Karina Milei, la voz que susurra al oído del presidente de Argentina

La hermana menor del mandatario fue emprendedora, tarotista y pastelera. Ahora es la mujer más influyente en el Gobierno de un país en crisis

Javier Milei, acompañado de su hermana Karina, tras jurar como nuevo presidente de Argentina, el pasado 10 de diciembre en Buenos Aires.ENRIQUE GARCIA MEDINA (EFE)

Karina Milei (Buenos Aires, 50 años) es desde hace una semana la secretaria general de la Presidencia argentina. Su cargo, creado por el general Juan Domingo Perón en 1948 y mantenido durante dos dictaduras, innumerables crisis de Gobierno y presidencias temporarias, consistirá en asistir al presidente, Javier Milei, en el diseño de políticas, en la elaboración de discursos y en las ceremonias de protocolo. El encargo esencial que tendrá la nueva secretaria presidencial será el que tuvo durante toda su vida: apoyar, alentar y aconsejar en la intimidad a su hermano mayor.

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Karina Milei (Buenos Aires, 50 años) es desde hace una semana la secretaria general de la Presidencia argentina. Su cargo, creado por el general Juan Domingo Perón en 1948 y mantenido durante dos dictaduras, innumerables crisis de Gobierno y presidencias temporarias, consistirá en asistir al presidente, Javier Milei, en el diseño de políticas, en la elaboración de discursos y en las ceremonias de protocolo. El encargo esencial que tendrá la nueva secretaria presidencial será el que tuvo durante toda su vida: apoyar, alentar y aconsejar en la intimidad a su hermano mayor.

Karina estuvo siempre ahí. Cuando Javier Milei guardaba la portería de los equipos de fútbol en los que jugó en su infancia, su hermana lo miraba desde las tribunas. Cuando recibía palizas e insultos de sus padres, las escuchaba desde el otro lado de la sala. Cuando cantaba canciones de los Rolling Stones en discotecas donde bailaba y se quitaba la ropa, era ella quien la recogía entre los espectadores. Karina estuvo entre bambalinas mientras su hermano se alzaba a la fama en canales de televisión, donde despotricaba contra la clase política argentina; fue actriz de reparto en la obra teatral en la que su hermano explicaba los pesares de la economía nacional en papel de psicólogo. También fue la voz autorizada que narró con épica su infancia en los documentales que prepararon su incursión en la política.

Karina Milei esperó a su hermano después de cada mitin de su campaña presidencial, lo presentó como presidente electo la noche del 19 de noviembre, en la que un país que especuló durante meses sobre su influencia al fin escuchó su voz. Ella lo recibió en el escenario como flamante presidente argentino el pasado domingo. Junto a Felipe VI, el presidente de Ucrania y algunos mandatarios latinoamericanos, fue la última persona que abrazó al octavo presidente electo de la Argentina democrática cuando este se negó a hablar en el Congreso y dio su primer discurso como mandatario ante una plaza abarrotada en Buenos Aires.

Javier y Karina Milei, el pasado 19 de noviembre, después de conocer la victoria presidencial del primero.AGUSTIN MARCARIAN (REUTERS)

Como su hermano, Karina se graduó en el colegio Cardenal Copello, un instituto privado y católico de clase media de Buenos Aires. Dos años menor que el presidente, Karina estudió Relaciones Públicas e hizo un posgrado en eventos mientras su hermano estudiaba Economía. Autónoma registrada hasta hace unos meses en la agencia tributaria argentina como prestadora de “servicios personales”, Karina se dedicó al tarot, a la venta de neumáticos y a la pastelería. Su último emprendimiento fue hacer pasteles por encargo a través de Instagram. Ahora será la voz que más pesa en la conciencia del presidente elegido por los argentinos para dar fin a una crisis económica que tiene la inflación en el 160% interanual y a cuatro de cada 10 argentinos viviendo en la pobreza.

Su designación, la primera polémica

La designación de Karina como secretaria fue la primera polémica del Gobierno de Milei, que el domingo recién aterrizado en la Casa Rosada revocó por decreto la prohibición para el presidente de nombrar familiares directos en cargos públicos. Ese domingo, en una jura a puertas cerradas, Milei rompió a llorar mientras su hermana juraba su cargo. Horas antes, cuando recibió a los líderes internacionales en la Casa Rosada, bromeó con el presidente ucranio, Volodímir Zelenski. “Ella es el verdadero jefe”, dijo señalando a su hermana.

Karina, han dicho fieles y detractores, ha sido el cerebro de campaña y la guardiana de su hermano, la última encargada de su ropa y sus discursos, pero también de sus entrevistas, reuniones y pactos políticos. Milei vive desde agosto en un lujoso hotel de Buenos Aires que fue su centro de campaña. Ahí, mientras el ultraderechista esperaba los resultados electorales bajo resguardo en su suite, era Karina quien recibía a los invitados, consultaba novedades en la mesa de entrada de la prensa, y se paraba a esperar junto al atril los discursos de su hermano.

Hijo de un conductor de autobús y de un ama de casa, Javier Milei llegó a la vida pública enemistado con sus padres. Su hermana se encargó de acercarlos. Él los llamaba “progenitores” y llegó a contar que una vez, por un comentario en contra de la guerra de las Malvinas, su padre le dio una paliza que impresionó tanto a su hermana que terminó hospitalizada por el shock.

“Mientras más lo puteaban, más fuerza agarraba”, contó Karina sobre su hermano en una de las pocas entrevistas que ha dado. Fue en uno de los documentales sobre Milei que se lanzaron durante su campaña este año. En otro, el primero publicado, está la génesis de todo lo que piensa el presidente sobre su persona de mayor confianza.

Pandenomics fue filmado en octubre de 2020, mientras Milei lanzaba su campaña como diputado por Buenos Aires. Mezcla de una entrevista al candidato y de sus desplazamientos por una Buenos Aires noir en la que Milei parece liderar una revolución clandestina contra un Gobierno opresor, el documental dura media hora. Es para no perdérselo. En los minutos finales, la ahora diputada nacional, Lilia Lemoine, interrumpe un mitin vestida de superheroína para advertirle a Milei de que “el Banco Central parece estar haciendo otra vez de las suyas”. El documental termina en ese momento, mientras el ahora presidente de Argentina golpea con un mazo una réplica del banco y una decena de jóvenes lo alienta al grito de “¡Destrucción, destrucción!”. Karina, que hace de guardaespaldas, lo mira desde el fondo adornada con alas de ángel.

Un momento del documental ‘Pandenomics’, dirigido por Santiago Oría. Santiago Oría

Milei ha llamado a su hermana “El Mesías” o “Moisés”, y ha llegado a afirmar que es solo el “predicador” del encargo celestial de su hermana. Karina, más terrenal, ha contado que fue ella quien le recomendó dejar el saco —jersey— y la corbata para presentarse con la chaqueta de cuero y el pelo arremolinando, cantando canciones de rock que han dado a la derecha populista un halo de nueva rebeldía.

Karina tiene muchos apodos cariñosos de su hermano, pero es, sobre todo, “el jefe”. Se especula que el presidente argentino lo dice en masculino porque es uno de los cruzados de la “batalla cultural” conservadora que se niega a decir “presidenta” o “jueza”, a usar un plural genérico inclusivo en lugar del masculino, y porque cree que el progresismo es un instrumento de dominación mundial. Tiene algo de eso, pero también tiene más: La Jefa de la política argentina durante dos décadas fue Cristina Fernández de Kirchner, que fue primera dama antes de ser presidenta y la política más influyente del siglo en Argentina. Karina Milei no será primera dama, pero también ha inaugurado una época.

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