Los últimos pasos del líder agricultor Bernardo Bravo Manríquez antes de ser asesinado en Michoacán
El agricultor tenía escolta y vehículo blindado que no usó el día del crimen. El principal sospechoso es un extorsionador de la zona y portaba una credencial de la asociación de citricultores
El asesinato de Bernardo Bravo Manríquez ha confirmado al campo que alzar la voz para denunciar extorsiones del crimen organizado trae graves consecuencias. El presidente de la Asociación de Citricultores del Valle de Apatzingán, que apareció con impactos de bala en la cabeza, contaba con tres escoltas y un vehículo blindado, pero no los usó el día del crimen. Las autoridades investigan la camioneta Toyota Tacoma color gris en la que apareció el cuerpo, propiedad de Bravo, pero que no solía manejar para sus reuniones. El único detenido por el caso, Rigoberto López Mendoza, está identificado por la Secretaría de Seguridad como uno de los jefes criminales de una célula de extorsionadores a productores limoneros de Apatzingán, a los que Bravo denunciaba incansablemente. En el momento de su arresto, portaba una credencial de la asociación de citricultores, lo que abre una línea de investigación sobre la infiltración del crimen organizado entre las organizaciones de agricultores.
El fiscal de Michoacán, Carlos Torres, ha informado en entrevista con Grupo Fórmula que Bravo salió de Morelia el domingo por la tarde rumbo a Apatzingán, donde hizo un cambio de vehículo en el Tianguis Limonero. Ahí dejó su coche blanco, abordó la Toyota pick-up gris y prescindió de la escolta que le había acompañado durante esa mañana. Le había dicho a su familia que tenía un encuentro con limoneros de esa localidad. Los datos telefónicos indican que estuvo un rato largo en Cenobio Morelio, luego regresa a Apatzingán y se dirige al sur del municipio. “Él perdió la vida en el transcurso de la tarde-noche o en la noche del domingo en este tránsito”, ha indicado y ha añadido que se están estudiando las llamadas que hizo Bravo antes de morir.
La alcaldesa de ese municipio, Fanny Arreola, ha señalado en entrevista con Ciro Gómez Leyva que la camioneta donde apareció el cuerpo a las 8.00 de la mañana del lunes en el camino Apatzingán–Tepetates no era el vehículo de rutina que el agricultor solía usar para reuniones con otros empresarios y mesas de trabajo con el Gobierno. “Él tenía tres elementos de la Secretaría de Seguridad Pública Estatal asignados a su acompañamiento. Tuvo incluso un vehículo blindado a su disposición cerca de 2 años. Para generar la salida en la que concluye este trágico final, pues es que su elemento de escolta no fue requerido para acompañarlo”, ha indicado. Torres ha añadido que el cadáver fue acomodado en el carro como si estuviera manejando. “No hubo pertenencias, no traía su celular ni su cartera. No había un arma, no había un casquillo cerca de él. Solamente lo acomodaron en el lado del piloto con el vehículo encendido”, ha detallado.
El representante citricultor, cuyo padre también era líder del campo y fue asesinado en Michoacán, había recibido amenazas en varias ocasiones. Sin embargo, no cesaba en señalar a los responsables del cobro de cuotas a los agricultores del limón, lo que encarecía el producto en el mercado. Bravo denunciaba una y otra vez la falta de gobernabilidad en Michoacán, la inseguridad que vivía el campo y el impacto en los desplazados por el terror que imponía el crimen organizado. El mes pasado, usó sus redes sociales para informar de que un jornalero cortador de limón falleció por un artefacto explosivo en el municipio de Buenavista. También publicó que un veterinario sufrió un atentado al ser baleado en sus oficinas en Apatzingán. “Mientras el Estado Mexicano no implemente una estrategia integral y eficaz para detener esta violencia, todas y todos los habitantes seguiremos siendo víctimas de un entorno que limita nuestras libertades y pone en riesgo la vida cotidiana”, escribió a finales de septiembre.
A las pocas horas del hallazgo del cuerpo de Bravo, la Fiscalía y Secretaría de Seguridad del Estado hizo un despliegue de operativos con apoyo de elementos de la Secretaría de Defensa y el Gabinete de Seguridad de México. Ese mismo día por la tarde, los agentes detuvieron a Rigoberto López Mendoza en Cenobio Moreno. El detenido llevaba encima una licencia de conducir del Estado de Michoacán, una bolsa con marihuana y una credencial que lo acreditaba como productor de la Asociación de Citricultores del Valle de Apatzingán, el grupo que presidía Bravo. Además, tenía 25.000 pesos en billetes grandes y tres teléfonos celulares. El propio secretario de Seguridad, Omar Harcía Harfuch, ha identificado a López Mendoza como uno de los responsables del cobro de cuotas de extorsión a productores limoneros de Apatzingán.
La alcaldesa Arreola ha señalado a la posibilidad de que el crimen organizado que extorsiona al campo esté infiltrado entre los agricultores. “Está muy mezclado, no hay una línea clara entre quién se dedica al crimen organizado y quién se dedica a limón, porque estas personas logran infiltrarse en las asociaciones. Eso nos tiene con miedo a poder organizarnos y se desarticulan muchos de los esfuerzos”, ha lamentado. El fiscal Torres ha explicado que el detenido está vinculado al grupo criminal Los Blancos de Troya, una célula criminal que operan en Apatzingán y que tienen acuerdos con el Cartel Jalisco Nueva Generación y el grupo Los Viagras. “Su hermano Ignacio estuvo detenido hace algún tiempo y salió bajo libertad bajo proceso”, ha señalado sobre las líneas de investigación que se están siguiendo.