Liberado de prisión preventiva Julio De Vido, hombre fuerte del kirchnerismo
El exministro de Planificación, investigado por presunta corrupción, se considera un “preso político” del macrismo
La Justicia argentina revocó este miércoles la prisión preventiva contra el exministro kirchnerista Julio de Vido, investigado por malversación de fondos públicos. De Vido podrá deshacerse de la tobillera electrónica que llevaba y salir cuando así lo desee la casa donde cumplía arresto domiciliario desde finales del año pasado. La decisión judicial tiene una enorme importancia política. De Vido se había enfrentado al presidente Alberto Fernández, al ...
La Justicia argentina revocó este miércoles la prisión preventiva contra el exministro kirchnerista Julio de Vido, investigado por malversación de fondos públicos. De Vido podrá deshacerse de la tobillera electrónica que llevaba y salir cuando así lo desee la casa donde cumplía arresto domiciliario desde finales del año pasado. La decisión judicial tiene una enorme importancia política. De Vido se había enfrentado al presidente Alberto Fernández, al que acusaba de no hacer nada por los “presos políticos del macrismo”, como se consideraba desde que las causas en su contra avanzaron en los tribunales.
De Vido no era un preso cualquiera. Fue el único ministro que asumió el día cero del Gobierno de Néstor Kirchner, el 25 de mayo de 2003, y se retiró el 10 de diciembre de 2015, como hombre de confianza de Cristina Fernández de Kirchner. Durante su gestión en el ministerio de Planificación Federal manejó todo el dinero de la obra pública. Por sus manos pasó el mayor presupuesto del Estado. Cuando el kirchnerismo dejó el poder en manos de Mauricio Macri, sus problemas judiciales se multiplicaron. Sumó una condena y dos prisiones preventivas por corrupción, luego de que la Cámara de Diputados le quitara en octubre de 2017 los fueros que tenía como legislador.
Su compromiso es mayor en la llamada tragedia de Once, un accidente de tren que dejó 51 muertos en febrero de 2012. El mantenimiento de los trenes estaba a cargo de su ministerio y la justicia lo condenó a cinco años y ocho meses de cárcel como responsable indirecto del accidente. Pero De Vido no fue a la cárcel, a la espera de una resolución de la Corte Suprema sobre su caso. A mediados de diciembre pasado, cuatro días después de que Alberto Fernández jurase como presidente, otro tribunal lo eximió de la prisión preventiva que cumplía en la llamada causa de los cuadernos. Ese expediente investiga una supuesta red de corrupción organizada desde su ministerio para recaudar dinero negro de empresarios vinculados a la obra pública. A De Vido le quedaba aún otra prisión preventiva por estafa en las obras de refacción en los Yacimientos Carboníferos de Río Turbio, ubicados en la Patagonia, de la que hoy quedó eximido tras casi tres años entre rejas.
De Vido enfrenta otras causas, de avance más lento en los tribunales: por supuestas irregularidades en la importación de gas licuado, por supuesta percepción de sobornos en la construcción de un gasoducto y por presunto fraude en un plan de construcción de viviendas sociales en colaboración con la Fundación Madres de Plaza de Mayo. También está encausado en un sumario de presunta malversación en la concesión de obra pública vial, cuya principal acusada es Cristina Fernández de Kirchner.
Las causa de Río Turbio continuará, pero el exministro podrá esperar los trámites en libertad, como reclamaba su defensa. Los jueces entendieron que no había riesgo de fuga ni posibilidad de interferencia del acusado en las investigaciones. “Hay que sancionar a los que abusaron de su poder para encarcelarnos y someternos”, pidió De Vido apenas conoció la resolución a su favor. Y prometió que ahora trabajará “para que recuperen la libertad” los funcionarios que aún siguen presos por causas de corrupción, buena parte de ellos excolaboradores suyos.
La decisión de los jueces ha sido también una buena noticia para Fernández, que había encontrado en De Vido, un kirchnerista purasangre, a un inesperado enemigo. El exministro, considerado por la oposición macrista un “emblema de la corrupción kirchnerista”, acusaba al presidente de no hacer suficiente por la libertad de “los presos políticos del macrismo”. En esa lista están el exvicepresidente Amado Boudou, condenado a casi seis años de cárcel por defraudación al Estado, y el exsecretario de Transporte Ricardo Jaime, preso por la compra de material vial inservible a España. Se puede sumar también a la propia Cristina Kirchner, quien no ha ahorrado denuncias contra los jueces que la juzgan. La expresidenta evitó la cárcel durante el macrismo gracias a sus fueros como senadora.
La presión pública de De Vido obligó a Alberto Fernández a tomar partido. Dijo entonces que siempre había denunciado que los kirchneristas investigados fueron víctimas de una persecución judicial motivada por la política, pero que otra cosa era decir que en su Gobierno había presos políticos. En el fondo de la cuestión está la figura de la prisión preventiva, aquella que permite a un juez encarcelar a un sospechado sin condena por temor a que interfiera con la investigación. Eso motivó al recién fallecido juez Claudio Bonadio a pedir cárcel para Cristina Kirchner, aunque sin éxito. Muchos exfuncionarios kirchneristas fueron liberados durante los últimos días de macrismo, en fallos que la oposición política interpretó como un reacomodo de la familia judicial al cambio de Gobierno.