Raúl Vera: “Indígenas, homosexuales, prostitutas… en esa gente es donde más se manifiesta Dios”
El obispo emérito mexicano aboga por que España pida perdón por el exterminio de los pueblos originarios con la conquista
Este obispo es un show. Quién lo diría: aparece como un fantasmilla, su corta estatura cubierta con el hábito claro de los dominicos y el cubrebocas puesto. Ay cuando se lo quite. Esa lengua sin pelos fustigará a la Iglesia por su “infección de poder clericalista”, a los gobiernos “corruptos y criminales”, a los terratenientes, a los conquistadores. Raúl Vera acaba de jubilarse como obispo de Saltillo (Coahuila, México) pero nadie piense que se va a callar por eso. Es de la estirpe de la Teología de la Liberación, esos religiosos que, cuando no son asesinados, son propuestos para el premio Nob...
Este obispo es un show. Quién lo diría: aparece como un fantasmilla, su corta estatura cubierta con el hábito claro de los dominicos y el cubrebocas puesto. Ay cuando se lo quite. Esa lengua sin pelos fustigará a la Iglesia por su “infección de poder clericalista”, a los gobiernos “corruptos y criminales”, a los terratenientes, a los conquistadores. Raúl Vera acaba de jubilarse como obispo de Saltillo (Coahuila, México) pero nadie piense que se va a callar por eso. Es de la estirpe de la Teología de la Liberación, esos religiosos que, cuando no son asesinados, son propuestos para el premio Nobel de la Paz. Él mismo lo fue. Aguerrido sindicalista; como buen religioso, enorme político; parlanchín como él solo. Toda la conversación tamborileará con los dedos en la mesa, como sentando cátedra y se reirá a carcajadas, hará parodias impostando la voz. No hay registro que no pase por su cara. Lo dicho, un showman.
Cuando la Iglesia y el poder político se hartaron del obispo Samuel Ruiz, el amigo de los indígenas de Chiapas, en plena revolución zapatista, enviaron a Raúl Vera para poner orden, pero el encargado les salió rana: otro que estaba del lado de los pobres, esa bendita plaga de los religiosos en Latinoamérica. Así que cuando fue nombrado obispo lo mandaron al otro lado del mapa mexicano, de la selva al desierto, por resumir. Pero en México no se acaban las causas. En el norte se topó con las desgracias de los migrantes que quieren pasar a Estados Unidos, las mujeres violadas por el Ejército, los mineros muertos. Y se pidió un carro con buen motor por si había que salir corriendo, como ocurrió en alguna ocasión. Porque no se iba a estar callado. Eso no.
Pregunta. Narcotráfico, crímenes, desaparecidos, feminicidios, violencia de toda clase. ¿Qué razones hay en México para creer en su Dios?
Respuesta. Los indígenas, los homosexuales, las prostitutas… Esa gente orillada es donde más se manifiesta Dios. ¿Qué razón hay para creer que ellos no se pueden organizar? Si los indígenas saben mirar al ver cielo y predecir la lluvia o la sequía, el viento o el calor, cómo no van a saber juzgar y analizar los signos de su sociedad y lo que es justo o no es justo. ¿Es mejor pensar lo contrario y explotarlos? Cuando estudiaba en Europa, para ver a Dios miraban al cielo, no, a Dios hay que verlo aquí, en la tierra. Los obispos vivimos en un mar de pobres, y ¿qué hacemos por ellos? Todos a gustísimo.
P. Los indígenas también hacen sus tropelías…
R. Siempre las han hecho. Por supuesto, las mujeres están muy confinadas, por ejemplo. Es la pobreza. Pero por qué no miran la miseria que gana un obrero o qué puede hacer una mujer embarazada si no puede mantener niño, o esas casas de interés social que son palomares donde los niños viven la promiscuidad... luego no nos extrañe que resulte embarazada una niña de 13 años. Por qué no nos damos cuenta de los condicionamientos con los que hemos creado toda esta desbandada de problemas, que después ortodoxamente queremos no más condenar.
P. El mundo está desordenado, dice usted. ¿Acaso estuvo alguna vez ordenado?
R. Hay lugares con una civilización de valores cristianos y más justicia, cuando yo estudié en Europa había países con valores, en el trabajo había un control. Por ejemplo en los países nórdicos, que son protestantes, se trata con justicia a los trabajadores. Las diferencias son de México. El continente latinoamericano es donde más desigualdades existen y curiosamente es el más católico, cómo se explica eso?
P. ¿Cómo?
R. Aquí no hubo un diálogo con la cultura indígena, aquí se impuso todo. No tenemos los valores cristianos puestos en la sociedad, el rico no tiene miramientos, ni con el salario mínimo, no hay sensibilidad, cómo es posible. En Italia había mucho más sentido del bien común que lo que hay en mi patria. Saben que la desigualdad es violencia. Estamos mal evangelizados. Muchos católicos, pero mal evangelizados.
P. No salimos de la culpa original de los españoles.
R. Bartolomé de las Casas no los llama españoles, los llama los cristianos, todos los crímenes los hacían los cristianos.
P. Entonces, entre la cruz y la espada ¿quién hizo más crímenes?
R. Fue la espada, ni modo. Bartolomé de las Casas y otros reaccionaron contra los españoles en defensa de los indígenas, que tenían alma. Pero la evangelización se hizo muy mal.
P. En Europa, sin embargo, muchos creyentes miran con envidia a los religiosos de Latinoamérica, por sus valores… En Europa no hay mucha Teología de la Liberación, ya sabe usted..
R. Es por el clericalismo, hasta hoy la Iglesia tiene un gobierno monárquico. La corte vaticana es la única de toda Europa que no se ha modernizado. Lo que ha dañado a la Iglesia es el clericalismo, que viene a decir que por el hecho de ser clérigos ya somos más que los laicos. ¿Por qué una mujer es menos que nosotros? Hay una visión piramidal de la Iglesia sobre esto. Primero el Papa, luego los cardenales... Pero todos los cristianos tenemos la misma dignidad que nos da el bautismo.
P. Pero ustedes se ponen esos anillos tan imponentes, que quizá los laicos se sienten menos cuando bajan a besarles la mano.
R. Ay, pues mire, este antes traía una piedra… [dice sacudiendo la mano con desdén hacia la joya]. Pero sí, son signos. La iglesia tomó una estructura monárquica, por eso el Papa tenía tres coronas, que pablo VI entregó a la FAO para que las fundieran. Tres coronas, el emperador del mundo de la Iglesia y del Vaticano.
R. México celebra este año el bicentenario de su independencia, pero las comunidades indígenas siguen en gran abandono, sin los servicios más básicos, algunas. ¿Qué ha hecho México por todos ellos?
R. Pues no ha hecho nada, nada. Y además, digámoslo, [los Gobiernos] se van mucho por el asistencialismo y los discursos que amainen a la gente, para que no se rebelen. Y por el paternalismo. En octubre de 2011, se armó el tribunal permanente de los pueblos, donde intervenimos las organizaciones sociales para presentar las quejas. Se hizo un diagnóstico fenomenal. Propuse iniciar una Constitución Ciudadana para educar políticamente al pueblo, formarles políticamente, y que el pueblo nombre a los que formen el Congreso. Porque organizarlos en el derecho y la justicia es el fin de la política. Todo se paró cuando llegó el gobierno actual, por ver si todas las ofertas que había hecho funcionaban… Pero ahorita, sinceramente le digo, tenemos que seguir con este proceso del tribunal.
P. Le ha defraudado este gobierno.
R. Conocí por el Tribunal Permanente de los Pueblos que este gobierno no es corrupto, sino criminal. Hay personas dentro del gobierno sin escrúpulos. Yo también me dije: ¿de dónde va a sacar [el presidente, Andrés Manuel López Obrador], los funcionarios honestos para hacer lo que él quiere hacer? Hemos vivido muchos años de descomposición terrible de las estructuras, de corrupción, de voracidad, muchos años.
P. Entonces, ¿no es tanto el presidente como sus funcionarios?.
R. Los que le ayudan, también.
P. Este gobierno ha solicitado a España que pida perdón por la conquista y sus desmanes.
R. Hicieron barbaridades, probaban las espadas en los cuerpos, se los llevaban a las minas, en tres meses morían 30.000 personas, eso es exterminio. Masacraron a la gente. Otros venían a hacerse ricos en cinco años y regresarse.
P. Entonces ¿hay que pedir perdón?
R. Pues sí, hay que pedir perdón.
P. ¿Qué les dice a quienes argumentan que ya pasaron 500 años de aquello?
R. Que están las heridas. ¿En base a qué trajeron su civilización, por qué vinieron, a hacerse ricos? ¿A adueñarse de las tierras? No veían a crear una civilización.
P. Decía usted antes que la Iglesia debe formar políticamente al pueblo. Si eso se traslada a Europa algunos se llevarían las manos a la cabeza.
R. Gran parte de mi trabajo ha sido entre la sociedad civil, enfocando una Iglesia donde la sociedad civil tenga un lugar, sí, cómo no. La presencia de la Iglesia en la sociedad civil y la defensa de los ciudadanos es el mandamiento del amor.
P. ¿De dónde saca usted esa energía? Está agitando las capas del hábito que parece que se va a echar a volar.
R. Decidí cambiar el mundo, por eso entré de dominico, para cambiar el mundo
P. ¿Y no se decepciona una persona que lucha toda su vida por los derechos humanos y la justicia cuando ve que poco o nada cambia?
R. No me decepciono, Dios me va a pedir cuentas, no puedo decir que ya me cansé.
P. O sea, que lo hace para que Dios no le riña.
R. Ja ja, no, es lo que Dios quiere. No lo que yo quiero.
P. Usted estudió para ingeniero químico, entre otras cosas.
R. Sí, pero donde yo podía trabajar eran todas empresas estadounidenses que falseaban sus ganancias y saqueaban al país, que tenía años de dictadura de partidos y sindicatos…
P. Si es por la ética de las empresas, medio mundo tomaría los hábitos, ¿verdad?
R. Yo quería quedarme en la universidad, pero en el movimiento estudiantil del 68 me dio el último empujón para no trabajar en química.
P. Dicen que cuando el Papa quiere informarse sobre México llama a Raúl Vera.
R. Le di información, sí, se la di. Y he hablado personalmente con él, sí.
P. ¿Qué le pregunta?
R. Yo le presento las problemáticas que la Iglesia tiene que abordar. Y también las problemáticas de la propia Iglesia. Todos los obispos tenemos esas intervenciones.
P. Dice Francisco que el diablo la ha tomado con México.
R. El papa tiene salidas geniales y seguramente que lo dijo en una de esas. Tenemos el narcotráfico aquí metido y no nos lo podemos quitar, es un problema grave. Además, entra a través de las estructuras de gobierno: empezó por las alcaldías, financiaban el nombramiento de los presidentes municipales, después colocaban al responsable de Seguridad, así que ya tenían a la policía y a los jefes políticos a sus órdenes… Como les funcionó pues siguieron con los diputados, senadores…
P. ¿Cuándo va a parar eso?
R. Cuando nos convirtamos en sujetos de la historia y ahí la Iglesa tiene un papel primordial. Pero para eso hay que perder el clericalismo, no pensar que somos poder porque tratamos con los poderosos. Lo que importa es que te quieran los pobres.
P. La iglesia debe jugar su papel. ¿Y al Estado, no le pide nada?
R. ¡Precisamente! Si nosotros tomáramos nuestro lugar y dejáramos de ser amigochos del gobernador… Qué es eso de que soy párroco, pues tengo que ser amigo del alcalde; soy obispo, pues del gobernador; soy cardenal, pues hablo con el presidente de la República. Esto es una infección de poder que nos lleva a estar callados.
P. Muchos de los creyentes están bien alejados de esas tesis suyas.
R. Uy, es que es muy cómodo, uy, muy cómodo, una vida feliz imaginándote que todo es así, te evita compromisos.
P. Es que la Iglesia lo pone muy fácil. Va el pecador, se confiesa, y a casa con la conciencia tranquila.
R. Hay situaciones en que la gente confiesa una debilidad, pero descubres que es una forma de vida. Están en una estructura en la que repiten el mal y general mal. Entonces, ¿para qué van a confesarse? Pues no te doy la absolución, le dije a uno.
P. Usted también tendrá alguna debilidad, don Raúl.
R. Muchísimas… Me tendría que confesar, ja ja. Cuando uno se pierde en los laureles por cositas de nada, eso es lo peor.
P. Pero el premio Nobel sí lo querría, ¿verdad?
R. No [alarga el no].
P. ¿Cómo no?
R. Yo no lo busqué. Me dieron el Rafto. Y acabo de recibir un reconocimiento del colegio de abogados de La Laguna, que han inventado el premio para dármelo a mí.
P. Bueno, elija un pecado capital, el que más débil le encuentre.
R. Pues eso, el orgullo, el ego, eso es de lo que más me tengo que cuidar. Me pasan cosas que no creo que deban pasarme, cosas, cosas. Tengo que tener cuidado, porque cuando pierdo cuidado es cuando peor me va. Ay, por más que luché sí alcancé a creérmelo.
P. Meter el dedo en la llaga es peligroso en México. ¿No tiene miedo por su vida?
R. Viví en Chiapas los tiempos en que los paramilitares mataban catequistas. Y yo contaba con la protección del Vaticano, los que creían que don Samuel Ruiz era un maldito, y yo el mandado para resolver aquello. Yo vi el sacrificio de los catequistas y me dije: Raulito, decide. ¿Puedes ser obispo de unos que arriesgan su vida, y los matan, y tú el niño bueno del papi Gobierno, que no te van a hacer nunca nada? O empiezas a caminar en medio del peligro que corren ellos o mejor te vas de aquí mañana mismo, me dije.
P. ¿Cree que ese peligro está conjurado ya?
R. No, nunca. Como están las cosas en el orden político y económico y social, no no. Nada cambia porque ahora no tenga diócesis. Siempre he pensado que pueden matarme y no lo quiero dejar de pensar, no es por angustia. Hubo un momento en que la gente del Ejército hizo un mapa de mi vivienda. Cuando llegué a Saltillo me perseguían. Logramos que a los soldados violadores de mujeres los metieran en la cárcel. Me tocó una persecución, nunca vi a mi chofer tan blanco. Iban de civiles, a las 12 de la noche. Yo siempre les dije a los padres, oigan, disculpen, pero a mí pónganme un carro con motor, que corra.
P. En Chiapas las cosas no andan mejor, hablan los zapatistas de una inminente guerra civil.
R. Es la impunidad en que el Gobierno de Chiapas deja a los asesinados, a los desplazados. Hay ataques armados y el gobernador mantiene todo impune. El Ejército federal no puede suplir del todo a los estatales. El narco ha entrado muy fuerte el día de hoy, hay disputas de carteles, ¡Es la impunidad!
P. ¿Tiene esperanzas de cambio?
R. Sí, el mal no tiene futuro. Hay mucha gente buena, los indígenas son un gran reservorio de sabiduría. Cuando en Europa cayó el imperio romano hubo una crisis civilizatoria y fueron los monjes en sus monasterios los que la salvaron con sus valores. Eso salvó a Europa, la mística de esos monjes, que dieron una base para crear una nueva civilización. Hoy esos valores están en los pueblos originarios, son los que tienen la reserva espiritual para darle vida a este mundo. No estamos huérfanos.
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