Revuelta estudiantil en Hidalgo: una radiografía de la descomposición del poder priista
Los estudiantes de la UAEH, durante décadas convertida en un brazo político del partido en el poder, han comenzado un paro de labores y la toma de varias escuelas tras la agresión que alumnos del Instituto de Artes sufrieron en la capital
Ni amor, ni orden, ni progreso. El pasado martes 19 de septiembre el lema positivista de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) quedó despojado de todo significado cuando estudiantes y padres de familia fueron agredidos en el edificio central de la institución, en el corazón de la capital, Pachuca, cuando mantenían una manifestación en sus instalaciones. El conflicto venía de tres semanas atrás, con la protesta en el Instituto de Artes, en la que los estudiantes exigían que la directora, María Teresa Paulín Ríos fuera destituida. Al no recibir respuestas, los alumnos y padres se ...
Ni amor, ni orden, ni progreso. El pasado martes 19 de septiembre el lema positivista de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) quedó despojado de todo significado cuando estudiantes y padres de familia fueron agredidos en el edificio central de la institución, en el corazón de la capital, Pachuca, cuando mantenían una manifestación en sus instalaciones. El conflicto venía de tres semanas atrás, con la protesta en el Instituto de Artes, en la que los estudiantes exigían que la directora, María Teresa Paulín Ríos fuera destituida. Al no recibir respuestas, los alumnos y padres se trasladaron al emblemático edificio de Abasolo, donde fueron agredidos por un grupo de personas, entre las que había trabajadores de la universidad.
Las imágenes grabadas por medios locales, transmitidas en redes sociales y compartidas por personas que estaban en el lugar, dieron cuenta de la violencia con la que un grupo de hombres armados con tubos, sillas y demás objetos entraron al edificio y se enfrentaron con los estudiantes. La imagen de una madre de familia con la cara llena de sangre se compartió rápidamente, seguida de las escenas donde hombres adultos golpean a estudiantes, mientras algunos jóvenes logran sacar de las instalaciones la garza de Abasolo, el símbolo universitario desde su fundación.
Hasta hace solo un año, el Estado de Hidalgo era uno de los bastiones políticos del PRI, en donde sus viejas prácticas de gobierno se trasladaban fácilmente a la Universidad Autónoma. Durante décadas, la casa de estudios sirvió como un brazo político para acompañar las causas del partido en el poder, pero también, de un grupo en particular cobijado por el ejecutivo estatal y liderado por el exdiputado federal y quien fuera presidente del patronato de la UAEH, Gerardo Sosa Castelán —el Grupo Universidad, también conocido como La Sosa Nostra—. Aunque la victoria del ahora gobernador Julio Menchaca, abanderado de Morena, puso fin a 93 años de gobiernos priistas, Sosa Castelán, su familia y allegados mantienen el poder en las decisiones dentro de la universidad. Una de las peticiones del movimiento estudiantil hidalguense es que cese la influencia de este grupo, ante los recientes acontecimientos que revelan la vuelta del porrismo —grupos de choque financiados por el Estado, partidos políticos o autoridades escolares— ampliamente documentados en la década de 1980 en el estado.
El periodista hidalguense y autor de varios libros, incluyendo La historia oculta de Hidalgo, Áxel Chávez, ha investigado y escrito durante los últimos diez años parte del recorrido que explica el momento político y social que vive su estado natal: “Quizás estemos ante el momento de sublevación más importante en la historia reciente de la UAEH, que vive un control político y económico por parte de un clan familiar desde finales de la década de 1970, cuya ascensión al poder, que ha mantenido en contubernio con los gobiernos en turno, llega con acciones horribles y desde la violencia”, cuenta. “Hasta antes de este movimiento había inconformidad social por las prácticas violatorias que ha ejercido este grupo por el control de los recursos de la universidad y también por el uso político de manera facciosa”.
La chispa
El pasado 28 de agosto, estudiantes del Instituto de Artes, IDA, de la UAEH —ubicado a 11 kilómetros de Pachuca, la capital— comenzaron un paro de actividades exigiendo que la directora, elegida solo tres días antes en el puesto, María Teresa Paulín Ríos, fuera destituida. Alumnas y alumnos la han acusado de hostigamiento y acoso, y de encubrir a profesores de la institución que han sido señalados como acosadores sexuales y violentadores. Tanto Paulín Ríos como el rector de la UAEH, Octavio Castillo Acosta, han asegurado que las denuncias carecen de sustento. Para el 4 de septiembre, Paulín Ríos hablo en un mensaje desde sus redes y aclaró: “Solicitamos a los estudiantes una reunión para que nos explicaran su inconformidad y cuáles eran sus necesidades, mismas que no fueron externadas claramente. Sin embargo, después de unos minutos ellos no me permitieron seguir hablando y se retiraron...”.
Tras los hechos violentos del martes 19 de septiembre, el rector Castillo Acosta, acompañado por Paulín Ríos y por Esteban Rodríguez Dávila, el presidente del Consejo Estudiantil Universitario, —a quien acusan de agredir a varios de los estudiantes— ofrecieron una rueda de prensa en la que lejos de lograr acercarse a la comunidad estudiantil, marcaron distancia y solicitaron a los estudiantes que terminaran con el paro. Castillo Acosta dedicó gran parte de su intervención a describir los daños que el edificio había sufrido, poniendo el énfasis en la garza que fue arrancada del patio central. Además, aseguró que se había recuperado el edificio del Instituto de Artes “de manera pacífica”, algo que contrastaba con las decenas de testimonios y transmisiones que los mismos alumnos hicieron desde el lugar en donde se arrojaron piedras y gases lacrimógenos a la comunidad estudiantil.
Esta intervención pública de las autoridades de la UAEH no hizo más que alentar a los estudiantes a continuar con el paro y a adherir al movimiento a más escuelas pertenecientes a la universidad, incluso fuera de la capital: Tepeji del Río, Tizayuca Actopan, Tlahuelilpan, etc., fueron algunos de los centros de la UAEH que han respaldado el paro.
El legado de ‘La Sosa Nostra’
El artista plástico y diseñador gráfico pachuqueño Enrique Garnica, de 64 años, se apresuró a hacer una serie de ilustraciones que acompañaran de alguna forma la protesta de los estudiantes. Pronto, la imagen de la garza descabezada levantada por un estudiante cobró todavía más fuerza. Garnica mismo transitó por las aulas de la UAEH desde la preparatoria y también fue una de las personas que Gerardo Sosa Castelán demandó por la publicación del libro La Sosa nostra, porrismo y gobierno coludidos en Hidalgo, de Alfredo Rivera, y cuyo prólogo redactó Miguel Ángel Granados Chapa, uno de los nombres más importantes en la historia del periodismo mexicano —también demandado por el exdiputado—. “Creo que es un buen momento para que los estudiantes se sientan apoyados por alguien que no necesariamente es profesor, ni alumno, ni administrativo, ni tiene relación con la universidad. Veo claramente que ellos tienen el poder. En mi época de estudiante estábamos excesivamente amenazados y sometidos por los propios estudiantes, algo que era un instrumento de la propia universidad para controlar”, recuerda.
Garnica duró ocho años en un proceso del que salió exonerado al comprobar que la fotografía que había usado para la portada del libro no había sido manipulada, como aseguraba Sosa Castelán en su denuncia. Para este diseñador, los estudiantes podrían enfrentarse a “represalias veladas” y a un escenario que no será sencillo, sin embargo, no duda al decir que están cambiando, el rumbo de su historia: “No es que la gente despertó, la gente y los estudiantes no estaban dormidos, solo no encontraban el mecanismo para poder hacer un cambio y creo que las redes han ayudado a expandirlo y creo que todos los reflectores dan con ellos. Lo veo claramente, ellos tienen el poder”.
Gerardo Sosa Castelán estuvo en la mira de las autoridades desde 2019, cuando la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) detectó irregularidades en el manejo financiero del patronato de la UAEH, lo que le llevó a congelar más de 220 cuentas bancarias de la institución. Actualmente, continúa con un proceso en prisión domiciliaria, acusado de lavado de dinero y posible delincuencia organizada. En 2018 se adhirió a Morena, el partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, perseguido por el declive de su antiguo partido. Dentro de la formación oficialista, en el Estado de Hidalgo, el Grupo Universidad es el que tiene más presencia y poder en el Congreso. Áxel Chávez remarca: “Es un grupo que rebasa la escena local por la capacidad de relaciones políticas que tienen en el país. La FGR los ha denominado como una organización criminal encargada de la sustracción de recursos del patrimonio universitario”, afirma.
Uno de los participantes de la primera línea del movimiento, que ha pedido no ser nombrado por cuestiones de seguridad, asegura que él y varios de sus compañeros, sobre todo si pertenecen al Instituto de Artes, han recibido amenazas vía telefónica y sufren de un constante acoso mientras mantienen el paro en sus escuelas. En los institutos de la UAEH que permanecen tomados por los estudiantes, en la capital del Estado, los servicios de agua y de luz han sido suspendidos. Además, algunos de ellos han denunciado la presencia de coches y motos que circulan de madrugada cerca de las instalaciones donde se turnan para hacer guardias. Rememora todas las veces en las que él y sus compañeros eran “acarreados” para eventos que la universidad nombraba como “excursiones escolares”, siempre conducidos a eventos políticos o en los que tenían que apoyar las candidaturas de los postulantes a rectores o a otros puestos.
La comunidad estudiantil ha solicitado la mediación del gobernador Julio Menchaca, para solucionar el conflicto, tras la negativa de la rectoría de tomar acciones con respecto a las solicitudes del movimiento, como la remoción de María Teresa Paulín Ríos, o la del líder del consejo estudiantil Esteban Rodríguez. “Manifiesto mi disposición de participar en los mecanismos de resolución del conflicto”, ha respondido el gobernador.
Chávez, quien ha sido también amenazado debido a las investigaciones periodísticas que lleva a cabo en su Estado asegura que la generación de estudiantes que hoy se enfrentan con sus autoridades en Hidalgo han terminado con décadas de contención y de una incomodiad constante con respecto a cómo se ejerce el poder dentro y fuera de la universidad: “Yo creo que para encender el bosque hace falta una llama, y creo que estos estudiantes fueron este fósforo que terminó de mantener la contención que durante mucho tiempo permeó en esta universidad”.
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