“Soy el primero”: la estrategia de Ebrard para ganar la candidatura presidencial de Morena

El excanciller apuesta por recorrer las principales 50 ciudades de México en 10 semanas y por marcar el ritmo en la carrera por la sucesión a las otras ‘corcholatas’

Marcelo Ebrard después de registrarse en la encuesta de Morena para los aspirantes a la presidencia, el 14 de junio en Ciudad de México.RAQUEL CUNHA (REUTERS)

Marcelo Ebrard entró de la mano de su esposa, levantó el pulgar derecho y esbozó la mayor sonrisa que pudo. “Soy el primero que me registro, soy el primero que me separé del cargo y soy el primero en las encuestas”, dijo el excanciller al presentar su registro en la carrera por la sucesión de Morena el pasado miércoles. Fue hasta el viernes cuando el resto de las corcholatas hizo lo propio, el mismo día en que ...

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Marcelo Ebrard entró de la mano de su esposa, levantó el pulgar derecho y esbozó la mayor sonrisa que pudo. “Soy el primero que me registro, soy el primero que me separé del cargo y soy el primero en las encuestas”, dijo el excanciller al presentar su registro en la carrera por la sucesión de Morena el pasado miércoles. Fue hasta el viernes cuando el resto de las corcholatas hizo lo propio, el mismo día en que Adán Augusto López dejó la Secretaría de Gobernación y en que el Congreso de Ciudad de México aceptó la renuncia de Claudia Sheinbaum a la Jefatura de Gobierno. Para entonces, Ebrard ya tenía prácticamente cinco días de haberlo hecho y dos semanas de haberlo anunciado. El exsecretario de Relaciones Exteriores ha pasado a la ofensiva en el primer tramo de la contienda partidista y ha dejado claro a sus rivales que no tiene tiempo que perder para escalar en la encuesta que definirá al candidato del bloque gobernante. Él se ha dispuesto a marcar el ritmo y el tono de la cobertura mediática de las últimas semanas y de la competencia al pelotón de punteros. “Llevamos tres primeros lugares”, presumió.

Su equipo de trabajo asegura que está afinando los últimos detalles para iniciar un recorrido por las principales 50 ciudades del país antes de que se empiece a levantar la encuesta definitiva que se presentará el próximo 6 de septiembre, una maratón que espera cumplir en poco más de dos meses. “No les voy a decir ahorita las características porque le doy una ventaja a los demás participantes. Los voy a sorprender también el lunes”, respondió cuando los medios le preguntaron sobre cuál será su primera parada.

Marcelo Ebrard, acompañado de su esposa Rosalinda Bueso, Mario Delgado y Citlalli Hernández, al registrarse como precandidato, el 14 de junio de 2023.Isaac Esquivel (EFE)

Ebrard se ha adueñado del foco mediático con una táctica de goteo para establecer la agenda informativa. Una vez terminada la “tregua” que pidió la dirigencia de Morena tras las elecciones de Coahuila y el Estado de México (y cuando todo mundo esperaba que diera a conocer su propuesta sobre el diseño de la encuesta), el excanciller recurrió otra vez al elemento sorpresa. Anunció su salida de Exteriores a partir del 12 de junio y consiguió así que toda la semana pasada se hablara de las posibles renuncias y reacomodos en la coalición de Gobierno. Esta semana deslizó el tema del financiamiento y una propuesta de “bolsa común” para los aspirantes en una entrevista con Ciro Gómez Leyva. Para el viernes, Mario Delgado, el líder de la agrupación guinda, tuvo que hacer públicos los lineamientos y dio a conocer que se entregarían cinco millones de pesos a cada corcholata.

Hasta hace apenas unas semanas, el ánimo en su campaña era muy diferente. Uno de sus colaboradores más cercanos reconoce que hubo cierta desazón ante la indefinición de Morena sobre las reglas de la contienda interna y las voces que se multiplicaron para asegurar que todo estaba definido a favor de Sheinbaum. Otro miembro de su equipo de trabajo matiza esto y admite que hubo incertidumbre durante meses. El punto de inflexión vino tras la reunión que convocó Andrés Manuel López Obrador en el restaurante El Mayor con las corcholatas y un encuentro previo que sostuvo con Ebrard.

López Obrador junto a los aspirantes presidenciales: Marcelo Ebrard, Adán Augusto López, Ricardo Monreal y Claudia Sheinbaum.@lopezobrador_ (RR SS)

La cena, objeto de innumerables filtraciones sobre lo que se dijo y lo que pasó, marcó el inicio de lo que desde fuera ha tenido visos de pacto entre el presidente y el canciller: dar vía libre a todas las condiciones que solicitó Ebrard para participar a cambio de no desacreditar la encuesta y garantizar la unidad. Aun con toda la ventaja que lleva el movimiento del presidente rumbo a 2024, Coahuila fue un aviso de lo caras que se pueden pagar las fracturas. Al día siguiente, el 6 de junio, el entonces secretario comunicó la decisión a su círculo más cercano minutos antes de anunciar su renuncia. Apenas 24 horas antes, previo a la cena con López Obrador, Sheinbaum había asegurado que no iba a dejar su puesto hasta ganar la encuesta. El tablero de juego cambió por completo días más tarde durante la celebración del Consejo de Morena.

La decisión de conducir la contienda interna da a López Obrador más garantías de que mantendrá las riendas políticas del país de cara al año largo que le queda en la silla presidencial. También lleva la contienda a sus propios términos: se espera que los seis aspirantes recorran todo el país, tal como lo hizo él. Supone, además, un simulacro de cómo reaccionan los precandidatos a la presión de una campaña por la grande. Todos han ganado elecciones, pero ahora tendrán que demostrar que pueden soportar los focos, las filtraciones y el fuego amigo durante los próximos dos meses. El video de Sheinbaum diciendo “Ya me cansé” es un botón de muestra de una campaña que, pese a todas las salvaguardas, se anticipa como dura.

Para Ebrard, por su parte, es importante reflejar que se siente cómodo en la contienda y que no teme a la confrontación, siempre dentro de los márgenes que le deja el partido. “Sonrían, todo va a estar bien”, reza su lema de campaña. El excanciller se está apoyando en un equipo apuntalado por la senadora Malú Micher, la exsubsecretaria Martha Delgado, una unidad de prensa que apuesta por los medios masivos y otra que maneja sus redes sociales. Sus colaboradores aseguran que no tiene ningún estratega electoral y consideran que es prematuro acudir a uno, el excanciller quiere llevar por sí mismo el timón del barco y seguir manejando los tiempos de la campaña.


Marcelo Ebrard con una playera que lleva su lema de campaña, en un acto pequeño en Ciudad de México, el 12 de junio.José Méndez (EFE)

Pese al techo de campaña de cinco millones de pesos, la llamada etapa de los recorridos dirá mucho de las apuestas de los “delegados” de la Cuarta Transformación. Es poco probable, salvo que haya más sorpresas, que Ebrard se decante por mitines masivos y lo más probable es que se concentre en actos pequeños, que puedan apelar a la militancia, pero también a los sectores moderados y desencantados. Es una encuesta a la población en general, por eso también el énfasis en la cobertura mediática.

“Nuestro lema es la alegría, es lo que va a hacer que triunfemos y que salgamos adelante”, dijo Ebrard ante la militancia de Morena, poco antes de asegurar que contaba con medio millón de voluntarios para apoyarlo. El excanciller y las otras corcholatas ya trabajan en las propuestas, en navegar entre la “continuidad con cambio” y en apuntalar su trabajo territorial, pero también están buscando la fórmula para apelar a los sentimientos. Adán Augusto López dice “estamos a gusto” y pone sobre la mesa su lealtad a López Obrador. Sheinbaum habla de “hacer historia” (un guiño al presidente) y de ser la primera presidenta. Ricardo Monreal, de “reconciliación”.

Rosalinda Bueso y Marcelo Ebrard, el 14 de junio en Ciudad de México.Isaac Esquivel (EFE)

Ebrard habla de “alegría” y “confianza”. Pero también busca moverse entre equilibrios muy delgados para refrendar que es diferente a los otros perfiles y al mismo tiempo que es un jugador de equipo; que tiene su propio peso político y al mismo tiempo que Morena se escribe con M de Marcelo, que es la persona de los videos de Tik Tok y el interlocutor que puede hablar a todos, no solo al núcleo duro de Morena.

Como en otras carreras de fondo, la gran incógnita es si logrará mantener el sprint durante dos meses y cómo responderá el resto de corcholatas. Paradójicamente, toda la incertidumbre sobre quién será el ganador, que crecerá si se cierra la campaña, juega a su favor. La mayoría de las encuestas lo ha puesto en el segundo lugar, está por verse si logrará el rebase en la que decidirá todo el 6 de septiembre.

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