La cara buena de los diluvios: el sistema Cutzamala del que bebe Ciudad de México deja seis años de sequía y roza su máximo histórico
Las lluvias que han azotado la capital en los últimos meses han alimentado también sus acuíferos hasta llevarlos casi a su récord de capacidad
Ciudad de México ha pasado de hablar del temido “día cero”, en el que los estados que rodean a la capital podrían quedarse sin agua, a rozar máximos históricos de capacidad en el sistema Cutzamala del que bebe la ciudad y el Valle de México. En febrero de 2024, cuando se veía cerca ese agobiante escenario, las pipas que repartían agua en los barrios se habían incorporado al paisaje urbano habitual y muchas colonias capitalinas y del Estado de México habían acudido a soluciones externas ante la falta de suministro. Este año, después de meses de copiosas lluvias y diluvios que han inundado calles y hasta paralizado la actividad del aeropuerto, los acuíferos dan por superados los últimos seis años de sequía.
La lluvia se ha convertido en el fenómeno más característico de 2025 y ha borrado esas imágenes de resequedad que se extendieron a otras partes del país, en donde había languidecientes lagos y ríos apenas sin agua. Ese panorama acechante, que se agudizó entre 2022 y 2024, parece hoy mentira ante el desbordamiento de algunas presas y la aparición de grandes socavones por el fluir subterráneo del agua.
Según los últimos registros oficiales, las presas que conforman el Sistema Cutzamala están ahora al 84% de su capacidad, superando la marca de septiembre de hace seis años, antes de la sequía, que llegó al 80,54% y acercándose al récord de 2018, con un 90,42%. La última vez que las presas Villa Victoria, Valle de Bravo y El Bosque -que conforman esta red de abastecimiento para el Valle de México- estuvieron a este nivel fue en 2019 y, de mantenerse la tendencia, para noviembre el sistema podría acercarse al 100% de su capacidad.
La Zona Metropolitana del Valle de México se compone por la capital del país, 59 municipios del Estado de México y un municipio de Hidalgo. La temporada regular de lluvias de esta región va desde el mes de junio hasta el mes de octubre, de acuerdo con el Servicio Meteorológico Nacional. Sin embargo, para 2025 está proyectada hasta el 30 de noviembre. Desde el inicio de la temporada ya se esperaban para mayo y junio “más lluvias que el promedio histórico”, según la Comisión Nacional del Agua (Conagua). En junio precisamente se registró uno de los días de lluvia más intensos en Ciudad de México con 155,5 mm, una anomalía que supera las últimas ocho décadas, según Conagua.
Uno de los fenómenos significativos de esta recuperación del Cutzamala en 2025 es que sus niveles de almacenamiento de agua empezaron el año bajo mínimos y, en mayo, los acuíferos estaban apenas al 48,46%. En 2019, antes del ciclo de escasez de lluvias, el sistema estaba a un 69% en ese mismo mes.
Omar Arellano, profesor de la Escuela Nacional de Ciencias de la Tierra de la UNAM, señala que las presas que conforman este Sistema no pueden verse como “ollas aisladas” que solo captan y almacenan el líquido, sino que el agua que contienen se infiltra al subsuelo, lo que provoca la percepción de un llenado con lentitud de sus 782 millones de metros cúbicos de capacidad. El agua logra penetrar al manto freático, dando también estabilidad a los ecosistemas que le rodean. Con este proceso se purifica el líquido y se carga el acuífero. De estos almacenes subterráneos se toma el 66,3% del agua que utiliza la ciudad, de acuerdo con la Secretaría de Gestión Integral del Agua de la Ciudad de México.
A pesar de las buenas noticias sobre los alcances de almacenamiento, el doctor Arellano afirma que es común que se permita una extracción mayor a la que se realiza en años con bajos niveles de lluvia. Lo que al final de la temporada puede conducir a una caída del agua almacenada. Una parte se va para cosechas como el aguacate en Michoacán, el agave y los frutos rojos de Jalisco, que requieren de riego intensivo, así como para las industrias -la textil, las refresqueras o cerveceras-, que consumen grandes cantidades de agua para elaborar sus productos. Arellano señala la importancia de reformar la Ley de aguas y continuar con las revisiones a las concesiones que se otorgan a las empresas. Ya existe un Plan Nacional Hídrico, que impulsa la tecnificación del riegos y busca sanear los ríos Lerma-Santiago, Atoyac y Tula, que alimentan el sistema Cutzamala.
Además, según el biólogo, se requiere de una reforestación de la zona que conforma el Valle de México y frenar el crecimiento de las ciudades. En los últimos 50 años, recalca, se ha perdido la cobertura boscosa que permitía una mayor infiltración de agua subterránea.