Los centros de acopio para los damnificados de Acapulco: “¡Necesitamos voluntarios!”

Los depósitos de alimentos y productos básicos de Ciudad de México piden a los donantes medicamentos, que escasean en la zona afectada por el huracán ‘Otis’

Voluntarios trabajan en el centro de acopio de la UNAM, el 26 de octubre en Ciudad de México.TOYA SARNO JORDAN (REUTERS)

El caos que domina la costa de Guerrero tras el paso de Otis contrasta con el orden del centro de acopio de la UNAM. Bajo las 11 carpas blancas desplegadas en el estacionamiento número 8 del Estadio Olímpico Universitario se leen carteles impresos con las palabras “frijoles”, “atún” o “condimentos”, que señalan dónde tiene que colocarse cada producto. En el lugar, que quiere abastecer a los ...

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El caos que domina la costa de Guerrero tras el paso de Otis contrasta con el orden del centro de acopio de la UNAM. Bajo las 11 carpas blancas desplegadas en el estacionamiento número 8 del Estadio Olímpico Universitario se leen carteles impresos con las palabras “frijoles”, “atún” o “condimentos”, que señalan dónde tiene que colocarse cada producto. En el lugar, que quiere abastecer a los afectados por el huracán de categoría 5 que impactó a Acapulco, parece que hay de todo. Para Yoalli Quetzal Alfaro, coordinadora del punto de aprovisionamiento, faltan dos cosas: voluntarios y medicamentos.

En Ciudad de México, al igual que en gran parte del país, han aparecido centros de acopio organizados por la mayoría de instituciones públicas y privadas. Sin embargo, faltan manos, ya que al igual que la UNAM, la Cruz Roja de Polanco hacía un llamamiento el pasado jueves para atraer voluntarios. En el puesto universitario, que abre de 10.00 a 18.00, “se necesita gente que pueda quedarse en la tarde, tarde-noche”, explica Alfaro. Al mediodía, unas 70 personas van de acá para allá con latas, bolsas de pañales y paquetes con botellas de agua de litro y medio.

El otro llamamiento de los compañeros que han vuelto de Acapulco, donde se han producido numerosos saqueos y los estantes están vacíos, es que se precisan medicamentos. “Específicamente antieméticos [contra vómitos y náuseas], antidiarreicos, antibióticos y antisépticos, para enfermedades que se detonan tras las lluvias y el agua estancada que dejó Otis”, especifica la coordinadora.

Lo que sí abunda en el asfalto del estacionamiento son las bolsas llenas de ropa. Mientras una mujer baja del coche rápidamente —detrás hay tres más que esperan a entregar sus donativos— para dejar una cobijas, una de las voluntarias separa aquello que está en buen estado de lo que no. “Nos han traído muchos zapatos sin suelas y poleras rotas”, explica.

Voluntarios reciben donativos para los afectados por el huracán en el Estadio Olímpico Universitario, el 26 de octubre.TOYA SARNO JORDAN (REUTERS)

Alfaro manifiesta que están “saturados de ropa”, pero “agradecidos” de lo que llega, sobre todo si son enlatados no perecederos y agua. Como los que trae un donante anónimo que se solidariza con Guerrero, su destino de vacaciones. Llega en su carro desde la colonia Santa Úrsula, y deja agua, jabón y frijoles. “Hay que ayudar a nuestros paisanos”, dice mientras sube al coche y acelera para dejar paso al siguiente. Todo funciona como un reloj, los productos son revisados inmediatamente y se llevan a la zona de embalaje.

—¿Se admite comida para perritos?

—Sí.

La UNAM también ha llevado desde su facultad de Medicina 3,5 toneladas de croquetas para alimentar a las mascotas de Guerrero. La coordinadora solo recuerda un desastre natural en el que se movilizó a tanta gente y se trajo tanta variedad de productos: el terremoto de 2017 en México.

Todo se va metiendo en cajas, a lo que sigue una sinfonía acompasada por el ruido de las cintas de embalar con la que se empaquetan los productos. Desde que abrieron el pasado jueves, ese proceso equivale a 65 toneladas de abastos que la UNAM ha llevado a la costa de Guerrero en sus propios camiones. En los suyos, porque la polémica saltó el pasado viernes cuando el presidente, Andrés Manuel López Obrador, pidió entregar los apoyos a Guerrero a la Marina y el Ejército para no saturar las carreteras. Muchas oenegés se quejaron de no poder distribuir sus abastos directamente a la población.

Voluntarios trabajan en el centro de acopio de la Cruz Roja en Polanco (Ciudad de México), el 26 de octubre.TOYA SARNO JORDAN (REUTERS)

Los centros oficiales de acopio

La multitud que llegaba al aparcamiento del estadio de Pumas choca con la quietud del centro de acopio que la Secretaría de Marina (Semar) estableció en el Club Naval, ubicado en pleno bosque de Chapultepec, en la alcaldía Miguel Hidalgo. Allí, tres agentes esperan la llegada de algún carro que traiga donativos. En un camión militar cargado hasta la mitad se ve papel higiénico, agua y enlatados que serán llevados a la costa guerrerense.

El capitán Cisneros es el administrador de uno de los cinco puntos de entrega que la Semar tiene en Ciudad de México. También reciben donaciones desde el jueves, que son “trasladadas al puerto de Acapulco y los demás municipios y comunidades vía terrestre y aérea”. Las facilidades de transporte les han permitido llevar 12 toneladas de productos desde el jueves.

Militares y marinos trasladan cajas con provisiones para los afectados por el huracán, en Acapulco, el 29 de octubre.Presidencia (REUTERS)

Todo lo que se recibe son productos básicos como comida o artículos de higiene. El centro no admite medicamentos, ropa y cobijas. Cisneros explica que están dando la indicación de llevar estos productos a la Cruz Roja”, única ONG a la que López Obrador pidió entregar los donativos junto con la Marina, el Ejército y las instituciones públicas.

En la Semar tampoco necesitan voluntarios para atender a los donantes de 7.00 a 20.00. Sus agentes y los de la secretaría de Defensa Nacional fueron los primeros en ofrecer un sistema de distribución a una zona en la que abundan los saqueos, y en la que una tormenta tropical que evolucionó a huracán de categoría 5 en solo 12 horas ha dejado un rastro devastador en el que las condiciones básicas de vida están en juego.

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