Brasil está con dolor de parto en una lucha política entre extremistas y pragmáticos

Los brasileños andan a la búsqueda de nuevos equilibrios políticos en la previa de la segunda vuelta de las elecciones municipales

Dos personas caminan por una calle cubierta de folletos de candidatos cerca de una zona electoral, en Río de Janeiro (Brasil).André Coelho (EFE)

La política brasileña está en plena evolución, como lo están demostrando las elecciones municipales en curso. Ya no es tanto entre izquierdas y derechas, ni siquiera entre Lula y Bolsonaro. Los extremos se van difuminando en busca de un centro y Brasil se vuelve más pragmático. La demostración es que en estas elecciones locales los brasileños ya no están divididos entre los seguidores de la izquierda lulista y de la ultraderecha bolsonarista.

Como ha escrito la...

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La política brasileña está en plena evolución, como lo están demostrando las elecciones municipales en curso. Ya no es tanto entre izquierdas y derechas, ni siquiera entre Lula y Bolsonaro. Los extremos se van difuminando en busca de un centro y Brasil se vuelve más pragmático. La demostración es que en estas elecciones locales los brasileños ya no están divididos entre los seguidores de la izquierda lulista y de la ultraderecha bolsonarista.

Como ha escrito la analista política Eliane Cantanhede: “Brasil sigue inclinándose hacia la derecha, pero ha llegado la hora de analizar de qué derecha se trata”. Por lo pronto, las elecciones municipales están enviando una señal clara: los brasileños no quieren ya la polarización radical entre derechas e izquierdas. Lo demuestra el hecho de que ni Lula ni Bolsonaro aparecen como líderes indiscutibles en las elecciones ya que empiezan a despuntar nuevos líderes inclinados hacia el centro, con el corazón puesto más en la resolución de los problemas concretos que desafían al país que en la pura ideología.

En estas elecciones que tienen los ojos puestos en las presidenciales del 2026, los grandes protagonistas no están siendo Lula y Bolsonaro difuminándose la hasta ayer dicotomía pura entre extrema derecha y extrema izquierda. Quienes están ganando las elecciones son los líderes más moderados que están surgiendo. Es como si los brasileños dijeran: “Ni Lula ni Bolsonaro”. De hecho, ante los primeros resultados de las municipales está quedando claro que los brasileños se han cansado de las guerras ideológicas y se preocupan de que se les resuelvan sus problemas vitales entre los que figuran la seguridad pública cada vez más agravada y la inflación en el campo de la alimentación.

Podría preguntarse si es un bien o un mal que Brasil empiece a dejar de lado la guerra política entre los extremos de izquierdas y de derechas, dos campos en los que están surgiendo nuevos líderes potenciales, menos politizados y más pragmáticos. Lo cierto es que la política brasileña está en fase de transformación y en ella empiezan a despuntar nuevos líderes incluso entre los más jóvenes menos ideologizados que están arrastrando por ejemplo a los antiguos líderes del mundo sindical y de la izquierda a una visión diferente del mundo del trabajo.

Empieza a existir en la política brasileña un cierto pragmatismo que abandona los extremismos en busca de recetas más centristas y más pegadas a la vida concreta de las personas y al futuro de nuevas formas de trabajo. La prueba definitiva se podrá tener con las próximas presidenciales que, al parecer ya no serán un remedo de las elecciones ultrapolarizadas entre la izquierda tradicional y sindicalista de Lula y la ultraderecha fascista del bolsonarismo. Todo resbala hacia un nuevo centro como lo están anunciando los resultados de las elecciones municipales.

Los brasileños andan a la búsqueda de nuevos equilibrios políticos después de la práctica desaparición del partido de la socialdemocracia de Fernando Henrique Cardoso que dejó el camino abierto a los extremismos de izquierdas y derechas, lo que parece claro en la presencia de líderes más moderados a ambos lados de los extremos políticos.

En la lucha en curso entre la izquierda de Lula y la ultraderecha de Bolsonaro es significativo que ambos líderes empiezan a ser vistos como superados, acusados o de cansancio político o de fuerza del liderazgo pasado. De Lula se dice que está desgastado incluso por la edad y a Bolsonaro hasta una parte de los suyos empieza a acusarle de “miedoso”, que huye de la lucha como está apareciendo en las elecciones municipales donde está triunfando un nuevo centro conservador pero no fascista.

El resultado de la segunda vuelta en las importantes elecciones municipales de São Paulo con 22 millones de habitantes en las que disputan el Gobierno de la ciudad considerada el corazón económico del país, sea el actual alcalde de derecha moderada que el candidato de la izquierda apoyado por Lula son vistos como un termómetro de la actualidad política del país. Y los primeros sondeos sobre el resultado final están indicando una derrota abierta del elegido por Lula, que aún representa la antigua izquierda, contra el moderado de derechas ya lejano a los arrobos fascistas del bolsonarismo.


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