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El ataque al convoy de Daniel Noboa evidencia el cóctel de descontento y violencia que atraviesa las zonas rurales de Ecuador

El mandatario ha intentado desactivar sin éxito las protestas sociales con fuertes despliegues de militares y anuncios económicos

La caravana presidencial avanzaba este martes por el camino de piedras y polvo de Sigsihuayco, una comunidad rural encaramada en las montañas andinas de El Tambo en la provincia de Cañar. Al frente, una tanqueta militar abría paso, seguida de al menos seis vehículos blindados que trasladaban al presidente de Ecuador, Daniel Noboa. Desde el inicio el aire estaba cargado de tensión. A cada lado del sendero, decenas de manifestantes agrupados descargaron su rabia contra el convoy. Desde ambos flancos, los pobladores comenzaron a lanzar piedras de distintos tamaños. Otros golpeaban manifestaban su furia golpeando con palos las carrocerías negras de los vehículos, mientras las ventanas se astillaban y su sonido asustaba al personal de la Presidencia que iba en el interior y que registró el ataque en vídeos.

En esas imágenes, difundidas horas después por el Gobierno, se ve cómo las piedras más grandes terminan por hacer trizas las ventanas blindadas de los vehículos oficiales. La caravana no se detuvo, pero la escena puso en evidencia la violencia en la que ha degenerado el malestar en las zonas rurales por una lista de pedidos que crece con los días: la eliminación del decreto que retiró el subsidio al diésel, la reducción del IVA del 15% al 12% -como estaba antes de que Noboa llegara al poder-, el abastecimiento de hospitales sin medicamentos y un clamor de seguridad que no ha sido respondido. Lo básico que una población demanda.

En los últimos días, el mandatario ha intentado contener las protestas sociales con su presencia en medio de un fuerte despliegue de militares y prometiendo ayudas económicas. El presidente recorre las provincias más golpeadas por la movilización indígena, escoltado por soldados y haciendo anuncios de obras públicas y bonos sociales. Pero en El Tambo, la foto del día no salió como el Gobierno esperaba.

Noboa había llegado a ese territorio para anunciar la construcción de una planta de tratamiento de aguas residuales y un sistema de alcantarillado para la zona. Según relató la ministra de Ambiente y Energía, Inés Manzano, cerca de 500 personas comenzaron a acercarse a la caravana en cuanto el mandatario iba a empezar con el evento. “Lanzaron piedras y hay signos de bala en el carro del presidente”, denunció la funcionaria, quien fue la encargada de formalizar la acusación ante el Ministerio Público. El presidente salió ileso, participó en el acto previsto y, según la ministra, continuó con su agenda “con normalidad”. Sin embargo, advirtió que el ataque “no va a quedar en la impunidad”.

La Policía detuvo a cinco personas que serán procesadas por terrorismo e intento de asesinato contra el mandatario. “Esto no tiene nada de pacífico. Disparar al carro del presidente, tirar piedras, dañar bienes del Estado, esos son actos criminales”, sentenció Manzano a la salida de la Fiscalía.

El ataque ocurrió en el decimosexto día de movilizaciones convocadas por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), la mayor organización social del país. Fue su respuesta inmediata a la eliminación del subsidio al diésel, una medida que disparó el precio del galón (3,7 litros) de 1,80 a 2,80 dólares. Para la mayoría de comunidades rurales, ese aumento significa más que un ajuste económico, supone significa un golpe directo a su forma de vida.

Desde sus canales oficiales en X, la Conaie ha denunciado “una brutal acción policial y militar” durante la llegada del presidente a El Tambo. En los videos compartidos por la organización se observa cómo los vehículos militares lanzan gases lacrimógenos sin discriminar a su paso, incluso contra mujeres y adultos mayores. También han señalado que cinco de sus miembros fueron “detenidos de forma arbitraria”.

Cañar es una de las provincias que conforman el cordón andino de la Sierra ecuatoriana, hogar de comunidades indígenas kichwas que, en su mayoría, apoyaron a Noboa en las elecciones de abril. En ese entonces, el joven político encarnaba la alternativa al correísmo, cuya candidata no logró los votos necesarios para regresar a la Presidencia. Hoy, apenas seis meses después, esos mismos pueblos han pasado del respaldo al presidente a la resistencia.

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