Río de Janeiro espera ansiosa el concierto gratuito de Madonna en Copacabana
La reina del pop cerrará este sábado por la noche en Brasil la gira con la que ha celebrado sus 40 años de carrera artística
Río de Janeiro está ya en modo Madonna porque la gran reina del pop cerrará este sábado por la noche su gira internacional The Celebration Tour con un concierto irrepetible: en Copacabana, la playa más famosa de Brasil, y gratis. Las autoridades esperan 1,5 millones de personas para escuchar en directo a la reina del pop en un país que adora los espectáculos de magnitudes colosales. La mayoría de los fans llegó este viernes pero Raquel...
Río de Janeiro está ya en modo Madonna porque la gran reina del pop cerrará este sábado por la noche su gira internacional The Celebration Tour con un concierto irrepetible: en Copacabana, la playa más famosa de Brasil, y gratis. Las autoridades esperan 1,5 millones de personas para escuchar en directo a la reina del pop en un país que adora los espectáculos de magnitudes colosales. La mayoría de los fans llegó este viernes pero Raquel Souza, una camarera de 29 años, y Bruno Mendes, 30 años, analista de tecnología de la información, arribaron con más tiempo. Desembarcaron el martes pasado con un grupo de amigos y una misión: conseguir un pase para la zona vip, pero si ese sueño no se materializa —y por ahora esa es la situación—, el objetivo era inspeccionar bien el terreno que rodea al descomunal escenario, y elegir el lugar más adecuado para tener una vista privilegiada de una artista rompedora que ya era un icono global cuando ambos nacieron.
Doce años llevaban los brasileños esperando a la artista, de 65 años. Souza cuenta que ella nació en 1994, “el año del álbum Bedtime Stories”, y elige Nothing really matters como su canción favorita, y Mendes, del 93, “el año que ella vino por primera vez a actuar en Brasil”, dice que no puede reducir más que el trío formado por Hung Up, Sorry y Vogue, ¡qué coreografía”. Ambos eran este viernes algunos de los fans más entregados que hacen guardia ante el Copacabana Palace, el hotel centenario donde Madonna se instaló el lunes pasado con un equipo de 200 personas.
Desde entonces, la artista solo ha roto su enclaustramiento para cruzar el paseo marítimo por una pasarela elevada construida para la ocasión y ensayar durante unas horas en el escenario montado justo enfrente, sobre la arena. Junto a ella, estuvo una de las estrellas locales, la dragqueen Pabllo Vittar. Son más de 800 metros cuadrados de pasarelas, el doble de tamaño del que la ha acompañado en una gira por Europa y Norteamérica con la que celebra sus 40 años de carrera tras un susto de muerte por una infección bacteriana.
Este cuarto concierto de la artista estadounidense en Brasil empezará a partir de las diez de la noche en la playa carioca por antonomasia, Copacabana, un arenal de cuatro kilómetros. La cantante y bailarina actuará tras su compatriota DJ Diplo, que abrirá el show. El público agradecerá el horario porque Río está en plena ola de calor y para este sábado se espera una máxima de 33 grados mientras el sur del país sufre gravísimas inundaciones con decenas de muertos.
Más allá de los fans congregados a la puerta del hotel de la diva, es evidente que la ciudad está en la cuenta atrás para el concierto del año en Basil. Como era de esperar, los ambulantes han renovado su mercancía para dar todo el protagonismo a Madonna y las terrazas del paseo marítimo han añadido varios ceros a sus precios. Más llamativo resulta oír Papa don’t preach en el altavoz que una tienda de colchones ha colocado en plena calle, encontrarse a un espontáneo emulando sus coreografías en un cruce de tráfico o la cola que se forma ante una farmacia para conseguir un protector solar para los labios diseñado para la ocasión.
Madonna llega a Brasil tras actuar cinco noches en México DF. Que esas fueran las únicas fechas latinoamericanas derivaron en Brasil en meses de rumores hasta que el pasado marzo se confirmó que Madonna recalaría en el país para actuar gratis en Copacabana, patrocinada por el banco Itaú, que cumple 100 años. Globo, el mayor grupo de comunicación brasileño, retransmitirá el concierto a todos los rincones del país y ha liderado una potente campaña para promociar la ocasión. El estado de Sao Paulo y la ciudad de Río, que han aportado cada uno dos millones de dólares, esperan generar 30 reales por cada real invertido gracias al desembarco de miles de visitantes en plena temporada baja en el hemisferio sur.
La mayoría de los brasileños y extranjeros llegados a Río tendrá que contentarse con ver a la diva a través de las 16 pantallas colocadas a lo largo de la playa con sus correspondientes torres de sonido. El despliegue de seguridad será enorme, con más de 4.000 policías y 800 bomberos.
La camarera Souza cuenta que ha dejado temporalmente su empleo en Fortaleza para venirse a Río a disfrutar de esta ocasión que considera única. “¡Gratis! ¡En nuestro país y en la playa!”, exclama antes de recordar con deleite que la víspera vio a la estrella durante el ensayo. “Sigue siendo rompedora en sus giras, en su manera de presentarse, no deja de innovar”. En el escenario, se espera que la acompañen cuatro de sus hijos y, probablemente, la gran diva brasileña, Anitta, cuya presencia aún no ha sido confirmada. Ambas grabaron un tema juntas hace unos años.
Souza y Mendes son fans reincidentes, todo lo que la edad les permite. En el primer concierto ni habían nacido, en el segundo eran menores, pero en el tercero, en 2012, acamparon junto a otros entregados Madonna durante 45 días, recuerda Mendes que presume del sitio que consiguieron en aquella ocasión en un estadio de São Paulo y de las fotos que logró hacer, con una pequeña cámara, de aquel evento memorable.
Tras estos días de inspección de la zona del escenario, han decidido que esta vez no se van a colocar en la parte frontal. La diva del pop está grabando un documental de la gira con lo que los móviles están vetados en los ensayos del hotel y los espacios más privilegiados frente al escenario estarán ocupados por cámaras y cañones de luz, así que ellos ya han encontrado el hueco ideal en uno de los laterales. Su plan era intentar apostarse allí, sobre la arena, la misma noche del viernes y esperar 24 horas hasta el que consideran el momento más excitante en muchos años.
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