El exsecretario de Defensa Cienfuegos, sobre su detención en EE UU: “Fue un plan para perjudicar a México”
El jefe del Ejército durante gobierno priista de Peña Nieto da sus primeras explicaciones públicas sobre su caso por narcotráfico que provocó un fuerte choque diplomático resuelto con la entrega del militar a México y su liberación
El general Salvador Cienfuegos dio la noche de este sábado sus primeras explicaciones públicas sobre su explosiva detención hace tres años en Estados Unidos acusado de narcotráfico. La captura del exsecretario de la Defensa del último gobierno priista (2012-2018) supuso un fuerte choque diplomático que se resolvió con la entrega del militar a México y s...
El general Salvador Cienfuegos dio la noche de este sábado sus primeras explicaciones públicas sobre su explosiva detención hace tres años en Estados Unidos acusado de narcotráfico. La captura del exsecretario de la Defensa del último gobierno priista (2012-2018) supuso un fuerte choque diplomático que se resolvió con la entrega del militar a México y su posterior liberación por falta de pruebas. Sentado en una mesa frente a su entrevistador, el general explicó los detalles de su caso y concluyó que “todo formó parte de este plan para perjudicar a México. No afectaron al secretario de Seguridad, afectaron a las Fuerzas Armadas las ofendieron y agredieron al Estado mexicano”.
Los argumentos de Cienfuegos (75 años) van en la misma línea que la defensa que desde el primer momento hizo el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que se tomó el caso como una afrenta a la soberanía nacional de México y puso en marcha toda la maquinaria diplomática al servicio del exjefe de las Fuerzas Armadas. Cienfuegos cuenta que su principal apoyo fue la cónsul Marcela Celorio, con quien mantenía una comunicación constante desde la cárcel. Celorio fue también quien le proporcionó un abogado en EE UU hasta que, en poco más de un mes, fue trasladado a México. Aquel, cuenta el general, fue “el mejor momento”.
Cienfuegos fue arrestado el 15 de octubre de 2020 en el aeropuerto de Los Ángeles frente a su familia. La agencia antidrogas estadounidense lo acusaba de narcotráfico y blanqueo de dinero en colaboración con una escisión de la red criminal de los Beltrán Leyva. Los cargos se sustentaban en miles de mensajes de teléfono supuestamente intercambiados entre el general e integrantes del cartel entre diciembre de 2015 y febrero de 2017. Los mensajes mostraban como el jefe de la Defensa mexicana daba protección a los criminales a cambio de sobornos millonarios. La DEA señalaba que, gracias a la colaboración del general, la mafia pudo traficar miles de kilos de cocaína, heroína, metanfetamina y marihuana a EE UU.
El Gobierno de López Obrador presionó, a través de la Cancillería y la Fiscalía General de la República (FGR), para que EE UU entregara al general a México, con la promesa de procesarlo en el país. Dos meses después de pisar tierra mexicana, la FGR finalmente le retiró los cargos. “Fue algo inmerecido, una injusticia, una vileza lo que hicieron conmigo. Afectaron a mi familia y no nada más a mí, se fueron a pegarle a las Fuerzas Armadas, el principal socio que tiene Estados Unidos para combatir las drogas son las Fuerzas Armadas de México”, abundó el exsecretario.
Durante la entrevista dio también detalles del traslado, inmovilizado con esposas de pies y manos, de Los Ángeles a la cárcel de Nueva York donde estuvo preso: “Decían que era muy peligroso”. Sobre su estancia en prisión explicó que solo contaba con “un pequeño jabón, una toalla y un cepillo y pasta de dientes”.
El choque diplomático con el entonces gobierno de Donald Trump provocó incluso la amenaza de expulsar a los agentes extranjeros que estuvieran trabajando en territorio nacional. Un año después, se conoció de hecho que durante aquellos meses de tensión López Obrador ordenó el cierre de una unidad de inteligencia de la DEA que recibía información confidencial de las autoridades federales mexicanas desde los noventa con el objetivo del combate al narcotráfico. El presidente los acusaba de “estar infiltrados por la delincuencia” y “fabricar delitos”, poniendo como ejemplo el caso de Cienfuegos.
El presidente mexicano volvió a insistir en las misma narrativa hace apenas tres semanas, durante la condecoración al general Cienfuegos por su trayectoria al frente del cuerpo militar. El acto despertó críticas desde diferentes flancos por el cierre de filas constante de López Obrador con el Ejército. Más todavía, al estar reciente el aniversario de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Organismos internacionales, sociedad civil y órganos públicos, como las comisiones de la verdad para la Guerra Sucia y propio caso Ayotzinapa, han insistido en las resistencias, ocultaciones y manipulaciones del Ejército durante las investigaciones para esclarecer lo ocurrido.
Ante las críticas, el presidente respondió acusando de nuevo a la agencia estadounidense. “¿Por qué les molesta lo del general Cienfuegos? No es solo por lo de los 43 de Ayotzinapa. Su detención fue una venganza. Los de la DEA se quedaron muy enojados y quisieran tener un Ejército mexicano, unas Fuerzas Armadas de México debilitadas. Sentadas en el banquillo de los acusados, para que ellos pudieran hacer y deshacer en México, como se los permitía Calderón”. Por su parte, Cienfuegos cerró su entrevista negando también cualquier resquicio de autocrítica: “No me arrepiento de nada, estoy orgulloso de lo que hice y lo que fui. Llevo esperando 2 años y 8 meses a que digan que se equivocaron, pero no hubo nada de eso”.
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