El apoyo electoral de Bullrich al ultra Milei dinamita al principal frente opositor argentino

Los sectores moderados de Juntos por el Cambio, la coalición que en 2015 llevó al poder a Mauricio Macri, advierten que no acompañarán la decisión de la excandidata a la presidencia

El candidato presidencial Javier Milei y la excandidata Patricia Bullrich posan durante su participación en el programa 'A Dos Voces', el jueves en Buenos Aires.Stringer (EFE)
Buenos Aires -

Diez años tardó el expresidente Mauricio Macri en convertir a su partido, el Pro, en una alternativa al kirchnerismo; menos de 24 horas le bastaron para destruirlo. Mientras Patricia Bullrich, su candidata, derrotada con el 24% de los votos en la primera vuelta del domingo pasado, ...

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Diez años tardó el expresidente Mauricio Macri en convertir a su partido, el Pro, en una alternativa al kirchnerismo; menos de 24 horas le bastaron para destruirlo. Mientras Patricia Bullrich, su candidata, derrotada con el 24% de los votos en la primera vuelta del domingo pasado, anunciaba su apoyo al ultra Javier Milei, el Pro estallaba. La ola expansiva alcanzaba también a Juntos por el Cambio, la coalición que el macrismo integra, al menos por ahora, junto a la centenaria Unión Cívica Radical (UCR) y otros partidos de centro, como la Coalición Cívica de la exdiputada Elisa Carrió. Las palomas del Pro se sintieron traicionadas y los radicales advirtieron que no acatarían una decisión “unilateral e inconsulta”. El apoyo de Bullrich y Macri a Milei se acordó durante una reunión tripartita y secreta celebrada el martes a la medianoche. “Mientras nos peleábamos halcones y palomas, nos surgió un pájaro loco”, resumió un senador integrante de la coalición. El “pájaro loco” es Milei.

Javier Milei irrumpió hace dos años en la política argentina dispuesto a destruirlo todo. Se hizo de una motosierra y al grito de “la casta tiene miedo”, arremetió con furia contra lo que llamó la vieja política “chorra [ladrona] y asesina”. El kirchnerismo gobernante era “lo peor que le pasó a la Argentina”, los radicales “unos estafadores mentirosos”, la izquierda “zurdos de mierda” y Bullrich una “montonera tirabombas” que en los setenta “mató niños en un jardín de infantes”. Cuando hablaba de Macri lo tildaba de “tibio”, el representante de un “kirchnerismo de buenos modales” que había arruinado al país como el resto de la “casta política”.

Al grito de “¡Viva la libertad, carajo!”, Milei destruyó durante la campaña todos los puentes posibles. Pero el lunes, tras quedar segundo ―detrás de Massa― en la primera vuelta con el 30% de los votos, inició un acelerado proceso de reconstrucción. Llamó a hacer “tabula rasa” de los agravios que había lanzado en campaña y pidió a Juntos por el Cambio que se sumase a un gran frente para “aniquilar a la banda de criminales” que es, según su lectura, el kirchnerismo. “Sería una irresponsabilidad no perdonar”, dijo. Y Bullrich y Macri lo perdonaron. Los dos dirigentes más importantes del Pro, el partido más grande de la alianza Juntos por el Cambio, se reunieron en secreto con el ultra que los había insultado durante meses y acordaron, sin avisar al resto de la coalición, su apoyo en la campaña por la segunda vuelta.

Bullrich justificó su voto a Milei con una frase del libertador José de San Martín: “Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”. El “peligro” es “el kirchnerismo populista”, responsable “de la decadencia argentina”. Milei, Macri y Bullrich firmaron un acta en la que se comprometían a respetar algunos principios democráticos básicos puestos en cuestión por el libertario. Entre ellos, no avanzar en la legalización de las armas o la venta de órganos y no eliminar la educación y la salud públicas. El documento no menciona la dolarización de la economía, el caballito de batalla de Milei ante sus votantes.

Patricia Bullrich en el cierre de su campaña junto a Mauricio Macri, en Lomas de Zamora, el 19 de octubre.Marcos Brindicci (Getty Images)

El anuncio de Bullrich tuvo el efecto devastador que todos esperaban. Dentro del Pro, puso en evidencia el quiebre soterrado que desde hace meses divide a halcones y palomas. El jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, está entre los moderados. Derrotado por Bullrich en la interna partidaria, dijo que se “sorprendió” cuando supo de la reunión de medianoche con el ultra. “Milei está en los bordes de la democracia y sus ideas son peligrosas. Massa es la reelección del populismo kirchnerista. La tercera alternativa es trabajar para mantener a Juntos por el Cambio lo más fuerte posible para que sea una alternativa”, dijo el miércoles por la noche en rueda de prensa. “Nos debemos una autocrítica sobre las formas de funcionar y decidir, porque así nos fue”, agregó, en referencia a la derrota del domingo.

Rodríguez Larreta insistió en la necesidad de mantener unida a la coalición que desde 2015 fue la alternativa al peronismo kirchnerista, aunque no aclaró si eso supone que Macri y Bullrich queden fuera. Más claro lo tienen en el resto de los partidos que integran Juntos por el Cambio. El gobernador de Jujuy (norte) y presidente de la UCR, Gerardo Morales, dijo que Bullrich le daba “vergüenza ajena” y que Macri era “el gran responsable de la derrota” en la elección por un sitio en la segunda vuelta. “Esto es lo que quería desde un principio, joder a Juntos por el Cambio”, disparó sobre el expresidente. Elisa Carrió, fundadora de la Coalición Cívica, fue igual de directa: “Macri siempre quiso estar con Milei”. Para ambos, tanto el expresidente como Bullrich ya no pertenecen a la coalición opositora.

La forma que tomará en el futuro Juntos por el Cambio es aún una incógnita. Rodríguez Larreta se erigió como el garante de la unidad y dio algunas pistas: el poder debería estar en manos de los diez gobernadores, de 24 que tiene Argentina, que salieron de las filas del Pro y la UCR. Esos dirigentes no están dispuestos a hacer campaña por Milei y necesitan de Juntos por el Cambio para garantizar la gobernabilidad en sus provincias. Unidos en un solo bloque serán más fuertes en sus negociaciones con el Gobierno Nacional, que a partir del 10 de diciembre estará en manos de Milei o del peronista Massa. Cualquiera sea el resultado en la segunda vuelta por la presidencia, serán oposición.

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