La crisis en los albergues migratorios en Ciudad de México: “No damos abasto”
Un grupo de refugios para migrantes reclama la ayuda del Gobierno de la capital para atender la mayor ola de personas en los últimos años
La migración desde Centroamérica a Estados Unidos ha roto todos los récords este año. A mitad de camino, en Ciudad de México, los albergues que reciben a los que van de paso se acercan al colapso. En el albergue Casa Tochan este jueves ya no cabía ni una sola persona más. Estos días han estado llegando grupos de 30 o 40 centroamericanos y haitianos que partieron en octubre de Tapachula, en la frontera sur de México, en una caravana. Ante esta últi...
La migración desde Centroamérica a Estados Unidos ha roto todos los récords este año. A mitad de camino, en Ciudad de México, los albergues que reciben a los que van de paso se acercan al colapso. En el albergue Casa Tochan este jueves ya no cabía ni una sola persona más. Estos días han estado llegando grupos de 30 o 40 centroamericanos y haitianos que partieron en octubre de Tapachula, en la frontera sur de México, en una caravana. Ante esta última crisis, los grandes albergues migratorios de la capital mexicana enviaron una carta abierta al Gobierno de la ciudad para solicitar ayuda. “No tenemos ya capacidad para seguir atendiendo más grupos de personas que están y seguirán llegando”, dicen.
Sobre la terraza de Casa Tochan hay unas colchonetas donde estos días dormían un grupo de migrantes. El albergue fue uno de los que envió la solicitud dirigida a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum. Para ellos, la situación es crítica, nunca habían visto algo así. En la puerta unos carteles reciben a los migrantes con el anuncio de que no hay cupo. “Es muy triste tener que decirle que no a alguien, tener que dejarlo en la calle, pero no damos abasto”, dice Gabriela Hernández, la directora del lugar. El miércoles tuvo que rechazar a seis personas que fueron a tocar su puerta. Este jueves, solo aceptó a una familia porque llegó con niños. “Ya vamos a ver cómo nos acomodamos, pero quién sabe adónde fueron a parar los de ayer, da mucha pena”. La casa, en un barrio obrero de la ciudad, tiene capacidad para 35 personas, aunque ahora haya por lo menos 50.
El hondureño Melvin Zuniga es uno de los que llegó en los últimos días con su esposa y sus dos hijas, de siete y dos años. “Cuando llegamos a la ciudad llamé a todos los albergues y la única respuesta que recibí fue que estaban llenos. Pero me vine hasta aquí y les dije: ‘tengo a mi familia’, y nos hicieron un lugar”, dice sentado sobre una colchoneta en el piso de la terraza. “Mejor acá que en la calle con las niñas”, agrega. El hombre, un comerciante de 27 años, comenta que solo quiere obtener los papeles y quedarse a vivir en México. “Yo ni siquiera vengo persiguiendo un sueño, he venido obligado, porque en mi país me iban a matar, a mí y a mi familia”.
La carta enviada a Sheinbaum solicita que el Gobierno de la ciudad atienda la llegada continua de gente con un albergue propio. Hasta ahora, el único destino amable que tienen los migrantes es un grupo de asociaciones que trabajan con pocos recursos y mucha voluntad. “Nuestra capacidad de atención e infraestructura se han visto rebasadas por el aumento de personas que han llegado, particularmente en las últimas semanas, incrementando, en el mejor de los escenarios, en el 200% de nuestra capacidad”, dice el comunicado. “Hacemos un llamado de emergencia a las autoridades. Es necesario contar con un albergue permanente de primera acogida de población en movilidad”, concluye.
Los albergues contienen ahora lo que llaman “la crisis de Haití”. La mayoría de los migrantes que pasan por la capital mexicana estos días provienen de la isla, y han decidido migrar tras la crisis política y humanitaria que sufrió su país este año. Es el caso de Benison Jean, un haitiano de 41 años que migró junto a su primo y un amigo primero a Chile, y actualmente está en México a la espera de una oportunidad que le lleve a la frontera estadounidense. “Voy a seguir mientras pueda, solo quiero una vida mejor”, comenta.
La migración en la región vive uno de sus peores años. Las cifras han triplicado los números de 2019, el año antes de que la pandemia redujera la movilidad. Con el retorno de las caravanas, México volvió a tomar el papel de dique de contención de los flujos de personas que viajan hacia Estados Unidos. Hasta octubre el Gobierno de López Obrador había detenido a más de 228.000 migrantes, el récord de los últimos 20 años. Lo mismo pasó en Estados Unidos. La Administración Biden detuvo en la frontera a más de 1,7 millones de migrantes en los primeros 12 meses desde su llegada al poder.
En ese contexto se ha concretado esta semana la reactivación del polémico programa Quédate en México. Los Gobiernos de López Obrador y Biden acordaron la semana pasada retomar la iniciativa que obliga a los solicitantes de asilo en Estados Unidos a esperar del lado mexicano de la frontera mientras se resuelve su trámite. El plan, impulsado inicialmente por el expresidente Donald Trump, dejó en años anteriores múltiples acusaciones de violaciones a los derechos humanos y miles de migrantes varados en campamentos fronterizos con las peores condiciones. Su puesta en marcha nuevamente, que comenzó este miércoles con dos personas que fueron retornadas a Ciudad Juárez, significa otro golpe más para las masas que continúan llegando a México con la ilusión de conseguir un ticket que les lleve hasta al vecino del norte.
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