El memorial olvidado de Álvaro Obregón 286, el símbolo de la tragedia del sismo de 2017

El terreno donde estaba el edificio que se derrumbó y mató a 49 oficinistas fue expropiado para construir un monumento a las víctimas. Cinco años después, el proyecto sigue en la incertidumbre mientras las familias de los fallecidos exigen que se construya en su lugar viviendas y un centro de prevención de desastres naturales

Un miembro del grupo de rescate Topos rinde homenaje a las víctimas del sismo de septiembre de 2017, en Álvaro Obregón 286, Ciudad de México, el 19 de septiembre de 2020.Guillermo Gutiérrez (Getty Images)

En México, la tierra tiembla más de mil veces al año. Cualquier mexicano que haya vivido uno conoce la sensación: adrenalina, vértigo y mareo mientras se siente el vacío en los pies. El pasado 19 de septiembre, cuando un sismo de 7,4 sacudió nuevamente a la Ciudad de México en el aniversario de los terremotos de 1985 y 2017, un grupo que se manifestaba en la calle Álvaro Obregón frente al número 286 sumó otra sensación: revivir el trauma d...

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En México, la tierra tiembla más de mil veces al año. Cualquier mexicano que haya vivido uno conoce la sensación: adrenalina, vértigo y mareo mientras se siente el vacío en los pies. El pasado 19 de septiembre, cuando un sismo de 7,4 sacudió nuevamente a la Ciudad de México en el aniversario de los terremotos de 1985 y 2017, un grupo que se manifestaba en la calle Álvaro Obregón frente al número 286 sumó otra sensación: revivir el trauma de hace cinco años cuando perdieron a 49 familiares en ese mismo punto. “Mi hermano vivió o sintió algo similar justo aquí. Con la diferencia de que yo estaba en una parte segura de la calle, él estuvo en ese edificio y todos saben lo que pasó ahí dentro”, dice Hiram Navarro Gutiérrez. Él formaba parte de la misa para recordar a las víctimas que murieron cuando colapsó el edificio de oficinas de esta calle. El grupo aprovechó la ocasión para plantar un memorial propio y exigir un proyecto de viviendas junto a un centro de prevención de desastres naturales, en lo que hoy en día es un terreno baldío apenas decorado con velas y flores de los familiares. Su expropiación en 2018 tenía como finalidad construir un monumento para los fallecidos, pero cinco años después el proyecto sigue en la incertidumbre y ellos se preguntan: “¿qué pasará con ese lugar?”.

Jesús Emmanuel Navarro Gutiérrez murió cuando el temblar de la tierra hizo colapsar el edificio donde trabajaba, a las 13:14 horas del 19 de septiembre de 2017. Cinco años exactos después, y prácticamente a la misma hora, su hermano contemplaba el vacío que dejó esa estructura en la Colonia Hipódromo cuando un nuevo temblor le sorprendió junto al Colectivo de las Víctimas. “Cada año le llevamos una veladora, unas flores, algo para que sepa que nos acordamos de él”, cuenta en una llamada desde su Guanajuato natal. En esta ocasión y para conmemorar el lustro, el conjunto de familias de los fallecidos que se reunieron en esa fecha plantaron frente al terreno una estructura amarilla con la forma de un 49, un memorial improvisado para señalar el símbolo de la tragedia de 2017. “Han pasado varios años y no se ha hecho nada salvo lo administrativo para la expropiación. Con un muro con sus nombres, un centro para capacitar a rescatistas o algo para que las generaciones futuras sepan lo que pasó, nos conformaríamos”, añade.

Miembros de un grupo de rescate rinden homenaje a las víctimas del sismo. Guillermo Gutiérrez (Getty Images)

Seis meses después del derrumbe, el Gobierno local publicó un decreto para expropiar aquel trozo de tierra manchado por la indignación de todo un país. Se pagó un total de 46 millones de pesos a los dueños, se declaró como terreno de utilidad pública y se prometió la construcción de un “parque memorial y, en su caso, un espacio con servicios gubernamentales, con el fin de mejorar la infraestructura y equipamiento de la zona”, según el documento. La gaceta subrayaba además que el objetivo de la expropiación es “satisfacer las necesidades colectivas surgidas con motivo del fenómeno sísmico” y “favorecer una cultura de resiliencia en la Ciudad de México”. Sin embargo, las familias de las víctimas se negaron a un memorial que consideran “innecesario e inútil”.

Jorge Gómez, uno de los representantes de las víctimas del terremoto en Álvaro Obregón 286, asegura que ya existe un memorial, el que plantaron ellos mismos el lunes pasado. “Con eso es más que suficiente”, sentencia. Lo que él y las 44 familias a las que representa (cinco se han deslindado del colectivo en este tema) exigen al Gobierno de la Ciudad de México es que se use ese predio para fundar un centro de mitigación de riesgos en caso de desastres naturales. “Queremos ahí una escuela de rescatistas. Sería más agradable saber que las víctimas que fallecieron en ese lugar no lo hicieron de gratis, sino que dejaron en los cimientos una cultura más agresiva de protección civil”, proclama.

Durante el sismo de 2017, el número 286 de Álvaro Obregón no solo se convirtió en el sitio con más víctimas acumuladas de los 370 fallecidos aquel día. También fue testigo del caos en cuanto organización del rescate de los cuerpos y la comunicación con las angustiadas familias que esperaron días enteros noticias a la intemperie. “Durante el 2017 se vieron rebasados, nosotros lo vimos. Después de 37 años desde el terremoto de 1985, que fue el más devastador de la historia del país, apenas hay avances en esta materia”, asegura Gómez y usa el sismo de 2017 como ejemplo. “Los militares llegaron sin picos, sin palas, sin botellas de agua y sin nada. La sociedad civil tomó el mando del rescate por eso”, añade.

Vista de las afueras del terreno donde se derrumbó un edificio en la calle Álvaro Obregón, en septiembre de 2021. Eloisa Sanchez de Alba (Getty Images)

Además del centro de prevención, Gómez añade que hay metros cuadrados suficientes para construir viviendas para las familias que quedaron económicamente vulnerables después de perder a un cabeza de familia entre los escombros de esas oficinas. Él, que perdió a su mujer ahí dentro, tuvo que sacar a sus hijos del colegio privado y pagar psicólogos. “No quiero que me resuelvan la vida, solo que se hagan los resarcimientos correspondientes. No podemos seguir pasando más tiempo porque las heridas se siguen abriendo”, subraya.

Gómez narra que después de la expropiación estuvieron en contacto con la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, para conocer el destino del terreno. Se les derivó a la Comisión para la Reconstrucción de la capital, y estuvieron en contacto con la directora, Jabnely Maldonado. El futuro proyecto arquitectónico para el memorial Álvaro Obregón 286 saldría a concurso y lo gestionaría el Colegio de Arquitectos de la ciudad. Gómez insiste en que el vicepresidente de la asociación, Oscar Sangines, y su equipo le aseguraron que el memorial era compatible con el centro de rescate y las viviendas que pedían. Sin embargo, el Colegio de Arquitectos no tiene constancia ni ha aprobado ningún proyecto para esa dirección, según ha indicado la directora Ana Itzel López Santacruz a este periódico.

Merilyn Romero, apodera legal del Gobierno de la Ciudad de México en la Comisión para la Reconstrucción, señala que el organismo no tiene ninguna obligación de construir viviendas en ese lugar. “No va a tener ninguna otra funcionalidad porque ya está publicado en el decreto. Es como una ley”, explica. Además, la Comisión ha señalado que el espacio es inapropiado para uso habitacional. Añaden que el futuro de Álvaro Obregón 286 se propuso en un concurso organizado por la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda, pero que este “no se concretó”. El organismo se excusa al recordar que la administración actual ha dado prioridad a reconstruir las viviendas de las familias damnificadas y que todavía le quedan más de 3.000 por atender de las 22.187 que se amontonaron en las solicitudes hace cinco años.

Rescatistas en el edificio de Álvaro Obregón 286, durante la búsqueda de sobrevivientes del sismo de septiembre de 2017. Carlos Tischler (Getty Images)

Para Suzanna Castillo, otra representante del Colectivo de Víctimas, la batalla no está perdida y sostiene que “la ley se puede cambiar”. “Un instituto de prevención de desastres naturales es importante, porque nosotros sabemos y vivimos cómo las autoridades no están capacitadas para afrontar un hecho así”, recalca. Por su lado, Gómez insiste en que el tiempo pasa y las familias siguen preocupadas de que el destino de ese sitio quede en manos de especuladores. “En ese sitio fallecieron nuestros familiares y para el Gobierno es muy atractivo por el lugar donde está, y no queremos que lo conviertan en otro centro comercial”, lamenta.

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