México-Polonia desde el Monumento a la Revolución: “No fuimos a trabajar ni a la escuela, queremos vivir la emoción”
Más de 7.000 hinchas de la selección mexicana siguen el primer partido de su equipo en una pantalla gigante
Antes de que el balón eche a rodar en Qatar, el Monumento a la Revolución de Ciudad de México ya tiembla. Más de 7.000 hinchas de la selección mexicana celebran a 14.000 kilómetros del lugar donde México, en su primer partido del Mundial de futbol, se enfrenta a Polonia. El martes ha amanecido plomizo pero a nadie parece importarle demasiado. La gente se congrega desde primera hora en torno a una pantalla gigante colocada para la ocasión. Los alrededores de la plaza se llenan...
Antes de que el balón eche a rodar en Qatar, el Monumento a la Revolución de Ciudad de México ya tiembla. Más de 7.000 hinchas de la selección mexicana celebran a 14.000 kilómetros del lugar donde México, en su primer partido del Mundial de futbol, se enfrenta a Polonia. El martes ha amanecido plomizo pero a nadie parece importarle demasiado. La gente se congrega desde primera hora en torno a una pantalla gigante colocada para la ocasión. Los alrededores de la plaza se llenan de vendedores ambulantes de comida, banderas mexicanas y parafernalia futbolera.
Revolución es una gran fiesta esta mañana. Hay futbolines, pistas en miniatura de fútbol con césped artificial para soltar tensión antes del partido, bebidas en vasos que imitan a la copa del mundo, mexicanos disfrazados de jeque árabe con un pañuelo en la cabeza, niños que hoy no irán al colegio. Un policía de la Secretaría de Seguridad Ciudadana deja por un momento su labor y captura el momento en su móvil. Dentro de los límites del recinto, custodiado por seguridad privada, el aforo máximo es de 7.000 personas, y al poco de empezar el partido en las entradas se acumula gente que se ha quedado fuera.
Noemí Uribe (61 años) ha venido desde la Basílica de Guadalupe envuelta en bandera mexicana “para pedir con fervor que mi selección gane”. La mujer ha conseguido entrar al recinto y ahora ve el partido a 50 metros de la pantalla gigante, en la explanada bajo el Monumento. “Está bien prendida la selección, yo sé que me voy a ir aunque sea con un 1-0, está dando todo de sí el equipo. El ambiente está prendido, estamos muy eufóricos, apenas se acerca el balón a la portería y todos queremos brincar para verlo bien. En casa tienes más comodidad, pero aquí uno al otro nos contagiamos del coraje, de la emoción”, dice la mujer.
En un lateral del Monumento hay una televisión y unas cuantas colchonetas con una decena de personas tumbadas. Una de ellas es Anaid Flores, que ha venido con su hijo Fernando, de seis años, y mientras ven el partido comparten un pan dulce y un café con leche. “No fuimos a trabajar ni a la escuela, no es tan importante el partido, pero queremos vivir la emoción”, explica. Mientras habla, México tiene un par de ocasiones y su mirada se desvía hacia la pantalla.
Minuto 54 del partido. 40 segundos. El árbitro detiene el encuentro y corre a la banda a comprobar una jugada en el VAR. Unos minutos antes, Héctor Moreno ha derribado en el área a Lewandowski, la estrella de la selección polaca. Es penalti. Lewandowski se dispone a lanzar. En el Monumento, 7.000 mexicanos contienen la respiración. El delantero tira. Manos a la cabeza. Ochoa, el portero mexicano, detiene el disparo. El suspiro colectivo se transforma en grito, después en aplauso, después en cánticos. Vuelan vasos de cerveza por el aire. Alguien hondea una gran bandera en el medio de la plaza. México acaba de esquivar una bala. La pantalla enfoca a Ochoa y suena un enorme aplauso.
“Pensé que con el portero que tenemos nos lo iban a anotar”, comenta Arturo Sánchez, de 36 años, un ingeniero que se ha escapado un par de horas del trabajo para ver el encuentro. “El partido no ha sido emocionante, pero sí interesante. Pese al penalti México ha dominado. La gente se siente más tensa que otros años [en Revolución], normalmente está más relajada, grita más”, añade Sánchez. “Se ven calmados los cabrones, a ver si al rato no empiezan a echar bronca”, masculla un jubilado que ha venido desde Nezahualcóyotl en metro a ver el partido porque se le ha estropeado la televisión. Sin más sobresaltos que el penalti detenido por Ochoa, el partido acaba con un 0-0 que algunos celebran como una victoria. Los hinchas abandonan en masa Revolución con el partido del sábado contra Argentina en la cabeza.
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