La delincuencia desafía a Boric y se adelanta a la demolición de un ‘mausoleo narco’ en una plaza pública en Chile
El presidente chileno anunció la semana pasada que se echarán abajo los memoriales que se levantan para homenajear a delincuentes y, así, recuperar los espacios públicos. Pero un clan ligado al tráfico de drogas decidió hacerlo con sus propias manos
Fue en su Cuenta Pública del 1º de junio que el presidente de izquierdas chileno, Gabriel Boric, anunció que, entre las medidas que su Gobierno tomaría próximamente en materia de orden público, sería la presentación de un proyecto de ley para restringir los funeral...
Fue en su Cuenta Pública del 1º de junio que el presidente de izquierdas chileno, Gabriel Boric, anunció que, entre las medidas que su Gobierno tomaría próximamente en materia de orden público, sería la presentación de un proyecto de ley para restringir los funerales de narcotraficantes y asaltantes, que en Chile pueden durar varios días, son con balazos al aire y lanzamiento de fuegos artificiales. Pero hubo un segundo anuncio: la demolición de mausoleos de fantasía o memoriales que las familias, amigos y miembros de organizaciones criminales han comenzado a construir en espacios públicos, entre ellos en plazas con juegos de niños.
“Nuestras policías hacen un gran esfuerzo por contener estos hechos, pero no es suficiente”, dijo el mandatario. Informó, además, que la Subsecretaría de Desarrollo Regional transferirá recursos a los municipios para “demoler todos los memoriales narco donde quiera que aparezcan”.
De eso han transcurrido apenas cinco días y, la madrugada de este lunes 5 de junio, cuando el Gobierno planeaba la demolición del primer mausoleo narco, cercanos y familiares de Diego Marchant Castro decidieron adelantarse y destruir con sus propias manos una construcción que tenía la forma de un castillo. Pero no fue todo lo que hicieron, pues en un evidente desafío a Boric, en medio de los destrozos escribieron el irónico mensaje: Bukele de cartón [Bukele de mentira], en alusión al presidente de El Salvador, Nayib Bukele, quien lidera una dura y cuestionada política contra el crimen organizado. Además, dejaron otros dos rayados, uno que decía que “no se hace política con el dolor de una familia” y otro con la siguiente frase: “Devuelve la plata a Estado”.
Marchant Castro era un joven delincuente que murió a los 20 años de un disparo en la espalda durante un ajuste de cuentas entre bandas rivales. El memorial apareció sorpresivamente en 2021 en la plaza Salvador Allende, dentro de la población José María Caro en el municipio de Lo Espejo, en la zona sur de Santiago, la capital de Chile. Era una construcción de aproximadamente 25 metros cuadrados que en su interior tenía luces, cerámica en blanco y negro en el piso, dos bancas color amarillo y un perro de cerámica blanca a escala real. Por fuera tenía cámaras de seguridad y sus paredes fueron pintadas en forma de ladrillo. En el frontis, sobre una gran puerta de vidrio que permanecía cerrada, unas letras manuscritas recordaban a Dieguito, a quien además se le homenajeó con un mural recordándolo de cuerpo entero. El joven era hijo de Francisco Marchant, líder un clan ligado al tráfico de drogas.
Lo Espejo sería el primer municipio donde se echaría abajo una de estas construcciones. Lo había adelantado la ministra del Interior, Carolina Tohá, después de la Cuenta Pública del presidente. Son medidas que se explican pues Chile vive una crisis de seguridad que se ha traducido en que, en seis años, su tasa de homicidios ha subido de 3,6 a 7 puntos, según el fiscal nacional Ángel Valencia, y en que gran parte de los crímenes son cometidos con uso de armas de armas de fuego, pues su porte ilegal ha ido en aumento.
Boric encargó a la Subsecretaría de Desarrollo Social de su Gobierno, que encabeza Nicolás Cataldo, realizar un catastro de memoriales narcos, los que se calcula, preliminarmente, que podrían llegar hasta una veintena en la Región Metropolitana. Además, Cataldo entregará recursos a diversas comunas a nivel nacional para comenzar con las demoliciones y, en el lugar, poner iluminación, mobiliario nuevo, juegos infantiles y recuperar la plazas. “El foco está en la narco cultura y cómo hacemos retroceder aquello del espacio público”, dijo Cataldo durante el fin de semana.
Tras conocer que el castillo había sido demolido por el clan Marchant, Cataldo dijo que el hecho era “sorpresivo, pero no necesariamente algo que sea malo”. “Hay una reacción al anuncio del Presidente, a la decisión de ir a la recuperación del espacio público y, si esto puede ser menos complejo, menos traumático y más expedito, siempre es bienvenido”.
La alcaldesa de Lo Espejo, Javiera Reyes, ha descrito el memorial como “un símbolo del miedo”. “Cuando la misma prensa ha ido a preguntar a los vecinos qué les parece, todos los que no se atreven a comentar es porque no quieren decir públicamente que no están de acuerdo con que existan construcciones como éstas”, aseguró Reyes a una radio local.
Los narco velorios
Otro de los anuncios de Boric del 1º de de junio fue un proyecto de ley para restringir los funerales de narcos. Es una iniciativa que se sumará a otros dos proyectos que fueron ingresados en marzo y en mayo de este año por parlamentarios de distintos sectores políticos. No es un fenómeno nuevo en Chile, pero ha ido creciendo en ocurrencia y violencia. En 2019, por ejemplo, el expresidente Sebastián Piñera, de derecha moderada, creó un protocolo para su realización.
“En el caso de los funerales, en donde las bandas atemorizan y paralizan a las comunidades, presentaremos un proyecto de ley para restringir estas prácticas, limitando los días de velorio y el recorrido de los cortejos entre otras medidas. Nadie tiene derecho a amedrentar a la población y violentar los barrios por mucha que sea la pena que sienta por la partida de un ser querido”, dijo Boric en su cuenta pública.
Según cifras entregadas por Carabineros, al 16 de mayo pasado se habían registrado 153 narco velorios en el país este 2023 y, en el 18% de ellos, hubo lanzamientos de fuegos artificiales. Durante su realización, hay colegios que, por temor y razones de seguridad, han debido parar sus clases. Uno de los últimos casos de connotación pública ocurrió a fin de marzo, en Valparaíso, ciudad a unos 107 kilómetros de Santiago, cuando una quincena de colegios y universidades suspendieron sus actividades por uno de estos velorios.