El asesinato de un líder barrabrava pone en alerta a la ciudad argentina de Rosario
Andrés Bracamonte, referente de la hinchada violenta del club Rosario Central, recibió cinco disparos. Las fuerzas de seguridad extreman la vigilancia
La ciudad argentina de Rosario está en vilo. El sábado por la noche, Rosario Central, uno de los dos grandes clubes de fútbol locales, perdió contra San Lorenzo. Minutos después, cuando los hinchas regresaban del estadio Gigante de Arroyito a sus casas, hombres encapuchados asaltaron al líder de la barrabrava, Andrés Pillín Bracamonte, y a su segundo, Daniel Rana Attardo, en una esquina mal iluminada. Recibieron cinco disparos cada uno y murieron en el acto. Tras el doble asesinato, las autoridades reforzaron la seguridad para evitar que desencadene un nuevo baño de sangre en la ciudad más violenta de Argentina.
La Justicia investiga si se trata o no de un ajuste de cuentas, dados los presuntos vínculos de Bracamonte con la narcocriminalidad local. Hasta el momento no hay detenidos y se desconoce cómo escaparon del lugar del crimen. El referente canalla, de 52 años, ya había sufrido otra emboscada tres meses atrás: una bala le hirió por la espalda, pero no le tocó ningún órgano vital y los médicos le salvaron la vida.
Este crimen sacude a la sociedad rosarina en medio de una tregua de la violencia que ha castigado a la ciudad sin cesar durante más de una década. En lo que va de 2024, los homicidios han descendido cerca del 70% respecto al año pasado y el Gobierno lo atribuye a las políticas de mano dura coordinadas entre el gobierno nacional de Javier Milei y el provincial de Maximiliano Pullaro. Entre las medidas aplicadas está el aislamiento en las cárceles de los principales capos narcos y el refuerzo policial en los barrios más conflictivos. La primera respuesta de las bandas narco fue sembrar el terror con cuatro asesinatos de trabajadores al azar, pero desde entonces, los asesinatos comenzaron a descender hasta alcanzar cifras inéditas desde 2014. Entre enero y agosto de este año se registraron 66 homicidios, frente a los 188 en los mismos primeros nueve meses del año de 2023.
El ministro de Seguridad provincial, Pablo Cococcioni, aseguró que van a hacer lo posible para evitar que el asesinato de Bracamonte “sea utilizado para instalar un regreso al pasado”. “Nos costó mucho salir de una dura situación con los dos años anteriores que cerraron con 300 homicidios dolosos, y vamos a cuidar al máximo lo logrado en estos once meses el trabajo conjunto para que puedan seguir viviendo tranquilos”, subrayó Cococcioni en rueda de prensa el lunes.
Historial delictivo
Bracamonte llevaba media vida vinculado a la barrabrava de Rosario Central y años en la mira de la Justicia. Entre los numerosos delitos por los que fue investigado estaba la reventa de entradas, lavado de dinero, extorsión y violencia de género. En 2009, un tribunal lo condenó a dos años y ocho meses de prisión efectiva por amenazas contra un exempleado de Rosario Central. Su asesinato dejó inconcluso el juicio al que se enfrentaba estos días por violencia de género: sólo un día antes, la fiscal había pedido dos años de cárcel para él por agresiones y amenazas de muerte contra su exmujer después de que ella le pidiese el divorcio en 2018.
Durante el allanamiento a su casa en 2020, la policía le secuestró tres autos de alta gama, dos taxis, tres motocicletas y una moto de agua, además de 2,5 millones de pesos en efectivo (equivalentes a más de 200.000 dólares en ese momento). Fue acusado de supuesto lavado de activos al no poder justificar el origen de ese patrimonio.
El temor de los rosarinos por un posible rebrote de la violencia se dirige también hacia las gradas del estadio de Rosario Central. Los dirigentes del club temen que el asesinato de Bracamonte aumente el poder narco, como ya ocurrió con su histórico rival, Newell’s Old Boys. La barrabrava leprosa está controlada por Los Monos, la banda más sanguinaria de Rosario.
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