Del Ángel de la Independencia a la Diana: Checo Pérez hace rugir Reforma
Más de 100.000 personas cobijan al piloto mexicano en la avenida más importante de Ciudad de México antes del Gran Premio de la Fórmula 1
Gelmer Olivares perdió la vista hace 10 años a causa de la diabetes y quiere escuchar un motor de un coche de Fórmula 1. Su hijo, Ricardo, le llevó a sentir el ruido del motor de un Red Bull sobre Avenida Paseo de la Reforma y elevó las expectativas cuando le contó que conduciría Checo Pérez. “Esto es un pedacito de la Fórmula 1, no hemos podido ir a las carreras desde que volvieron en 2015″, agrega Ricardo. El señor Olivares, vestido con una camiseta con el logotipo de la escudería del mexicano, sostiene con la ...
Gelmer Olivares perdió la vista hace 10 años a causa de la diabetes y quiere escuchar un motor de un coche de Fórmula 1. Su hijo, Ricardo, le llevó a sentir el ruido del motor de un Red Bull sobre Avenida Paseo de la Reforma y elevó las expectativas cuando le contó que conduciría Checo Pérez. “Esto es un pedacito de la Fórmula 1, no hemos podido ir a las carreras desde que volvieron en 2015″, agrega Ricardo. El señor Olivares, vestido con una camiseta con el logotipo de la escudería del mexicano, sostiene con la mano derecha su bastón y con la izquierda el brazo de su esposa.
La escudería de la bebida energética montó un espectáculo de exhibición sobre un trozo de la gran avenida de Ciudad de México, Paseo de la Reforma. El protagonista era Sergio Pérez, que con un viejo coche, un RB7, ensordeció a los más de 100.000 aficionados que se reunieron, según las cifras oficiales. Nunca en la historia un conductor de Fórmula 1 había corrido cobijado por los monumentos del Ángel de la Independencia y la Diana Cazadora. En 2015, la empresa del búfalo rojo pidió permiso para quemar los neumáticos sobre el asfalto de las calles del Zócalo. El español Carlos Sainz Jr. y el australiano Daniel Ricciardo se dieron un baño de masas. Pero con Sergio Pérez todo fue un jolgorio sobre una vialidad que, en cualquier otro día, está llena de baches. Las brigadas reparan cada tres días de 1.000 a 1.500 desniveles en toda la capital mexicana, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Obras y Servicios.
Personas que acamparon una noche antes, mantas afelpadas y atole para aguantar el frío, sillas, bancos e incluso escaleras para ver mejor. Los aficionados a la Fórmula 1, pero sobre todo a Checo Pérez. Era también una de las únicas oportunidades para ver o sentir algo relacionado con el campeonato de pilotos más exclusivo del mundo. “Me gustan las carreras porque nunca sabes qué va a pasar ni qué esperar. Falté a la escuela para venir, no podremos ir este domingo porque los boletos estaban cariñosos (caros)”, comenta Daniela Rojas. La entrada más barata era de 1.500 pesos (72 dólares) y los más exclusivos estaban hasta en 120.000 pesos (5.000 dólares), en la zona del paddock. El salario mínimo en México es de 141 pesos por día.
En Reforma, Checo Pérez dio más de una decena de vueltas para regocijarse entre sus aficionados. Quienes le fueron a ver tuvieron que hacer pruebas de contorsionismo para intentar grabar, aunque fuera, una de las pantallas. Algunos más se subieron a las paradas de Metrobús con la confianza de que la estructura aguantara, pese a que las autoridades lo habían prohibido. Los que mejor aprovecharon todo fueron los oficinistas que fueron hasta el techo de los edificios o incluso los turistas desde los balcones de los hoteles.
El frenesí por Checo Pérez se debe, en gran medida, porque ha labrado una larga trayectoria en la Fórmula 1 en una década y con 14 veces en el podio. Sus mejores dos carreras han sido las victorias en Shakhir (2020) y Azerbaiyán (2021). Sus éxitos lo han convertido ya en el mejor piloto mexicano, por encima de la leyenda de los Hermanos Rodríguez. Esta temporada con Red Bull ha sido una de las mejores. “Muchísimas gracias a los que vinieron. Nos lo merecíamos todos después de lo que ha pasado. Es un día para celebrar”, lanzó Pérez.
“Lo que más me gusta es que Checo Pérez sabe manejar muy bien su estrategia. Sabe cuidar muy bien sus llantas”, dice Marlene, de 22 años. Este día, el piloto de Red Bull se dejó querer y dejó de preocuparse por los neumáticos. Por unas horas el olor de caucho quemado inundó Reforma.
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