Asesinado a tiros en un desayuno de trabajo el jefe de un centro de asistencia a familias en Veracruz
Clemente Nagasaky Condado Escamilla era esposo de la alcaldesa del pueblo y hermano del exalcalde. Fue subprocurador de Justicia con el gobernador Javier Duarte.
Una sencilla reunión con integrantes de una asociación contra el cáncer ha sido el escenario en el que ha perdido la vida a balazos el responsable del centro de asistencia a familias (DIF) de Acayucan, Clemente Nagasaky Condado Escamilla, perteneciente a una familia muy conocida en este pueblo de Veracruz. El asesino se acercó al presidente del DIF, lo mató y huyó sin ser detenido. Los asistentes al desayuno de trabajo que se celebraba en el salón Los Manguitos entraron en pánico y sufrieron crisis nerviosas. La Fiscalía ha iniciado sus investigaciones.
Condado Escamilla pertenece a una...
Una sencilla reunión con integrantes de una asociación contra el cáncer ha sido el escenario en el que ha perdido la vida a balazos el responsable del centro de asistencia a familias (DIF) de Acayucan, Clemente Nagasaky Condado Escamilla, perteneciente a una familia muy conocida en este pueblo de Veracruz. El asesino se acercó al presidente del DIF, lo mató y huyó sin ser detenido. Los asistentes al desayuno de trabajo que se celebraba en el salón Los Manguitos entraron en pánico y sufrieron crisis nerviosas. La Fiscalía ha iniciado sus investigaciones.
Condado Escamilla pertenece a una familia que, como él, ha detentado cargos públicos. Los reporteros locales recuerdan que su hermano fue alcalde de la localidad, un puesto al que el fallecido ha aspirado también en otras ocasiones. La víctima se desempeñó asimismo como subprocurador de Justicia en tiempo del priista Javier Duarte, quien fue condenado a prisión y expulsado de su partido por delitos de corrupción. La relación de los Condado Escamilla con la presidencia municipal no concluyen, puesto que la esposa del fallecido, Rosalba Rodríguez, gobierna actualmente el Ayuntamiento por el PRD.
Los asesinatos de funcionarios públicos se suceden en México, unas veces son víctimas, como en este caso, y otras son verdugos, en una espiral de violencia que parece incontenible. La relación con la política es una clave a tener en cuenta cuando suceden estas muertes, o con la justicia, ambas cosas coinciden en la persona de esta nueva víctima.
El presidente del Gobierno, Andrés Manuel López Obrador, se ha referido en la mañana de este jueves, de nuevo, a las condiciones de inseguridad que atraviesan el país, donde es por completo habitual que una persona armada entre en cualquier parte y descargue su pistola contra alguien para salir del sitio por su propio pie y, sin necesidad de mucha suerte, mantener su vida como siempre debido a la impunidad en que se desenvuelven los delincuentes. El presidente, sin embargo, ha abundado en su política de “abrazos, no balazos”, con la que, asegura, se están consiguiendo avances en esta materia.
Pero los episodios de fuerte violencia, como el registrado esta misma semana, el martes, donde perdieron la vida por homicidio 118 personas, continúan. López Obrador ha dado una explicación para esos fenómenos más propios de países en guerra: “Lo tengo clarísimo, eso se debe, primero, a que se desintegraron las familias, se abandonaron a los jóvenes, pensaban que todo se iba a resolver con medidas coercitivas, con la mano dura, se asoció la delincuencia con la autoridad y no había frontera”, ha afirmado.
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