Un juez ordena repetir el proceso que mantiene encarcelado al ‘Güero Palma’, antiguo capo del Cartel de Sinaloa
Conrado Alcalá Romo anula el auto de formal prisión contra el narcotraficante, acusado de asesinato, el único cargo que la justicia tiene contra él
Héctor Luis Palma Salazar, El Güero Palma, padre fundador del Cartel de Sinaloa, quien capitaneó mano a mano con Joaquín Loera El Chapo Guzmán la organización de narcotráfico más poderosa de México en los noventa, vuelve a las primeras planas por un culebrón judicial que abarca buena parte de la última década. Conrado Alcalá Romo, un juez de distrito de Zapopan, Jalisco, ha otorgado un amparo al narcotraficante que anula el auto de ...
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Héctor Luis Palma Salazar, El Güero Palma, padre fundador del Cartel de Sinaloa, quien capitaneó mano a mano con Joaquín Loera El Chapo Guzmán la organización de narcotráfico más poderosa de México en los noventa, vuelve a las primeras planas por un culebrón judicial que abarca buena parte de la última década. Conrado Alcalá Romo, un juez de distrito de Zapopan, Jalisco, ha otorgado un amparo al narcotraficante que anula el auto de formal prisión del viejo capo, sobre el que pesa una acusación por asesinato, el único cargo que la justicia mexicana tiene contra él. El magistrado considera que hubo irregularidades en el proceso por el que fue imputado, así que ha ordenado repetirlo.
Mientras se investigan las presuntas irregularidades, el narco seguirá en prisión. El amparo que le ha otorgado el juez no es definitivo. La Fiscalía General de la República (FGR) ya interpuso este domingo un recurso de revisión en contra de la decisión judicial, por lo que ahora un tribunal deberá estudiar el fallo y decidir si lo ratifica o no. El objetivo de un juicio de amparo es garantizar al acusado sus derechos a la hora de ser procesado, es un mecanismo legal para corregir irregularidades en las que pudieran haber caído los procesos anteriores. En el caso del Güero Palma, “dado que la concesión del amparo derivó de violaciones a las reglas del procedimiento, no se estudian las cuestiones de forma y de fondo”, se lee en la sentencia, a la que ha tenido acceso EL PAÍS.
La odisea judicial del Güero Palma se extiende. El capo ha acariciado la libertad en varias ocasiones de los últimos años. Su periplo por la vida carcelaria comenzó en 1995, cuando fue capturado en Nayarit tras un accidente de avión. Pasó sus primeros 12 años entre rejas mexicanas. En 2007 fue extraditado a Estados Unidos y condenado a 16 años en prisión, pero solo cumplió nueve gracias a un acuerdo con la justicia del que poco o nada se sabe. En 2016 cruzó la frontera de vuelta al sur, esposado y custodiado por agentes estadounidenses, que lo entregaron a las autoridades mexicanas bajo el aviso de un juez californiano de que “podía sentir la tentación de reiniciar sus operaciones”. Lo encerraron en la prisión de máxima seguridad del Altiplano, en el Estado de México. Allí permanece desde entonces.
Batalla legal
El regreso del Güero marcó el inicio de un pulso entre sus abogados y la justicia, a la búsqueda de vacíos legales y fallos que permitieran al narco salir de prisión. México desempolvó los archivos del capo y encontró dos asesinatos pendientes de juicio en Nayarit. El Poder Judicial acabó desechando ese caso. La FGR lo acusó entonces de delincuencia organizada y, de nuevo, un juzgado jalisciense lo absolvió. Ese fue el momento en que más cerca estuvo de la calle otra vez. Mientras la FGR rastreaba su pasado en busca de cargos que atribuirle, el Güero vivió durante semanas en el Centro Nacional de Arraigo, un viejo hotel de la colonia Buenos Aires, en Ciudad de México, reconvertido en una pequeña prisión de máxima seguridad que cobija a criminales de alto perfil mientras se define su situación legal.
Al Güero la esperanza no le duró demasiado. Un par de meses después volvió a ser residente oficial del Altiplano. Desde entonces, han sido varias las idas y venidas de sus abogados para perseguir su liberación. En mayo de 2023 volvió a rozarla, cuando un juez consideró que los delitos que le imputaban habían prescrito. La decisión indignó al país, que todavía recordaba los días de terror desatados por el sanguinario capo a principios de los noventa. Incluso el presidente, Andrés Manuel López Obrador, puso el grito en el cielo.
El miedo era que se repitiera el caso de Rafael Caro Quintero. Histórico fundador del Cartel de Guadalajara, fue liberado por un fallo de forma en 2013. Cuando las autoridades quisieron reparar su error, Caro Quintero ya había huido a las montañas de Sinaloa, donde estuvo escondido hasta que fue detenido de nuevo en 2022. La FGR se movilizó y encontró otro viejo homicidio sin resolver que todavía pesaba sobre las espaldas del Güero y lo mantuvo en prisión. Es la acusación que le ha anclado a la cárcel, la que ha sido impugnada ahora por Alcalá Romo, pendiente de la revisión.
El Güero Palma fue una de esas figuras que subieron en el escalafón criminal a finales de los ochenta, tras la caída de Miguel Ángel Félix Gallardo, el Jefe de Jefes, líder de la agrupación criminal que se conoció como el Cartel de Guadalajara. Tras su disolución, una constelación de carteles se repartió el territorio mexicano, lo que desembocó en una cruenta guerra que sembró de cadáveres decapitados y crueles venganzas el país. El Güero y El Chapo se hicieron dueños del Cartel de Sinaloa y crecieron en poder, dinero y violencia. Se embarcaron en una guerra con el Cartel de Tijuana, controlado por la familia Arellano Félix.
El combate se radicalizó en una vorágine de violencia que no dejó a nadie intacto. Tijuana envió un sicario venezolano, Rafael Claves Moreno, que, según cuentan las crónicas de entonces, sedujo a la esposa del Güero, Guadalupe Leija, huyó con ella del país, la robó millones de dólares, la asesinó, la decapitó y envió su cabeza en una caja refrigerada a su marido. Dos semanas después, Claves Moreno mató también a los hijos del capo arrojándolos desde un puente en Venezuela. Dicen que el narco perdió la cabeza y desató una venganza que alcanzó a Clavel, en una prisión venezolana, sus cómplices y un puñado de familiares de los Arellano Félix; cinco años de acometida que solo acabaron con el arresto del Güero.
Por el camino, se le atribuyen también decenas de asesinatos que nunca se han podido conectar legalmente con él, como el de la activista Norma Corona, defensora de los derechos humanos sinaloense; el ametrallamiento en la discoteca Christine de Puerto Vallarta, que se saldó con 10 muertos; o el homicidio del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo durante un tiroteo en mayo de 1993 en el aeropuerto de Guadalajara, por el que fue detenido El Chapo. 30 años después, el Güero quiere volver libre a las calles donde desató la guerra.
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