Rodrigo Chaves eleva la confrontación política tras llamar a Costa Rica “dictadura” y “tiranía”
Mientras intenta avanzar hacia un referendo nacional, el presidente costarricense critica el bien reputado modelo democrático de su país. Ocho expresidentes repudian porque “equiparó a Costa Rica con países como Corea del Norte, Cuba, Venezuela y Nicaragua”
Una nueva subida del tono retórico del presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves, provoca una discusión política inédita en el país centroamericano alrededor de una afirmación que para muchos es absurda y para otros, peligrosa. El mandatario afirmó que el país centroamericano ha sido por décadas una dictadura o una tiranía, a pesar de la evidencia histórica y numerosos indicadores sobre la estabilidad democrática de la nación señalada como ejemplo para el resto de países en el continente, pero el debate político ya quedó instalado.
La discusión la activó el propio mandatario costarricense durante una vista a la zona norte del país, el viernes, al asegurar que su país ha vivido por más de siete décadas en una “dictadura perfecta” por políticos de uno u otro partido que forjaron un marco jurídico para limitar el poder real al pueblo, del cual él dice ser representante. Incluso llamó ‘vivazos’ a los autores de la Constitución Política, un americanismo para referirse a personas hábiles para sacar provecho de las circunstancias por medios censurables.
Después de una fuerte reacción de sectores ajenos al Gobierno y un enérgico rechazo en un pronunciamiento de los ocho ex gobernantes que aún viven, el presidente que se jacta de no ser diplomático intentó corregirse, pero dijo casi lo mismo: “Tal vez la palabra ‘dictadura’ no fue la más apropiada, pero sí ‘tiranía perfecta’”, pronunció en lo que resultó ser una confirmación del mensaje inicial.
La escalada en el discurso de Chaves, sin embargo, no es casual. El presidente cumplió el 5 de junio su intención de proponer un proyecto legislativo para convocar a un referéndum y así, confiado en una popularidad de 50%, abrió un posible escenario electoral de mitad de cuatrienio que le sirve como termómetro de su poder. Su intención es hacer que la población vote para reformar las potestades de la Contraloría General de la República a la que considera un estorbo para sus proyectos de infraestructura. El mandatario le llama “fortalecimiento” y la contralora general, Marta Acosta, denuncia un “desmantelamiento” de una de las entidades que forman parte de la institucionalidad costarricense ahora repudiada por Chaves.
La propuesta de referendo está lejos de someter a voluntad popular proyectos de gran calado, urgentes o promesas de campaña. Tras sopesar viabilidad jurídica e incluso política de asuntos como seguridad, sistema de pensiones, aumento de la jornada laboral o privatización de un banco estatal, la iniciativa presentada de Chaves de manera presencial ante la Asamblea Legislativa se basa sólo en la reforma de controles administrativos para facilitar los proyectos gubernamentales. Sin embargo, en sus consecuencias el referéndum podría ser un intento de demostración de fuerza política propia, advierten analistas, aunque Chaves expone como una pieza más en una presunta “revolución” contra el sistema político basado en “aquel cuentico de la democracia y las instituciones”.
El discurso de Chaves enojó a los ocho exmandatarios que han gobernado Costa Rica desde 1986 con tres partidos diferentes. Por eso emitieron un manifiesto por palabras que consideran inadmisibles del Jefe de Estado de una de las democracias más reconocidas del continente. “Equiparó a Costa Rica con países como Corea del Norte, Cuba, Venezuela, Nicaragua” firmaron los expresidentes.
Sobre Nicaragua, por cierto, ha evitado calificar como dictadura al régimen de Daniel Ortega, pero esa no es su única contradicción. En marzo, ante la Secretaria de Comercio de Estados Unidos, Gina Raimondo, el presidente dijo que Costa Rica ha sido “un faro de democracia” y lo reiteró en el discurso del 2 de mayo: “nuestra democracia es fuerte y sigue siendo ejemplo mundial. Así lo refleja el Índice de Democracia del año 2023 del prestigioso diario The Economist, que sitúa a nuestra nación como la democracia mejor consolidada de toda América Latina y la número 17 en todo el mundo”. Este jueves el embajador de Estados Unidos ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), Francisco Mora, recibió una pregunta de la prensa costarricense sobre el tema y contestó que prefiere no comentar la afirmación de Chaves porque “Costa Rica continúa siendo un ejemplo brillante de una democracia consolidada”.
Chaves, sin embargo, enfrenta un momento político retador al superar la primera mitad del cuatrienio sin poder cumplir varias promesas de campaña, con una crisis de inseguridad por narcotráfico y un 65% de la población que ve empeoramiento de la corrupción, pero sin el favor de las bancadas opositoras mayoritarias en la Asamblea Legislativa y con un sistema democrático de pesos y contrapesos que le provoca frustración. El presidente apuesta por explotar el descrédito popular de los partidos políticos y por el respaldo ciudadano que retiene con su estilo de hombre rudo al frente de los “jaguares”, como llama a sus seguidores, en referencia al animal con cuyo nombre bautizó el proyecto de ley para referéndum. La alegoría del animal depredador la adoptó después de un informe financiero internacional la utilizó para simbolizar los buenos indicadores macroeconómicos.
El empeño presidencial refuerza su afán de ir contra todo lo represente política tradicional, incluidas instituciones como la CGR, el Congreso, la Sala Constitucional (que deberá analizar si la propuesta de consulta popular no viola la Carta Magna) y el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), que tiene en sus manos una solicitud para que autorice recolectar unas 180.000 firmas en favor del referéndum. Este es un mecanismo de recolección de firmas está previsto por la ley y Chaves lo ha escogido como alternativa ante la probabilidad de que los diputados rechacen el proyecto de Chaves; se llama “iniciativa ciudadana” y lo activó el esposo de Pilar Cisneros, la principal diputada oficialista que en esta semana se manifestó en favor de la reelección presidencial inmediata, prohibida por la Constitución.
Para la expresidenta Laura Chinchilla (2010-2014), Chaves está siguiendo un “guión predecible”, dijo al diario La Nación. “Aquí no hay ningún tipo de innovación. En muchos países, el debilitamiento de las instituciones democráticas ha empezado por tergiversar la historia institucional del país, por atacar a las instituciones, por desmontar esa visión compartida que tenemos de nuestra democracia”, dijo en referencia a naciones latinoamericanas cuyos gobernantes llegan por vías democráticas y desde dentro intentan reinterpretar la historia a su favor o en contra de los opositores.
Rodrigo Arias, ministro de Presidencia en los gobiernos de su hermano Óscar (1986-1990 y 2006-2010), también reaccionó desde su curul de diputado opositor y presidente de la Asamblea Legislativa: “Aunque no somos una dictadura ni una tiranía, ni nada parecido, no estamos exentos de que caer en ello. Por eso debemos estar siempre vigilantes ante cualquier intento, disfrazado de buenas intenciones”, dijo Arias, quien con Chaves había llevado una relación cordial hasta mayo, cuando advirtió de que no hay ambiente legislativo apto para una propuesta de referendo si se usa como mecanismo vengativo contra la institucionalidad.
Tampoco quedó fuera la Unión Costarricense de Cámaras y Asociaciones de la Empresa Privada (Uccaep), mayor asociación de empresarios que en inicios del gobierno dio señales de apoyo a Chaves , al señalar la importancia de la institucionalidad, del sistema de pesos y contrapesos en el modelo democrático y de diálogos entre poderes que, sin embargo, ahora parecen más lejanos.
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