Luis Felipe Fabre: “Escribir poesía es lanzar una botella al mar”

El poeta mexicano comparte con EL PAÍS su colección de libros miniatura, los ejemplares más entrañables, las curiosidades y los lugares más recónditos de su biblioteca personal

Luis Felipe Fabre en su casa de Ciudad de México. Foto: Hector Guerrero | Vídeo: EPV

Recorrer la casa de Luis Felipe Fabre (Ciudad de México, 49 años) es parecido a perderse en una tienda de antigüedades del Centro Histórico un domingo por la tarde. De esas a las que uno entra para perder un poco el tiempo y, a cambio, va descubriendo curiosidades como tesoros. Al fondo está el propietario, que en este caso es un poeta. No vende mercancías, pero presume de relatos.

La casa de Fabre es oscura y cuando uno pregunta por la biblioteca tiene que mirar alrededor, pues se está en medio de ella. En una esquina hay un pequeño aparador que guarda los libros miniatura, rarezas qu...

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Recorrer la casa de Luis Felipe Fabre (Ciudad de México, 49 años) es parecido a perderse en una tienda de antigüedades del Centro Histórico un domingo por la tarde. De esas a las que uno entra para perder un poco el tiempo y, a cambio, va descubriendo curiosidades como tesoros. Al fondo está el propietario, que en este caso es un poeta. No vende mercancías, pero presume de relatos.

La casa de Fabre es oscura y cuando uno pregunta por la biblioteca tiene que mirar alrededor, pues se está en medio de ella. En una esquina hay un pequeño aparador que guarda los libros miniatura, rarezas que Fabre encuentra en los mercados de pulgas y va coleccionando. En otra esquina, un libro de poesía escrito completamente a mano; a su lado, un billete de cien pesos que en realidad es otro libro diminuto. Debajo, uno más con fotografías del artista Iñaki Bonilla. Al pie de la cama, una colección de libros de arte. Y a un costado, un ejemplar de 1714 con los versos de Sor Juana Inés de la Cruz custodiado por una figura de Mefistófeles.

Las horas pasan y no se ha llegado a los grandes libreros que rodean las paredes de la sala y el comedor. Uno podría estar aquí días y no terminaría de ver cada detalle de las curiosidades que encantan al poeta. Hay una botella de vino, que en realidad es una revista enrollada; una zapatilla donde varios autores escribieron versos y ahora es un libro objeto. No veremos todo, porque ni siquiera el poeta sabe dónde está lo que quiere mostrar.

El autor de Escribir con caca (Sexto Piso) se siente tranquilo de haber peleado varias batallas para “defender al verso”, como el mismo define sus encontronazos en el mundo literario. Pero, ahora, eso se lo deja a los jóvenes. Él se ha retirado a escribir en la cocina de su casa, que asegura se ha convertido en su espacio ideal, relajante e inspirador tras haber pasado por un bloqueo que le alejo un tiempo de la poesía. Una amiga le aconsejo que buscara un sitio diferente para escribir y encontró un nuevo rincón literario al lado de su estufa. Por esos sus libros favoritos están llenos de grasa y cochambre. Con tono de humor, Fabre dice que nadie los compraría en un bazar.

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