La Fiscalía dice que los hermanos Antihuen planificaron el triple crimen de los carabineros en Cañete “con ánimo frío”
El Ministerio Público ha formalizado los cargos de tres de los cuatro imputados, pues uno continúa prófugo. Los funcionarios fueron asesinados el 27 de abril en una emboscada: tras ser baleados, sus cuerpos fueron quemados dentro de su camioneta
Durante tres meses, a partir de la madrugada del 27 de abril en que los tres carabineros chilenos que realizaban el control de una medida cautelar en Cañete, en la zona-centro sur del país en la región del Biobío –un trámite para verificar que un imputado se encuentre en su domicilio– fueron ejecutados a balazos y luego sus cuerpos quemados dentro de su camioneta institucional, es que comenzó sigilosamente la investigación de la Fiscalía. Y esas pesquisas implicaron que este lunes se lograra la detención de tres personas, mientras que un cuarto sujeto es buscado intensamente: huyó cuando la policía estaba a punto de capturarlo.
Los tres detenidos, acusados del homicidio de los carabineros Carlos Cisternas Navarro, Sergio Arévalo Lobo y Misael Vidal Cid, y del robo de sus armas de servicio, han sido identificados como los hermanos Felipe Antonio (29 años) y Yeferson Antihuen Santi (19), además de Nicolás Bastián Rivas Paillao (19), quien facilitó el armamento. El cuarto, Tomás Antihuen Santi, de 25 años, hermano de dos de los imputados, se encuentra prófugo.
Este martes, en el tribunal de garantía de Cañete se realizó la audiencia de comunicación de cargos, que culminará este miércoles. Ha sido la primera vez que el grupo de fiscales, que lidera Roberto Garrido, ha entregado detalles de cómo se planificó el triple homicidio que impactó a Chile, y de cómo el equipo del OS-9 de carabineros rastreó las huellas durante tres meses. Entre las pruebas hay material balístico, rastros de ADN a través de la saliva de los sospechosos, seguimientos y decenas de testimonios, entre ellos el de un testigo reservado, que han ayudado a develar la trama.
La emboscada
Durante la audiencia de formalización de cargos, el fiscal Carlos Bustos, quien es parte del equipo de Garrido, relató que los tres funcionarios fueron emboscados, asesinados y quemados entre la noche del 26 de abril y la madrugada del 27, el mismo día en que Carabineros conmemoraba su 97° aniversario. Cuando los policías llegaron a la casa del sujeto que debían controlar, una tarea que realizaban desde agosto de 2023, encontraron la reja del portón cerrada, lo que era inusual. Al bajarse, sus homicidas, que se ocultaban en unos arbustos, les dispararon, lo que ha sido catalogado como una ejecución, pues se les asesinó en altura, en una posición en que se encontraban indefensos. También robaron sus armas, dos pistolas que fueron usadas en el crimen y para disparar a la camioneta, según los pertiajes.
El hombre, cuya medida cautelar iban a revisar, que es pariente de los hermanos imputados, al escuchar los disparos llamó al teléfono del cuartel de Carabineros de la zona para alertar, un hecho que se comprobó pues quedó registrado.
La Fiscalía ha establecido dos sitios del suceso: el callejón de tierra donde los tres funcionarios fueron asesinados, cuyo portón dirige hacia la casa que iban a controlar y, el segundo, en la ruta P-72, donde los homicidas –los investigadores creen que en el crimen participaron o ayudaron más personas– dejaron la camioneta con los cuerpos de los policías y luego la incendiaron.
Rastros de ropa
En los primeros peritajes que el equipo de investigadores realizó en los sitios del suceso se encontraron rastros de los uniformes de los funcionarios, entre ellos el broche de un cinturón, un trozo de una jineta y la pretina de un pantalón institucional. Para el fiscal Carlos Bustos esta evidencia es una muestra de que en el lugar “hubo una acción de fuerza” y “un ataque a los funcionarios de carabineros antes de ser trasladados hasta el lugar donde fueron encontrados fallecidos”.
En el mismo sitio también se halló un cable de una radio policial. Además de una vaina; una pieza de goma perteneciente a una culata de la parte trasera de una escopeta Baikal y un taco, es decir, dijo el fiscal, “la parte de un cartucho balístico correspondiente a munición múltiple que participó en un proceso de disparo, lo que da cuenta que los hubo en el lugar”.
Además, se hallaron rastros de sangre y una parte del tablero de la camioneta donde se movilizan los policías.
El callejón donde fue perpetrado el triple crimen es estrecho, lo que hacía imposible que los policías pudieran realizar un giro para huir de sus homicidas, por ello, señaló Bustos, tuvieron “escasa o nula posibilidad para defenderse”.
Las víctimas tenían entre 29 y 43 años.
Apagaron sus teléfonos
Los sospechosos fueron identificados rápidamente, pero el Ministerio Público guardó reserva para poder juntar pruebas y realizar seguimientos.
De acuerdo con la georreferenciación de los teléfonos móviles de los sospechosos, en la audiencia del martes se reveló que, poco antes de los asesinatos de los tres carabineros, los hermanos los apagaron y encendieron, aproximadamente, entre las 22.00 horas del 26 de abril y las 8.00 de la mañana del 27. Ello, con el fin de ser no rastreados.
Un asalto previo
En la indagatoria de la Fiscalía se encontró evidencia balística, una vaina calibre 12 en el lugar donde los funcionarios fueron quemados después de ser asesinados, que coincidía con un asalto, el robo a una camioneta ocurrido a fines de marzo de 2023, a los trabajadores de una compañía de telecomunicaciones en la comuna de Contulmo, en la región del Biobío.
Esta prueba generó una línea de investigación, pues en esa camioneta, que después fue abandonada, se encontró un teléfono móvil que, al ser periciado, correspondía a Yeferson Antihuen.
Seguimiento y material genético
Cuando el equipo de investigadores seguía los pasos de los sospechosos, ubicó a Yeferson Antihuen en Santiago y comenzó a vigilarlo, sigilosamente. Y, cuando lo vieron lanzar un escupo al suelo, en junio, los policías fueron a recoger la evidencia para extraer su ADN, pericia que fue grabada en un video. Con esa prueba se compararon los perfiles genéticos que habían sido hallados en uno de los sitios del suceso en Cañete, el lugar en que fueron asesinados los carabineros el 27 de abril, y coincidió con la identidad del joven de 19 años.
Otra prueba que fue expuesta en la audiencia de formalización fue una muestra de saliva de su hermano Tomás, quien se encuentra prófugo. La policía interceptó un llamado telefónico que realizó a un amigo y lo ubicó. Al ver que arrojó el tarro de una cerveza al suelo, lo recogieron, comprobaron su material genético y también hizo match.
Planificación
De acuerdo con la declaración de un testigo, los hermanos Antihuen llevaban varios meses observando que distintos funcionarios de Carabineros iban a constatar la medida cautelar y que, de ellos, el más interesado era Tomás. Las averiguaciones, que comenzaron en febrero de este año, solían ser respecto de los horarios de las rondas.
El fiscal Bustos señaló, por ello, que se trató de un homicidio planificado, “con ánimo frío y tranquilidad” de parte de los imputados.
Incluso, se señaló en la audiencia, que en una ocasión Tomás Antihuen portaba una escopeta Aikal, cuya parte de goma de la culata se encontró en el sitio del suceso.
Sobre el móvil del crimen, el fiscal jefe del equipo, Roberto Garrido, ha señalado que, entre las motivaciones, estaba el hecho de “hacerse de las armas”. Asimismo, el ataque habría sido hacia la institución, pues son varios los funcionarios los que realizan las rondas para verificar medidas cautelares.
Hallazgo de las armas de los policías
Después de las detenciones de tres de los imputados, el equipo de investigadores allanó este lunes el domicilio de los hermanos Antihuen, y otras viviendas de la región del Biobío. En un sector cercano a su casa, relató el fiscal Bustos, se encontró un bolso que contenía dos pistolas que fueron robadas a los funcionarios asesinados.
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