategia de seguridad en el antiguo convento de San Hipólito, una cara conocida pero poco amigable se roba la atención unos minutos. Rafael Acosta Ángeles, conocido como Juanito, un eterno fantasma al acecho de Brugada, se aparece en el evento con un cartel casero al grito de “Me robó Iztapalapa”. Los dos personajes tuvieron un desencuentro en 2009. Brugada buscaba ser candidata a la alcaldía de Iztapalapa, pero no fue autorizada por un asunto jurídico. Entonces desde el partido impulsaron la candidatura de Acosta, bajo la promesa de que cuando ganara debía ceder el cargo para que ella pudiera asumir. Sin embargo, cuando triunfó en las elecciones, se negó a cumplir con su palabra, hasta que fue forzado políticamente a salir.
—¿La pasa seguido que le siga Juanito a los eventos?
—¿Era Juanito? Ay, yo ni cuenta me di. Pues no, es la primera vez. ¿Vino a armarla de tós?— le pregunta a su equipo. —No, bueno, ese es mandado. O sea, siempre está con algún partido.
El incidente será un pormenor ya por la tarde. La candidata se dará un baño de seguidores en algunas alcaldías clave para Morena, aquellas que perdieron en las elecciones del 2021, cuando el partido sufrió una derrota importante en la capital. En esos puntos, como Azcapotzalco o Miguel Hidalgo, han reforzado la campaña territorial. Frente al mercado de la colonia Obrero Popular, Brugada le hablará a la gente de aquello que le interesa a la gente: la economía familiar, las becas y la seguridad. Se mostrará más como jefa de Gobierno que como candidata. Se pensará así. Y deseará que las urnas se lo permitan.
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