Luisa María Alcalde se abre camino para presidir Morena

Citlalli Hernández ha rechazado postularse y deseado lo mejor a su compañera de filas. El partido gobernante enfila su sucesión sin convulsiones a falta de decidir si será por encuesta o en un congreso

Luisa María Alcalde, el 12 de junio de 2022.Rodrigo Oropeza

El camino está allanado para que Luisa María Alcalde Luján sea la próxima presidenta de Morena. Lo demás son detalles de un proceso que está previsto para la segunda quincena de septiembre, no más allá porque el actual dirigente del partido gobernante, Mario Delgado, iniciará como secretario de Educación el 1 de octubre y además su mandato, como el de la secretaria general, Citlalli Hernández, estaban ya en tiempo de prórroga. Se reflexiona aún si la sucesión se decidirá mediante una encuesta, algo muy utilizado en el partido de la 4T, o bien con la celebración de un congreso. Aunque sobrevuelan otros nombres, dos mujeres salían en cabeza para esta meta, el de la actual secretaria de Gobernación, Alcalde, y el de Citlalli Hernández. La segunda ya ha dejado vía libre a la primera con sus parabienes. Todo parece solucionado en el seno del partido. Mario Delgado también se ha congratulado de que Alcalde se haya animado a dar ese paso.

Tras las elecciones, los grandes partidos deben decidir su futuro inmediato y Morena es el que menos ruido está haciendo. Nada que ver con las convulsiones que se vivieron cuando Mario Delgado salió elegido. En esta ocasión, las negociaciones entre familias parecen haber traído sosiego interno y Luisa María Alcalde se abre camino para comandar a los morenistas sin mayores disensos. La secretaria de Gobernación era muy joven cuando el movimiento obradorista se convirtió en partido y se dispuso a ganar las elecciones de 2012. Pero ya estaba ahí, cantando los sones electoralistas de Morena, formación a la que también pertenece su familia. Su madre, Bertha Luján, ha sido secretaria general de Morena y sigue teniendo fuerte ascendencia en el partido.

Nada se conoce por ahora de quién podría hacerse con la secretaría general, aunque en mentideros políticos ha salido el nombre de Jesús Ramírez, el vocero de López Obrador. El futuro de Ramírez es incierto porque no anda en las mejores relaciones con la presidenta electa, ni con otros grandes nombres del partido, a decir de fuentes conocedoras. Se le relaciona con la caída de Omar García Harfuch, el hombre de Sheinbaum para el cartel electoral de la Ciudad de México. Fue Clara Brugada quien se alzó con esa plaza.

El pedigrí morenista de Alcalde Luján, licenciada en Derecho por la UNAM y con una maestría en Berkeley (California), la llevó a ocupar la Secretaría de Trabajo en el gabinete de López Obrador y más tarde la de Gobernación, donde aún se desempeña. Pero sus orígenes están en las juventudes del partido, en la propia creación del movimiento. Jueves tras jueves, cuando la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, anunciaba en las últimas semanas los nombres de su futuro gobierno, el de Luisa María no aparecía. Pronto se desataron los rumores de que su sitio sería el partido. En su postulación, ya ha esbozado algunas de las tareas a desarrollar como jefa de la militancia. Quiere que el partido reúna “diferentes corrientes de pensamiento y de culturas”, lo que caracterizó su formación, ha asegurado. Morena tiene prohibidas las corrientes internas en sus estatutos, pero las hay, como en todas partes, solo que ahora parecen tranquilas. Las elecciones se han ganado y los jefes de las familias tienen un puesto asegurado en el Gobierno o en las Cámaras legislativas.

Alcalde ha señalado también la necesidad de que el partido vaya asentando sus postulados, definir sus principios y valores, “aterrizar”, ha dicho, eso que llaman “humanismo mexicano”, que tanto mencionan Claudia Sheinbaum y López Obrador. Incluso determinar qué es el propio obradorismo. Uno de los riesgos de un partido joven como este, es garantizar su engranaje más allá de la figura del líder, y el presidente ha sido la voz de mando indiscutible en este tiempo. Él fue quien diseñó el modelo para su propia sucesión y se aseguró de que la paz reinara cuando las encuestas dieran al ganador que debía aspirar a la presidencia. Nada fácil, los partidos se quiebran en procesos como ese. Y Morena derrapó, pero consiguió mantenerse firme. El abrumador resultado a su favor en las últimas elecciones ha ayudado a sanar las heridas que aún quedaban abiertas.

Sheinbaum, por su parte, ha señalado este miércoles que tiene “la mejor de las opiniones” tanto de Alcalde Luján como de Citlalli Hernández. También de Mario Delgado, a quien siempre le otorga su parte de responsabilidad en todo lo que el partido ha ganado desde 2020 hasta la fecha, cuando se han hecho con la mayoría de los Estados que han ido disputando en sucesivas elecciones. “Al partido le tocará ahora definir si quiere una encuesta o un congreso”. Ella se dice aparte de estas discusiones internas y asegura que “marcará una clara distancia entre el Gobierno y el partido”. “En Morena hay mucha unidad y pluralidad, qué bueno que no haya pensamiento único y que se discuta, eso significa que el partido está vivo y que se respeta a las personas”. “Fíjense lo que está pasando en el PRI y en el PAN”, ha señalado, en referencia a las tensiones internas para la sustitución de sus líderes.

La presidenta electa ha asegurado que solo participará en los actos públicos de la sucesión morenista si le invitan “un ratito”, pero que no tiene intención de opinar ni de votar, “eso es asunto de la militancia”. Sheinbaum ha calificado de “fenómeno histórico” lo ocurrido con Morena en tan poco tiempo, en el que se ha consolidado como partido y ganado dos elecciones y la mayoría de los Estados, de modo que ahora cuenta con un enorme poder en todo el país. “La nueva dirigencia debe fortalecerlo como partido y trabajar juntos con el gobierno”. Aunque separados.

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