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México llega con un acuerdo de seguridad, migración y comercio al final de la cuenta atrás de los aranceles de Trump

Ciudad de México y Washington han mantenido durante ocho meses una tensión que eleva la incertidumbre sobre el futuro económico. Faltan cuatro días para que acabe la prórroga comercial

México está en una semana decisiva para su economía. El jueves vence el plazo de 90 días que el presidente estadounidense, Donald Trump, dio al Gobierno mexicano para evaluar la relación comercial y definir los aranceles que entre ellos permanecerán. El país latinoamericano es el principal socio de Estados Unidos, sin embargo, no ha conseguido librar el embate proteccionista que Trump ha emprendido globalmente. Con algunas concesiones y...

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México está en una semana decisiva para su economía. El jueves vence el plazo de 90 días que el presidente estadounidense, Donald Trump, dio al Gobierno mexicano para evaluar la relación comercial y definir los aranceles que entre ellos permanecerán. El país latinoamericano es el principal socio de Estados Unidos, sin embargo, no ha conseguido librar el embate proteccionista que Trump ha emprendido globalmente. Con algunas concesiones y anclado al tratado de libre comercio (TMEC), el republicano ha impuesto a México tarifas del 25% a todos los productos que no están contemplados en el acuerdo, gravámenes del 25% a los automóviles, además de aranceles del 50% al acero, el aluminio y el cobre.

La senda arancelaria entre ambos países comenzó casi al arranque del segundo periodo de la Administración de Trump, en enero de este año, cuando el presidente estadounidense sacudió la relación bilateral anunciando la implementación de nuevas tarifas para México y Canadá. En marzo arrancaron las imposiciones arancelarias bajo el argumento de que México no se encontraba haciendo lo suficiente en la frontera para frenar los flujos migratorios irregulares ni para impedir el tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos. Desde entonces ambos países han mantenido una tensión que eleva la incertidumbre para el futuro económico de México.

El tira y afloja ha sido protagonizado esencialmente por la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, y Trump, que en una serie de plazos —establecidos por el republicano— se han puesto al teléfono para buscar una forma de apaciguar la tensión. Sheinbaum ha presumido de mantener la “cabeza fría” y ha desplegado toda la información a su alcance para impedir que el presidente estadounidense avance en la imposición de aranceles. Trump, por su parte, solo tiene halagos para la primera presidenta mexicana y ha admitido que mientras es sumamente duro con otros países, con México ha evitado la confrontación frontal y las medidas comerciales más duras. “Las complejidades de un acuerdo con México son algo diferentes a las de otros países debido a los problemas y las ventajas de la frontera”, reconoció el republicano en julio, tras imponer la última prórroga.

Ha sido en los últimos tres meses cuando la conversación entre ambos países ha dado un giro. Desde México, se habla ahora de un acuerdo que incluye a la seguridad, la migración y el comercio. Sheinbaum mencionó el viernes que un equipo de la Secretaría de Economía, encabezada por Marcelo Ebrard, viajará esta semana a Corea del Sur para reunirse con miembros del Gobierno de Trump en el foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés), y que allí cerrarán los últimos detalles de esta alianza. Al filo de que el plazo vuelva a cerrarse, México y Estados Unidos prevén sellar un trato tan diverso como desconocido, que según Sheinbaum “está ya muy adelantado” y podría terminar con ocho meses de incertidumbre.

En medio de este vaivén, el elefante en la habitación es el TMEC. México, Estados Unidos y Canadá han fortalecido en los últimos 30 años a Norteamérica como un bloque comercial potente de la mano del libre comercio. Fue el mismo Trump, quien en 2018 propuso el rediseño del tratado y llamó a sus socios a la mesa. Contra todo pronóstico, los tres países lograron ponerse de acuerdo y fijaron 2026 como el año en el que revisarían si los cambios habían funcionado. Con la mira en julio del próximo año, Trump ha tanteado la idea de romper el TMEC y diseñar acuerdos bilaterales con cada uno de los socios. La guerra arancelaria de Estados Unidos refuerza cada día la posibilidad de que la economía más grande del mundo decida ir por su cuenta.

Tanto México como Canadá han insistido en que el acuerdo seguirá siendo tripartito, dado que su valor radica en la fortaleza del bloque comercial. “Lo que preveo es que vamos a ir a una revisión del tratado. Seguramente, tendrá algunos cambios, pero no espero que sean sustanciales en cuanto a que modifiquen todo el tratado o sus contenidos principales”, ha estimado días atrás Ebrard. Los tres países han comenzado ya las consultas internas entre los sectores productivos que contempla el tratado. Está previsto que a finales de noviembre cada país dé a conocer los puntos que le gustaría renegociar. El TMEC se ha convertido en un paraguas que protege el comercio entre los tres países, mientras el resto del mundo se acomoda a una nueva dinámica comercial.

Sheinbaum apuesta por la calma, pero también mira de reojo al primer ministro canadiense, Mark Carney, quien se ha enfrentado al lado más duro de Trump. Canadá mantiene también desde marzo sus propias condiciones arancelarias para todo aquello que no está en el TMEC, la mayoría con menos ventajas que para México. A pesar de que Carney ha apostado por la conciliación con la Casa Blanca, la respuesta hacia su Gobierno ha sido tajante: el jueves Trump suspendió indefinidamente las conversaciones con Canadá. Ante esa ruptura, Sheinbaum ha optado por esperar y ver.

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