Petro gobernará con un Congreso dividido y una oposición sin líder definido

El Pacto Histórico tendrá la mayor bancada del Senado, pero lejos de las mayorías necesarias para las reformas que propone

Gustavo Petro y Francia Márquez celebran su victoria en las elecciones en el Movistar Arena, en Bogotá.DANIEL MUNOZ (AFP)

Con más de 11 millones de votos, Gustavo Petro es el primer presidente de izquierda en la historia de Colombia, un sector que ya había ensanchado en marzo su representación en el próximo Congreso de la República. El mandatario electo enfrenta un escenario complejo en el Capitolio, con la necesidad de tejer alianzas. A partir de este lunes, en plena resaca poselectoral, comienza una carrera en busca de la gobernabilidad.

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Con más de 11 millones de votos, Gustavo Petro es el primer presidente de izquierda en la historia de Colombia, un sector que ya había ensanchado en marzo su representación en el próximo Congreso de la República. El mandatario electo enfrenta un escenario complejo en el Capitolio, con la necesidad de tejer alianzas. A partir de este lunes, en plena resaca poselectoral, comienza una carrera en busca de la gobernabilidad.

El Pacto Histórico es la mayor bancada del Senado, gracias en parte al impulso de las votaciones que obtuvieron el propio Petro y su número dos, Francia Márquez, en las primarias que coincidieron con las legislativas de marzo, pero está lejos de tener aseguradas las mayorías necesarias para las reformas que propone. Tiene enfrente un archipiélago de siglas opositoras, sin líder claro, y con la incógnita de lo que hará Rodolfo Hernández, perdedor de la segunda vuelta con 10 millones de votos, pero con apenas un par de congresistas.

La bancada de la variopinta coalición de izquierdas, a la espera de que concluya oficialmente el escrutinio, suma en torno a una veintena de escaños –20 a los que se añaden dos senadores por la circunscripción indígena, para 22 de los 108 lugares–, muy por encima de los dos partidos históricos, el Conservador y el Liberal, con 15 y 14 senadores respectivamente. Pero si se suman todos los escaños, todavía dominan los partidos tradicionales. Los liberales, la bancada de la coalición Centro Esperanza y la Alianza Verde, todas esas agrupaciones con legisladores que se dividieron entre distintas campañas, serán clave cuando se inicien las sesiones del Congreso que se instala el 20 de julio. Las fuerzas políticas, sin embargo, tienen hasta el 7 de septiembre para declararse del gobierno, independientes o de oposición.

Las propuestas más radicales podrían verse diluidas por la falta de mayorías claras en el Congreso, apuntaba un análisis de la calificadora de riesgo Fitch Ratings. “Las reformas que impliquen proyectos de ley y que necesiten debate parlamentario se construirán en la medida que construyamos escenarios de concertación. No serán reformas impuestas, sino debatidas”, ha señalado Petro en una entrevista con EL PAÍS.

“El próximo Gobierno caminará sobre una línea delgada entre el talante autoritario que el nuevo presidente ha mostrado cuando toma decisiones y los compromisos que hizo con la política tradicional para alcanzar el triunfo”, apunta el analista y consultor Andrés Segura. “El primer paso ha sido el Gran Acuerdo Nacional, que será la plataforma para unir varias tendencias de los partidos y conseguir su apoyo legislativo en el Gobierno”, añade Segura. “Aunque hoy no tiene una mayoría en ninguna de las dos Cámaras, la debilidad de los partidos políticos le permitirá presionar a su interior para conseguir apoyos en facciones de ellos. No sería raro ver que los partidos Liberal y de la U se declaren independientes en el Congreso”.

A pesar de que Petro ganó la segunda vuelta, con una ventaja más holgada de lo anticipado (un poco más del 50% de los votos, frente al 47% de Rodolfo Hernández), una parte importante del país no quería que fuera presidente, recuerda el analista Sergio Guzmán. “Este resultado no le da al nuevo presidente un mandato claro para ejecutar su política sin al menos tratar de abordar las preocupaciones de la contraparte”, apunta el director de la consultora Colombia Risk Analysis. “Esta es una lección que deja la Administración de Iván Duque; si Petro no se mira en ese espejo y piensa cómo gobernar con la otra mitad del país, podemos esperar cuatro años de estancamiento y de una política al borde del abismo”.

A la espera de los números finales, habrá un Congreso dividido. “Como presidente, Petro tendrá dificultades para negociar en el Senado con el Partido Liberal y el Partido de la U, quienes dominan la toma de decisiones en la Cámara de Representantes”, señala Guzmán. “También enfrentará un obstáculo con Francia Márquez, quien no ha sido muy receptiva a las alianzas con partidos tradicionales o élites. Cambio Radical, el Liberal y el Partido de la U serán los partidos bisagra en el Congreso y tendrán el poder de detener las grandes reformas, como la fiscal, la laboral o la de pensiones. Es previsible que para asegurar la gobernabilidad, el presidente entrante deba negociar el contenido del paquete legislativo y mostrar disposición a compartir cargos en su Gabinete con los diferentes partidos”, vaticina. “Ya vimos lo improductivo que fue el primer año de Iván Duque, así que es improbable que el presidente electo quiera repetir la misma experiencia”.

Los observadores coinciden en que no enfrentará una oposición monolítica, y tendrá que vérselas con contradictores diversos. No solo Hernández, también las principales figuras de un uribismo en horas bajas, pero con una representación significativa del Centro Democrático en el Congreso, como Miguel Uribe Turbay y María Fernanda Cabal –los senadores electos más votados del país–. “Los socialistas solo saben destruir y nuestra obligación es defender la libertad”, ha dicho Cabal, representante de los sectores más radicales, en una declaración de intenciones.

Este cambio de Gobierno implica también un cambio de actitud en la oposición, destaca el analista Segura. “El Centro Democrático no tiene la fuerza que tuvo frente al Gobierno de Juan Manuel Santos, pero aun así tiene figuras mediáticas que pueden poner el tema en la agenda e intentarán plantear un escenario de extremos en temas polémicos”, anticipa. Si Rodolfo Hernández asume su puesto como senador, como lo estipula el Estatuto de la Oposición para el aspirante derrotado en la segunda vuelta, llega con un apoyo de 10 millones de votos que pesan, pero sin apoyo de una bancada. “Su intención seguramente se limitará a hacer presencia frente algunos temas de su interés”, apunta. En ese caso, con un centro que salió pulverizado de la primera vuelta, una oposición menos radical está huérfana, en espera de que personajes como el exnegociador de la paz Humberto De la Calle (de Centro Esperanza) o David Luna (de Cambio Radical) ocupen ese lugar.

“Habrá oposición, indudablemente”, concedía Petro en su discurso de la noche electoral. “En este Gobierno que se inicia nunca habrá persecución política ni persecución jurídica, solo habrá respeto y diálogo”, prometió al proyectar un trato cordial con la oposición: “Bajo los liderazgos que sea, sea el de [Álvaro] Uribe, Federico [Gutiérrez], Rodolfo o todos juntos, será bienvenida en el Palacio de Nariño para dialogar sobre los problemas de Colombia”.

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