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Poner fin a la masacre

Debe terminar por el bien de los habitantes de Gaza, más de 60.000 de los cuales —aproximadamente el 3% de la población— ha muerto

La guerra contra Gaza, que se acerca a su segundo aniversario, debe terminar ya. No pudo ser más apropiada la calificación que le hizo el rey de España Felipe VI en la Asamblea General de la ONU: “Detengan ya esta masacre. No más muertes en nombre de un pueblo tan sabio y tan antiguo, que tanto ha sufrido a lo largo de la historia”, ...

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La guerra contra Gaza, que se acerca a su segundo aniversario, debe terminar ya. No pudo ser más apropiada la calificación que le hizo el rey de España Felipe VI en la Asamblea General de la ONU: “Detengan ya esta masacre. No más muertes en nombre de un pueblo tan sabio y tan antiguo, que tanto ha sufrido a lo largo de la historia”, ha lamentado el monarca.

¡Terminar ya!

Debe terminar por el bien de los habitantes de Gaza, más de 60.000 de los cuales —aproximadamente el 3% de la población— ha muerto, violentamente, ya: familias enteras y miles de niños. Mientras la mayoría de gazatíes ha sido desplazada de sus hogares, el hambre y la enfermedad asolan la Franja. Territorio que no le pertenece a Israel, pero que ocupó luego de la guerra de los seis días (1967) desoyendo, luego, y ya por 58 años seguidos, el llamado de la ONU a que desocupe los territorios ocupados (resolución 242 del 22 de noviembre de 1967)

La guerra debe terminar, también, por los casi 50 rehenes israelíes que Hamás aún mantiene secuestrados. Llevan más de 700 días en cautiverio, desde el ataque del 7 de octubre de 2023. Pero no solo eso, la guerra debe terminar por el propio bien de Israel y su seguridad. Los horrores que ha infligido en Gaza han contribuido a una drástica disminución del apoyo a Israel en el mundo. Cualquier avance militar adicional contra Hamás palidece en comparación con las amenazas estratégicas a largo plazo que supone el aislamiento global de Israel, que es en lo que el mundo está ya.

Lo más lógico y sensato: que Netanyahu, deje de complacer a la extrema derecha de su Gobierno y reconozca los costos de continuar la guerra para los intereses nacionales de Israel, así como para sus exhaustos soldados y reservistas y sus familias. Puede sonar a “poca cosa” pero sería un razonamiento realista y pragmático.

Tarea del mundo

De no producirse esa decisión, que podría sonar “ilusoria”, la tarea recae en el resto del mundo. En particular en Estados Unidos —el aliado más importante de Israel— y en las naciones árabes que expresan su solidaridad con el pueblo palestino que son muchas.

No parece realista confiar o poner la esperanza en el “plan de paz” generado a la carrera por Trump esta semana, fuera del justo clamor por un inmediato cese de fuego. Pero hay varios supuestos de difícil realización inmediata: Trump tendría que demostrar mayor seriedad y consistencia de la que suele mostrar y Hamás tendría que aceptar el plan o algo similar. Como lo ha destacado The New York Times, para Trump, la continuación de la guerra ha sido una constante señal de debilidad. A pesar de gobernar un país mucho más grande y poderoso, Trump a menudo parece ceder ante Netanyahu. El patrón ya nos resulta familiar: Netanyahu adula a Trump con elogios ostentosos, y Trump luego hace lo que Netanyahu quiere.

Así lo enfatizó Daniel C. Kurtzer, exembajador de Estados Unidos en Israel: el presidente podría hacer saber a Israel que EE UU está perdiendo la paciencia y pronto restringirá la ayuda militar estadounidense a menos que cese la guerra y Netanyahu acepte un futuro de gobierno palestino.

Al insistir en esa dirección Washington podría dejar claro de su amistad con Israel y, a la vez, recordar a los líderes israelíes las victorias militares que han logrado, incluido el debilitamiento de Hezbolá y el colapso del régimen sirio con su historial atroz de opresión contra su propio pueblo.

Inclinando la balanza

En la línea de Daniel C. Kurtzer, exembajador de Estados Unidos en Israel, Trump podría verse obligado a amenazar a Netanyahu con consecuencias. El hecho es que la realpolitik coloca a Estados Unidos en una posición protagónica y de peso que podría perfectamente inclinar la balanza: moviendo una ficha en dos direcciones.

Primero, hacer ver a Netanyahu e Israel que EE UU está “perdiendo la paciencia” y que apuntaría a restringir la ayuda militar estadounidense a menos que cese la guerra y Netanyahu acepte un futuro Estado y gobierno palestino. En cuanto a Hamás, tener en cuenta que, a estas alturas, es una fantasía. Hamás no es un “ave de paso; es una organización con 97 años de historia y hondas raíces en la Hermandad Musulmana.

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