Brasil y Colombia proponen a Maduro un Gobierno de coalición transitorio y nuevas elecciones con garantías en Venezuela

Los presidentes Lula y Petro lideran la mediación entre el Gobierno chavista y la oposición para salir del bloqueo

Los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva (izquierda) y Gustavo Petro, en Bogotá (Colombia), en abril pasado.Anadolu (Anadolu via Getty Images)

Los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, y Gustavo Petro, de Colombia, cambian el paso en la mediación para resolver el bloqueo político en Venezuela. Con este movimiento, el mantra de reclamar “actas, actas, actas” pasa a un segundo plano. Ambos han planteado este jueves algunas opciones al presidente Nicolás Maduro con la vista puesta en zanjar de manera pacífica y entre venezolanos la crisis abierta tras las cuestionadas elecciones presidenciales del 28 de julio.

Lula ha aventado su sugerencia de nuevos comicios y un Gobierno de coalición en una entrevista, mientras que Petro ha divulgado en X un detallado plan basado en “la experiencia del Frente Nacional colombiano”. Los pasos serían: “Levantamiento de todas las sanciones contra Venezuela. Amnistía general nacional e internacional. Garantías totales a la acción política. Gobierno de cohabitación transitorio. Nuevas elecciones libres”. Ambos mandatarios conversaron este miércoles para coordinar sus posiciones.

Aunque en un primer momento el presidente estadounidense, Joe Biden, ha respondido con un “sí” a la pregunta de una periodista de si apoyaba la repetición electoral en Venezuela, horas después la Casa Blanca ha aclarado que la malinterpretó. La posición de EEUU es la expresada, poco antes, por el portavoz del Consejo de Seguridad de la Casa Blanca, John Kirby, que rechazó que Washington esté dispuesto a ofrecer incentivos a Maduro para que abandone el poder. “Edmundo González es el ganador de las elecciones”, reiteraba Kirby, que instaba de nuevo al régimen venezolano a hacer públicas las actas electorales.

El brasileño Lula ha confirmado, en una entrevista, que no piensa reconocer una victoria de Maduro sin ver las actas oficiales y ha sugerido la posibilidad de que el presidente venezolano convoque nuevas elecciones. Eso sí, para esos hipotéticos futuros comicios ha pedido unas garantías que los del 28-J no tuvieron y ha mencionado un posible Gobierno de coalición. La líder de la oposición venezolana, María Corina Machado, ha dejado clarísimo que rechaza de plano otras elecciones, que el chavismo tampoco desea. Unos y otros se proclaman vencedores.

Las diplomacias de Brasil y de Colombia encabezan la mediación después de que el mexicano Andrés Manuel López Obrador se descolgara del pelotón de cabeza de mediadores, según aseguran las autoridades brasileñas.

Para Petro es vital que la crisis se resuelva pacíficamente, ya que comparte una amplia frontera con Venezuela y su país ha acogido en los últimos años a casi tres millones de venezolanos.

Brasil, Colombia y México habían impulsado durante las últimas dos semanas la mediación internacional después de que la oposición acusara al chavismo, con copia de las actas en la mano, de robarle la victoria y la negativa de Maduro a probar con la documentación oficial su proclamado triunfo. Estas gestiones diplomáticas contaban hasta ahora con el respaldo tanto de Estados Unidos como de la Unión Europea y de varios países latinoamericanos. Ahora que López Obrador ha anunciado que prefiere esperar a lo que dicte el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, controlado por el chavismo, los presidentes Lula y Petro buscan nuevas fórmulas para salir de la parálisis.

Evitar la violencia

La prioridad es evitar la violencia después de 25 manifestantes muertos en la represión de las protestas y mientras unas 1.200 personas siguen detenidas. Ni la ONU ni el Centro Carter, que tuvieron pequeñas misiones de observación sobre el terreno, avalan el resultado oficial.

“Maduro sabe que debe una explicación al mundo”, ha declarado Lula en una entrevista radiofónica. “Tiene varias salidas, puede hacer un Gobierno de coalición”, ha dicho en referencia a su propio Gabinete, que abarca una decena de partidos, además del suyo. “Si Maduro tiene sentido común, podría someter el asunto de nuevo al pueblo, quién sabe si convocar nuevas elecciones, establecer el criterio para que participen todos los candidatos, crear una comisión electoral suprapartidaria, que participe todo el mundo y dejar que participen los observadores”, ha detallado.

El respeto absoluto al veredicto de las urnas el 28-J es una de las líneas rojas que Machado plantea en cualquier negociación con el régimen: “Por favor, ¿en qué cabeza cabe que se haga otra elección? Aquí ya hubo una, bajo los términos del régimen, con una campaña absolutamente desigual”, declaró en una entrevista con EL PAÍS.

Lula ha dado a entender este jueves que la comunidad internacional impondría mayores exigencias al régimen ante una nueva votación después de que Machado fuera vetada para concurrir, pese a haber ganado las primarias de manera abrumadora, y a que su primera opción como sustituta fuera también descalificada. Edmundo González Urrutia, un diplomático de maneras tranquilas que se midió en las urnas con Maduro, fue su tercera opción.

La oposición mantiene la presión sobre el régimen, pero Machado y González Urrutia permanecen escondidos por miedo a represalias. Los dos líderes han convocado a sus millones de seguidores tanto en Venezuela como en el resto del planeta —millones de venezolanos han tenido que dejar su patria por la policrisis de los últimos años— a movilizarse este sábado para defender la victoria que según sus actas, el electorado le dio en las urnas.

El precedente mencionado por Petro es el llamado Frente Nacional en Colombia, con el cual los dos partidos tradicionales, el Liberal y el Conservador, se intercalaron el Gobierno por un periodo de 16 años, entre 1958 y 1974, con el propósito de sacar del poder al general Gustavo Rojas Pinilla. “Es una experiencia que usada transitoriamente puede ayudar a la solución definitiva”, según el mandatario colombiano.

La diplomacia brasileña no quiere ir con prisa. Lo ha dicho Lula en la entrevista y lo ha recalcado su principal asesor en política internacional, el antiguo canciller y embajador Celso Amorim. “Mis 60 años en la diplomacia me dicen que la impaciencia no es buena consejera”, ha dicho a sus señorías. Tiene muy presente que el mandato presidencial de Maduro solo termina en enero de 2025. Los mediadores latinoamericanos creen que existe margen de maniobra hasta entonces, pese a que algunos países, con Estados Unidos a la cabeza, han reconocido al candidato opositor como vencedor de las elecciones, pero, no, diferencia crucial, como presidente electo.

Ahora mismo, la crisis venezolana no está entre las prioridades de Washington, a las puertas de unas elecciones y pendiente de la crisis de Oriente Próximo, ni de la UE, con la vista puesta en la incursión ucrania en Rusia.

Pero Amorim también ha dejado claras las reticencias de Brasil a reconocer una victoria de la oposición con la base de la copia de las actas que posee, ya que esto “sentaría un precedente”. El diplomático también ha descartado cualquier ultimátum contra Maduro. Ha explicado que, que cuando acudió a Caracas para seguir las elecciones por encargo de Lula, no se reunió con Machado porque “alguien tenía que mantener el contacto con el Gobierno” de Maduro. Y ha recalcado que Brasil mantiene diálogo con ella “al máximo nivel”.

Petro, un tuitero compulsivo que nunca se ha distinguido por ser tímido en sus opiniones y que se ha mostrado claro sobre las crisis políticas que han sacudido recientemente a Perú o Guatemala, ha hecho desde las elecciones de Venezuela un inusual ejercicio de contención en sus mensajes para dar espacio a las negociaciones diplomáticas. En sus escasos pronunciamientos ha insistido en la necesidad de una salida dialogada. Lula también ha sido parco. Sus declaraciones sugiriendo nuevas elecciones son la segunda ocasión en que se refiere al tema desde el 28-J.

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