Mayores ingresos sin destrucción de empleo: el efecto de duplicar el salario mínimo en la frontera norte
La política salarial del Gobierno mexicano beneficia particularmente a los trabajadores formales más pobres
Las subidas de salario mínimo y las alertas de pérdida de empleos forman una secuencia casi automática. El debate cobró fuerza en 2018 con la decisión del Gobierno mexicano de duplicar el salario en la frontera norte, un aumento histórico. Casi tres años después de iniciarse el experimento, un estudio publicado este viernes ...
Las subidas de salario mínimo y las alertas de pérdida de empleos forman una secuencia casi automática. El debate cobró fuerza en 2018 con la decisión del Gobierno mexicano de duplicar el salario en la frontera norte, un aumento histórico. Casi tres años después de iniciarse el experimento, un estudio publicado este viernes en la revista especializada Economics Letters desmonta el mito. La medida no ha tenido un impacto negativo en el empleo. Además, el ingreso medio de los trabajadores más pobres en la frontera norte ahora es un 35% mayor al de aquellos en el resto del país.
En 2018 México tenía uno de los salarios mínimos más bajos de América Latina: 88 pesos diarios. Nada más llegar al poder, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador anunció una subida del 100% en los 43 municipios que limitan con Estados Unidos, la llamada Zona Libre de la Frontera Norte, y del 16% en el resto del territorio. “Iniciamos una nueva etapa en la política salarial del país (…) ¿por qué como un trato especial? Porque es la última cortina de desarrollo para retener a nuestros compatriotas en el territorio”, señaló el mandatario. A esta subida le siguieron dos más en 2020 y 2021. Esta última, en plena crisis del coronavirus, fue criticada por el sector privado y sus representantes en la Comisión Nacional de Salarios Mínimos votaron en contra.
“Es uno de los experimentos naturales más grandes del mundo; prácticamente ningún país lo ha doblado de un año para el otro”, señala el economista Raymundo Campos, coautor del informe junto a Gerardo Esquivel. Como resultado de estas subidas, los municipios fronterizos tienen un salario mínimo un 51% superior al del resto del país. La brecha entre el norte y el resto del país abre una ventana para estimar el impacto de esta política en los ingresos y en el empleo. Los autores han analizado la trayectoria de los casi 20 millones de trabajadores registrados ante el Instituto Mexicano del Seguro Social en agosto de 2018, justo antes de la subida, hasta principios de 2021.
Pese a las advertencias del sector privado, el informe muestra que el aumento no llevó a una mayor destrucción de empleo en la frontera norte. De hecho, hubo más trabajo allí donde el salario mínimo tuvo mayores alzas. A inicios de 2021, en plena pandemia, casi el 72% de los trabajadores fronterizos que estaban laborando en 2018 mantenían su empleo, frente al 70% en el resto del país. Es decir, la caída récord del 8,5% en el PIB el año pasado no parece haber afectado más a la región con un mayor salario mínimo.
Aunque el estudio no entra en las razones del fenómeno, Campos plantea varias posibilidades: “Hay un aumento de costos laborales, pero no observamos que el empleo de estas personas sea muy diferente al de las personas que vivían fuera de la Zona Libre. Esto puede deberse a los incentivos fiscales en la frontera [donde el Gobierno redujo el IVA y el impuesto sobre la renta], a una mayor demanda interna por los mayores ingresos...”, dice el investigador del Colegio de México.
Los grandes beneficiados por el nuevo salario mínimo fueron, sin sorpresas, los trabajadores más pobres. El salario medio de los empleados fronterizos que cobraban menos de 176 pesos diarios en 2018 es ahora un 35% mayor a la media nacional para ese mismo grupo. La diferencia se diluye a medida que crecen los ingresos y desaparece entre aquellos que ganan más de 500 pesos diarios. “Desde la crisis de los 80, uno de los argumentos para mantener fijo el salario mínimo es que causaba incrementos en toda la distribución salarial y presiones inflacionarias. No es así. Ese efecto está restringido a los de menores ingresos”.
El estudio enriquece un campo de investigación cultivado, entre otros, por David Card, galardonado recientemente con el premio Nobel de Economía. En un artículo ya clásico publicado en 1994, este profesor de la Universidad de Berkeley y su colega Alan Krueger, de Princeton, investigaron el impacto de la subida del salario mínimo en Nueva Jersey. Compararon la plantilla de los restaurantes de comida rápida en ese Estado con la de los de la vecina Pensilvania y, como Campos y Esquivel ahora, tampoco encontraron evidencia de un impacto negativo en el empleo. “Lo importante aquí es quitar esos mitos y estudiar lo que realmente pasa”, zanja Campos.
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