Los escenarios para las seis gubernaturas en contienda en México
Las mediciones apuntan a que Morena se impondrá por lo menos cuatro de los seis estados en juego
Las elecciones que se llevarán a cabo el domingo 5 de junio se prestan a algunas reflexiones. Sin duda habrá que esperar a los resultados de la autoridad electoral, sin embargo, las mediciones realizadas cara a cara en vivienda y publicadas parecen coincidir en el resultado posible para cada estado.
Lo más probable es que Morena gane por lo menos cuatro de los seis estados en disputa. En Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo, Tamaulipas l...
Las elecciones que se llevarán a cabo el domingo 5 de junio se prestan a algunas reflexiones. Sin duda habrá que esperar a los resultados de la autoridad electoral, sin embargo, las mediciones realizadas cara a cara en vivienda y publicadas parecen coincidir en el resultado posible para cada estado.
Lo más probable es que Morena gane por lo menos cuatro de los seis estados en disputa. En Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo, Tamaulipas los candidatos a gobernador de Morena llevan ventajas considerables. La formación ganaría prácticamente la misma proporción de los Estados que ganó en 2021. El año pasado se impuso en 11 de 15 elecciones. Es decir, en términos proporcionales ganaría dos de tres estados en contienda, aunque el año pasado supuso una sorpresa porque había muchas más elecciones cerradas o competidas.
En el caso de Aguascalientes la candidata panista de la coalición Va por México presenta también una ventaja considerable. La única elección que se observa competida es la de Durango, en la que el candidato priista de la alianza opositora lleva una ligera ventaja. Este es prácticamente el solo caso que arroja de momento un resultado incierto por ser una votación muy cerrada, según la mayor parte de las mediciones pre-electorales.
Es importante distinguir qué sector de la ciudadanía estaría votando por Morena y qué parte lo haría por las virtudes propias del candidato. Hay que reconocer que los procesos internos para la selección de candidatos organizados por el partido han sido muy exitosos. Por ello, más allá de la preferencia por el Movimiento Regeneración Nacional, el crecimiento de los propios candidatos ha sido notable en cada proceso.
Está diferencia explica por qué en las mediciones pre-electorales de 2021 sobrestimamos a Morena en el Congreso, pero lo subestimamos en el número de gubernaturas que podían ganar. Parece ser que al inicio del proceso electoral de cada Estado el ciudadano se fija más en el partido Morena y menos en la figura del candidato. Solo al final de la campaña se enterará de quién es el candidato que avala Morena. En elecciones de un ejecutivo, en general, la ciudadanía vota cada vez más por personas y menos por institutos políticos o sus logros.
A diferencia de los comicios de 2021, en los que la mayor parte de los territorios la ventaja a favor de Morena se fue cerrando durante la carrera electoral, en 2022 este no parece ser el patrón. En Estados como Tamaulipas o Quintana Roo las diferencias se han mantenido y en los casos extremos de Hidalgo y Oaxaca se han ampliado.
La fuerza electoral de los dos principales partidos opositores del país en 2021 en su votación para la Cámara de Diputados fue muy similar. Por el Partido Acción Nacional (PAN) votó poco más del 18% y por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) un poco más del 17%. Sin embargo, esta preferencia no se ve reflejada en sus candidatos a gobernador.
El PAN parece defender bien sus plazas. Como lo está haciendo en Aguascalientes en esta elección, lo hizo en Chihuahua y Querétaro en 2021, donde ganaron también candidatos panistas fueran solos o en coalición. El PRI, por otro lado, perdió ocho estados. Es irónico que el único territorio que podría ganar ahora, Durango, está gobernado por un panista. Es decir, estaría recuperando. Si llegara a ganar el aspirante del PRI en Durango, sería la única victoria para este partido entre 21 votaciones, 15 en 2021 y seis en 2022.
Finalmente, en lo que refiere a las mediciones pre-electorales, se observa una tendencia preocupante. La mayor parte de los estudios se está realizando por internet o de manera telefónica. En algunos de los Estados donde habrá elecciones llegaron a representar el 90% de las mediciones registradas.
En buena parte del mundo democrático serían mediciones impublicables por no ser muestras probabilísticas. En el caso extremo, serían ilegales cuando se realizan con llamadas telefónicas automatizadas con robot. En Estados Unidos, por ejemplo, se consideran un engaño y son sancionadas. Su tasa de respuesta es de menos del 10%. Sin embargo, en nuestro país aparecen en diarios de circulación nacional.
A ello hay que sumarle que no son replicables, porque no hay una base de datos de la muestra donde se pueda corroborar el punto de levantamiento, como pasaría con una encuesta en vivienda. No hay registro de los números telefónicos o de las cuentas de internet que respondieron. Muchas de estas mediciones circulan en redes sociales, y por ello al no ser “públicas” no se tienen que registrar ante el INE. Es decir, no hay base de datos, cuestionario o reporte. Es como una medición fantasma que circula, pero ante la autoridad electoral no tienen mayores requerimientos, mientras no sean divulgadas en un medio de comunicación público.
Al no ser validables se confunden y se mezclan con los pasquines publicitarios de las campañas electorales. Su récord de precisión en elecciones anteriores es irrelevante para quien recibe la información. En general, siempre empiezan mal en su diagnóstico y acaban ajustándose a las mediciones probabilísticas, cara a cara en vivienda. Serio reto para el gremio de los estudios electorales y de la opinión pública.
En resumen, todo indica que vamos a una elección predecible, con pocas sorpresas. Con algunas similitudes con el proceso de 2021 y algunas claras diferencias explicables probablemente porque no es un proceso concurrente. No hay una campaña nacional que afecte las elecciones locales. Veremos la semana que entra los resultados oficiales y como siempre algunos datos inesperados. En última instancia, hoy tenemos solo escenarios probables.
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